Lic. en nutrición Maren Torheim*
A veces los superalimentos son “polvitos raros” que vienen de lugares muy lejanos y exóticos pero, a veces, estaban en la feria o el super desde siempre y no sabíamos que eran superalimentos.
Los grelos son un excelente ejemplo de una verdura que suele ser poco conocida y que está llena de virtudes nutricionales y gastronómicas.
Son literalmente los “grelos” del nabo – es decir cuando el nabo no es cosechado a tiempo para ser usado como tal, sigue su proceso y forma primero hojas – la nabiza – y luego un tallo desde donde saldrán las flores y luego sus semillas.
La verdura de la que hablamos es este tallo que se corta junto con sus hojas de color verde oscuro y los pimpollos nuevos – verdes y parecidos al brócoli – antes de que se forme del todo la flor amarilla; de hecho, si tiene muchas flores y el tallo está duro, ya no sirve para comer porque está demasiado duro y amargo.
En su punto justo y bien preparados, los grelos son un verdadero banquete y muy apreciados en diferentes países. Hay un proverbio que dice: “Los niños queridos tienen muchos nombres.” Y quizás sea esta diversidad de nombres lo que ha dificultado que se expanda su uso en Uruguay. Nuestros abuelos y bisabuelos trajeron este saber comer los grelos desde sus tierras de origen y nos enseñaron a comerlo, pero los nombres que usaron fueron a veces tan distintos que cuesta reconocerlo: los españoles y portugueses le dicen grelos, aunque a veces también lo conocen por “cime”; quienes son de origen italiano a veces los conocen por broccolini o broccoli italiano o broccoli rave. Y también los alemanes lo usan en ciertas zonas y lo llaman literalmente “tallo de nabo”.
Y todos sienten que esta verdura es típicamente suya.
Hoy en España, el grelo es una hortaliza amparada por la Indicación Geográfica Protegida “Grelos de Galicia”.
Desde el punto de vista de su aporte como alimento, son una mina de nutrientes y fitoquímicos saludables, como todas las verduras que pertenecen a esta familia de las crucíferas, donde se encuentran también el brócoli, el coliflor, los repollos, el kale, la rúcula.
El grelo tiene sobrados méritos para haber ganado su título de superalimento: media taza de grelos cocidos es una buena fuente de calcio, vitamina E, niacina, tiamina, vitamina B6, potasio y manganeso; una excelente fuente de vitamina A como carotenos, vitamina C y K.
Es de destacar que el calcio que aporta esa media taza no es nada despreciable - 120 mg de calcio, cuando la necesidad diaria oscila entre 800 y 1200 mg. Respecto a su absorción, de acuerdo a la Misión Biológica de Galicia, es tan buena como la del calcio de la leche.
Y como todas las verduras de hoja, aporta muy poquitas calorías.
Además de su generosidad en nutrientes, el grelo tiene fitoquímicos que han demostrado proteger a nuestro cuerpo. Uno de los compuestos más conocidos se llama glucosinolato y los productos derivados de su hidrolisis tienen roles antioxidantes y antiinflamatorios. Además del glucosinolato, otra sustancia presente en el grelo, el glutarato de calcio, ayuda al hígado y a los riñones a desintoxicarse, es decir a inactivar sustancias dañinas para que puedan ser eliminadas sea por la bilis o la orina.
Como todas las crucíferas también encierran una enseñanza: la variedad es clave para una dieta saludable.
El exceso de grelos – como de otras crucíferas - puede generar bocio cuando la dieta es pobre en yodo. Este efecto nocivo se veía mucho precisamente en las zonas de Galicia lejanas a la costa, donde la carencia de yodo era muy habitual. Hoy, el bocio prácticamente ha desaparecido con la fortificación con yodo de la sal, pero la lección sigue siendo válida: una dieta que aporte alimentos variados es una protección en salud.
Una forma muy agradable de comerlos es saltados con oliva y ajo cortado en lascas como guarnición de un plato con tu proteína de preferencia y carbohidratos saludables.
También los podés sumar a tus jugos verdes o usarlos para caldos y sopas.
* Maren Torheim es autora del libro “Como comer sano para adelgazar” y trabaja desde hace más de 30 años en policlínica y piso en uno de los sanatorios más importantes del país. Se formó en Uruguay y también en el extranjero, profundizando en la dieta cetogénica para el control de epilepsia.
Siempre ha priorizado el trabajo en equipo, trabajando desde hace más de dos décadas en un equipo interdisciplinario con un cardiólogo y psicólogas para el cambio de hábitos, y con neurólogos y neuropediatras en la dieta cetogénica.
Más recientemente Maren se dedica a un emprendimiento familiar de alimentación detox y saludable, ofreciendo cursos online con coaching nutricional en TanVerde.
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá