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Santiago Urrutia: frío, rápido e inteligente

El joven piloto uruguayo que está haciendo carrera —literal y metafóricamente— en Estados Unidos, se encuentra a un paso de llegar a una de las máximas categorías del mundo del automovilismo
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18 de diciembre de 2017 a las 05:00

[Por Andrea Sallé Onetto]

No importa qué tan pequeño sea el lugar donde uno nació, ni qué tan lejana e imposible parezca la meta; si hay una pasión que alimente el espíritu, el cuerpo encontrará la forma de surcar el camino para llegar hasta lo más alto. Parece una frase hecha de algún libro de autoayuda, pero en realidad, puede desprenderse de la historia de Santiago Urrutia (21), que inició su carrera de piloto en un pueblito de Colonia con apenas 5 años y hoy está en camino de entrar a la meca del automovilismo estadounidense.

Sobre ruedas

Santiago nació en Montevideo pero se crió en el campo, entre Miguelete y Ombúes de Lavalle, en el departamento de Colonia, de donde es oriunda su familia. Entre tiempos de cosecha, de esquila, de idas a nadar al río, de hacer deporte a la salida de la escuela y de ir a acampar con amigos vivió toda su infancia y le tomó cariño a la libertad. "Era un niño al que le gustaba todo, hacía cualquier tipo de deporte o actividad que hubiera en el pueblo", dice.

La pasión por los deportes viene de familia y fue su abuelo paterno el que —seguramente sin quererlo— encendió el gusto por la velocidad en la vida de Santiago a una corta edad. "Cuando tenía 3 años —en ese momento yo era el más chico de los nietos—, nos regaló en Navidad una moto para todos". La moto compartida fue con la que empezó a competir a nivel nacional, pero para su madre el motocross era muy peligroso, así que pidió un préstamo y le regaló un kart cuando tenía 5 años. Por un tiempo compitió en ambos vehículos, hasta que un día se decidió por las cuatro ruedas y no las abandonó. Aunque correr era algo que le gustaba, no se lo había planteado como profesión, hasta que la lista de competencias ganadas fue creciendo. En 2010, luego de haber ganado el Campeonato Uruguayo de Karting en Categoría Máster y participado del Mundial de Karting en Portugal, se presentó una gran oportunidad que le planteó una encrucijada que definiría su futuro. "Dije: o me voy a perseguir mi sueño de llegar a la máxima categoría o lo que hice hasta el momento —correr en moto, en kart, ganar campeonatos, carreras— simplemente me queda como una experiencia de vida y listo. Terminé apostando todo por el automovilismo". Y con 14 años esa decisión lo llevó a dejar a su familia, sus amigos, su pueblo y sus estudios, para irse a vivir solo a Italia a formar parte del equipo oficial Intrepid y competir en la clase KF3 de la WSK Euro Series.

Cuando llegó no conocía el idioma, vivía con otras personas que trabajaban en la fábrica del equipo pero no podía comunicarse con ellas. Allí estuvo un tiempo hasta que se mudó cerca de Milán a la casa del dueño del equipo. "Fue complicado al principio porque no tenía comunicación pero después que aprendí un poco el italiano y mejoré mi inglés empecé a adaptarme bastante bien, pero al principio fue difícil porque era muy chico, era todo nuevo para mí".

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Italia le terminó gustando y vivió allí durante cuatro años, tiempo en el que compitió en varias categorías europeas, como la Fórmula Abarth, la European F3 Open y la GP3 Series. En 2015, decidió dar un giro a su carrera y probar suerte en el automovilismo estadounidense, Allí empezó a competir en la categoría Pro Mazda Championship, una de las preparatorias para llegar a la IndyCar, la serie más importante de Estados Unidos. Entre el viejo continente y Estados Unidos notó diferencias, pero se adaptó rápido. "Se comía mejor en Italia, pero, salvo eso, Estados Unidos es un lugar que me gusta, sobre todo este año, que me fui a vivir a Miami. Tiene muy lindo clima siempre y se respira un ambiente sudamericano: me gustó mucho", cuenta.

Desde su llegada a Estados Unidos, sus logros y ascensos se fueron acumulando. En 2015 ganó el campeonato Pro Mazda y se hizo acreedor de una beca para poder participar en 2016 de la categoría Indy Lights, la antesala a la IndyCar, en la que terminó obteniendo el segundo puesto. En 2017 las victorias no quedaron atrás y volvió a hacerse con el segundo lugar del campeonato. En enero de 2018 arrancará la pretemporada y también en enero terminará de definirse si podrá subir de categoría y pasar de la Indy Lights a la IndyCar. Al momento de esta publicación, aún no está confirmado el avance de las negociaciones. "El plan A es la IndyCar, y si no sale tendré que repetir otro año en la Indy Lights en el mismo equipo (Belardi) y quizá hacer la carrera más importante del año de la IndyCar, que es la 500 Millas de Indianápolis", de la cual puede participar aunque no forme parte de la serie. La 500 Millas es una de las competiciones más importantes del automovilismo mundial y congrega a más de 500 mil espectadores. Ganarla significaría llegar al podio de los grandes nombres del automovilismo, entre los que se encuentran los también latinoamericanos Helio Castroneves, Juan Pablo Montoya y Emerson Fittipaldi.

Abajo del auto

La rutina de los pilotos de carreras es como la de cualquier otro deportista y la mayor parte del año no implica autos. En pretemporada, la rutina de entrenamiento físico de Santiago es doble —de mañana y de tarde— mientras que en temporada se reduce a una sesión al mediodía y corridas matutinas por la rambla. "El auto solo se puede probar en pretemporada en enero y febrero, después no está permitido. Una vez que arranca la temporada solo podemos entrenar físicamente y después ir directo a los fines de semana de carrera", explica. Como entrena muy seguido no tiene que seguir una dieta estricta para mantener el peso requerido, pero siempre intenta comer sano.

Las fechas del campeonato Indy Lights se desarrollan a lo largo y ancho de Estados Unidos y algunas en Canadá, por lo que durante el año es difícil que pueda disfrutar de su hogar en Miami. La rutina previa a los fines de semana de carrera y a la carrera propiamente dicha no varía demasiado. "Una hora antes me aíslo un poquito de la gente, me quedo en el camión simplemente escuchando música, cambiándome; es la manera de concentrarme. Lo que sí, tenemos que tomar bastante agua, sobre todo los fines de semana de calor porque podemos llegar a perder entre tres y cuatro kilos por carrera, que es todo líquido".

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Santiago siempre entra al auto con el pie derecho y también se pone primero el guante de ese lado, pero más que como cábala, como una forma de ordenarse: "No es que si no hago eso vaya a largar con la idea de que como no lo hice me va a ir mal", aclara. Lo anímico también puede influir, aunque Santiago dice que puede aislarse y separar los problemas personales cuando tiene que correr.

Durante la carrera, su mente está enfocada. "Voy analizando todo, se habla mucho por la radio, me comunico con el ingeniero, sobre todo en los óvalos. Llegan momentos de distracción, obviamente, en los que pensás cosas que no tienen nada que ver con la carrera, pero como por lo general es mucho el estrés, vas muy rápido y un mínimo error te deja afuera o te hace perder muchos puntos, vas pensando simplemente en eso". La velocidad máxima a la que llegó Santiago fueron 352 km/h en el óvalo de Indianápolis en la pista normal. Pero la velocidad y el automovilismo, pese a lo peligroso que pueden ser, no le provocan miedo. "Miedo no, sí respeto por alguna condición climática, si hay mucha lluvia, por ejemplo. Creo que es un deporte que no permite miedo, si sintiera miedo no podría correr, no aceleraría lo que tengo que acelerar".

Tener lo necesario

Como corredor, Santiago se define como frío y bastante aguerrido en la pista. "Soy agresivo pero no ese agresivo que va a cualquier maniobra y no le importa quedar afuera o adentro. Soy bastante agresivo pero consciente, no me gusta chocar o quedarme afuera de una carrera y perder puntos". Llegar a competir de esta manera le ha llevado tiempo de aprendizaje y algún que otro choque o toque en los primeros años. No es de estudiar a sus competidores en la pista, pero sí afuera, aunque no tiene mucha relación con ellos. "La personalidad del piloto en los boxes dice mucho de la personalidad adentro de la pista, entonces, más o menos mirándolos de afuera, uno los entiende".

Para él, ser frío, aguerrido y apostar alto son cualidades que debe tener quien quiera ser un piloto profesional, además de estar dispuesto a dedicarle mucho tiempo de preparación y de entrenamiento físico. "Y después es como todo, creo que el que llega a la Fórmula 1 o a la IndyCar nace para eso, nace con el talento".

Vivir y respirar automovilismo son las claves para poder trascender en ese mundo, pero, además, contar con un buen equipo y un buen auto es indispensable: "Hoy ganan más los autos las carreras que un piloto", dice Santiago. Cada equipo está conformado por los pilotos y sus respectivos mecánicos, ingenieros y asistentes. El vínculo que se da entre sus componentes no llega a ser familiar, pero sí amigable y respetuoso. Mantener estos equipos es bastante costoso y se hace sobre todo a base de patrocinadores. Formar parte de un equipo no le asegura un sueldo fijo a un corredor, salvo que esté en la máxima categoría y se haya pactado por contrato. "Y aun así, hoy hay pilotos que ni siquiera cobran sueldos sino que pagan para poder estar ahí arriba". Los premios económicos que se reparten en el podio van para los equipos y no para los pilotos en las categorías menores de los campeonatos, por eso, poder pasar a la IndyCar podría representar no solo un salto cualitativo, sino también cuantitativo para el joven uruguayo. Cambiar de categoría también le implicaría otros cambios, especialmente en la preparación física, ya que las carreras de la IndyCar son más largas que las que corre ahora. Los autos que utilizan son los mismos, pero varía el motor —que tiene más potencia y más carga aerodinámica—, lo que hace que al momento de manejarlos la diferencia sea muy grande.

La Fórmula 1, que puede resultar atractiva por las grandes sumas de dinero que se manejan y quizá hasta por la popularidad que pueda generar, no es un objetivo para Santiago en este momento. "Me gustaría quedarme en la IndyCar y correr por varios años ahí. La Fórmula 1 ya no la miro con el mismo interés que la miraba antes. Por la organización y la federación me parece que Estados Unidos es mejor y prefiero quedarme ahí que ya conozco a la gente, la movida, todo".

Anticipar la vuelta

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Como para muchos uruguayos en el exterior, la idea de volver algún día a Uruguay revolotea en la cabeza de Santiago Urrutia. Por ahora, solo viene al país de visita en época de vacaciones para disfrutar del campo con su familia y de la playa con sus amigos. "Intento pasar el mayor tiempo en el campo o en Montevideo, que es donde tengo más amigos y donde puedo hacer las cosas que extraño: el asadito, el juntarnos, el salir, cosas que no hago estando afuera". En épocas de entrenamiento en Estados Unidos su vida es más solitaria, aunque se junta con algunos amigos argentinos a jugar al fútbol o a hacer un asado.

El automovilismo, a diferencia de otros deportes, permite tener una carrera más extensa, sin embargo, él ya tiene definida la edad a la que quiere retirarse: a los 45. "Espero (a esa edad) ya tener hijos, disfrutarlos y dedicarme a mi familia y a vivir la vida. Dependiendo de la situación en la que termine a los 45 años, me gustaría tener un equipo propio para seguir involucrado con el automovilismo, quizá desde el papel de manager, de conseguir algún piloto y llevarlo a la máxima categoría". Ahora, con 21 años está a un paso de conseguir esa ansiada cima.

Santiago no tiene un referente fijo a quien seguir; tanto en el automovilismo como en otros deportes, o en la vida en general, admira a quienes lograron alcanzar el éxito. "Me gusta la gente exitosa, que triunfa y la tomo como referente, pero no tengo uno específico del automovilismo o uno del fútbol. Por lo general, el que tiene éxito y es diferente me gusta, lo investigo, me llama la atención".

Señala que justamente, una de las causas por las cuales les cuesta tanto a los pilotos uruguayos llegar a las grandes ligas del automovilismo mundial es la falta de referentes en el rubro, salvo contadas excepciones. "Somos un país chico, no hay historia en esto, no hay un piloto que haya llegado. El único que llegó fue Gonchi (Rodríguez) y pasó lo de su accidente fatal. Si él hubiera podido correr por muchos años, hubiera cambiado el automovilismo en Uruguay. No hay costumbre, es un deporte atípico, un deporte muy costoso y que lleva un proyecto de muchos años. Creo que si un piloto uruguayo llega a la máxima categoría y se queda ahí por varios años —10 o 15—, cambiaría muchísimo, porque ese mismo piloto ayudaría a los que vienen atrás", dice.

Como viene perfilándose, podríamos esperar que Santiago se transformara en el futuro en uno de esos pilotos referentes para los aspirantes uruguayos. Él es consciente de que tiene un público que sigue cada uno de sus pasos y logros con esperanza y emoción —aunque no sea necesariamente un público experto en automovilismo— y agradece su apoyo a la distancia. "Siempre destaco eso porque creo que pocos pilotos lo tienen y yo lo tengo, y es una gran ayuda cuando me encuentro solo allá".

Cerrar ciclos

Cuando Santiago decidió dejarlo todo para ir a probar suerte a Italia, también tuvo que abandonar sus estudios. Dejó el liceo a los 14 años pero lo retomó y ahora está cursando tercero de Ciclo Básico a través del programa Entreno y Estudio, creado entre la Secretaría Nacional del Deporte y la Administración Nacional de Educación Pública para que los deportistas de elite y federados continúen estudiando. "Puedo hacerlo a distancia. La primera y la última clase tienen que ser presenciales y después puedo estudiar por internet, ellos me mandan los temas y después hago el examen común, como si lo estuviera dando libre. Intento no dar más de dos materias a la vez para poder estudiarlas bien y salvarlas".

Pausa en boxes

¿Lo que más te gusta de tu profesión?
Disfrutar del entrenamiento del día a día, ir y ganar en un fin de semana, que te vaya todo bien, sentir la satisfacción de que cumplí.

¿Lo que más te gusta de una carrera?

Cuando gano. Durante la carrera las emociones son pocas, el momento de más emoción es cuando bajan la bandera a cuadros y uno gana.

¿Lo que menos te gusta?
Perder. Que me choquen y perder por algo en lo que no tuve nada que ver es lo que más me molesta.

¿Las carreras más difíciles de ganar?
Difíciles son todas. Las más difíciles de ganar son las que hay que ganar, como una final.

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