Seisgrados > Loreley Turielle

Señorita Peel: encontrar el camino

En medio de la crisis del 2002 Loreley Turielle vio la oportunidad de emprender en un rubro poco desarrollado en Uruguay
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02 de diciembre de 2015 a las 05:10

Por Natalia Correa

Íbamos a encontrarnos en su local pero unos minutos antes me avisó que estaba almorzando en Café Martínez y que nos veríamos allí. Cuando llego me cuenta que durante la mañana estuvo entrenando en el barrio Parque Batlle, donde vive actualmente con su hijo Santino, de 11 años. "Estoy trabajando con un personal trainer, después de muchos años, y estoy muy contenta. Aprovecho esta época del año en la que Montevideo se pone hermosa". Dice que recién ahora la empresa le está permitiendo tener algunos espacios libres para cuidarse a sí misma y que está pasando por uno de los mejores momentos de su vida.

Luego de esta breve introducción, y con un café de por medio, comienza la entrevista remontándonos hacia aquel día en el que se fue a vivir a Buenos Aires. No quiere ahondar en los motivos que la llevaron a tomar esta decisión, solamente afirma: "Cuando alguien de 17 años tiene que irse de su casa a vivir solo, a enfrentar su vida como un adulto, sin pasar por un proceso paulatino, por lo general algo sucede. ¿Qué sucede? Hay muchas explicaciones, pero cualquiera puede imaginarse que tienen que ver con el sostén familiar o con su falta".

De niña fue a la escuela Thomas Jefferson, de adolescente al liceo 15 y el último año lo hizo en el 8, donde conoció a su amiga Lali, quien le daría el empujón que precisaba para decidirse a cruzar el charco. "Un día la veo venir con una sonrisa diciendo: 'Me voy a lo de mi tía, a Buenos Aires, un mes'. Y ahí la miré y le dije: '¡Me voy contigo!' Fue la señal que necesitaba".

Recuerda que se fue un 20 de marzo de 1992 llena de expectativas sobre lo que le depararía la capital porteña."En la adolescencia uno puede pensar que irse a otro lugar lo va a ayudar a encontrar eso que está buscando, pero después se da cuenta de que no es así, que es un trabajo interno de todos los días". Vivió nueve años y medio en Argentina; los primeros seis trabajó y los últimos tres los repartió entre terminar el liceo y comenzar una carrera que no seguiría. "Empecé a trabajar desde muy chica y desde ese momento me mantengo sola", afirma convencida, y mientras recuerda esos tiempos mira para abajo revolviendo el café.

El primer mes se quedó en lo de la tía de su amiga, luego vivió en casa de familiares y finalmente en pensiones. Cuenta que fueron períodos cortos pero intensos, de mucho golpe, pero que a pesar de eso agradece que nunca le haya pasado nada. "Dentro de mí en ese momento hubo mucho dolor pero también hubo una luz. Y no siempre estuve en las situaciones ideales. No me daba cuenta pero era muy chica". ¿Y tus padres aceptaron que te fueras? "Sí, no había otra opción. Ellos no estaban bien consigo mismos y yo no estaba en su lista de prioridades. Luego de algunos años mi madre me dijo: '¿Cómo permití que te fueras?'. Pero en ese momento ella estaba pasando por una situación en la que no podía decidir".

En 1994 obtuvo una mayor estabilidad al entrar a trabajar como vendedora en una casa de deportes en el shopping Alto Palermo. Dice haberse sentido mimada y explotada al mismo tiempo y afirma haber aprendido allí muchas de las cosas que hoy aplica en su vida. "Ese lugar era como mi casa, me enojaba si no se me daba lo que yo quería. Era una adolescente trabajando, pensando que esa gente era mi familia". Siempre estaba tratando de traspasar los límites, de ir un poco más allá de lo permitido. Se acuerda, por ejemplo, de que todo el tiempo quería hacer llamadas telefónicas desde la empresa hasta que la cajera (que era su amiga) le dijo que no lo hiciera más, que tenía que honrar su lugar de trabajo. Aunque en ese momento se quedó pensando lo que habría querido decir, ahora lo comprende y se ha convertido en una de las enseñanzas que más la han marcado en su vida. "Hoy me di cuenta de qué significa hacerle honra a lo que te toca, a tu trabajo, a tu casa, a tu cuerpo".

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Operación retorno

Cuenta que el "proceso de despegue de Buenos Aires" comenzó mucho antes de que ella se diera cuenta. El último año en Argentina estudió Relaciones Públicas, pero nunca le gustó. Lo hizo un poco porque estaba de moda y otro poco porque la gente le decía que podía ser buena en eso. En un momento hasta pensó en hacer turismo, también por sugerencia de algunas personas. "Era tal mi entrevero que me guiaba por lo que me decían los demás", dice expresando la gran confusión que sentía en ese entonces, cuando todavía no había encontrado su vocación. Al mismo tiempo, una relación que tuvo durante varios años "ya estaba caduca" y se le estaba por vencer el alquiler del apartamento en el que vivía en Palermo. "Entonces empecé a pensar en la posibilidad de venir a ver a mi familia, ir y volver. A ver si desde el lado del afecto podía encontrar lo que quería hacer. Porque lo que estaba sucediendo ahí era una crisis vocacional profunda".

Dejó todas sus cosas en un depósito y empezó a venir seguido a Uruguay. Para poder costearse los viajes traía ropa de un diseñador, de una marca llamada Unmo. "No tengo ni idea por qué, cómo, pero se me ocurrió eso", dice anticipándose a mi pregunta. Y prosigue: "Me senté en una compu, armé una carta para presentarme y decirle que quería llevar su marca a Uruguay. Y empecé un nuevo camino, sin una estructura".

Para vender la ropa usó la red de su hermano, que estaba inserto en el ambiente de la música. "Cuando llegamos me llevó a Pachamama, un bar en la Ciudad Vieja que era un centro cultural muy importante. Durante la crisis de Uruguay tuvo su momento de gloria, todo el tiempo había shows. Y cuando entré había una alegría... Estaba lleno de gente y dije: 'Wow, Montevideo es lo más'". Afirma que la experiencia adquirida en Buenos Aires le sirvió para manejarse acá y que todo le resultaba más fácil y simple. "Me posibilitó moverme con libertad, era anónima, no tenía que ajustarme a ningún estereotipo, lo que hiciera estaba bien". De todos modos confiesa que tuvo momentos de bajón, sobre todo porque le costaba obtener ganancias. "Vendía más barato de lo que me salía la ropa en Buenos Aires, iba a ser inviable".

Definir una identidad

¿Cómo pasaste de esto a tener tu propia marca?, le pregunto. "Conocí a varios diseñadores a los que les dejaba la ropa para que la vendieran. Y uno de ellos me dijo: 'Como sos vos, podrías hacer ropa'. En ese momento le dije que no, pero me quedó esa idea". Lo primero que diseñó fueron 19 camperitas, todas distintas. Estas fueron muy importantes en la construcción de la identidad de Peel, ya que el concepto de producción no seriada se convertiría luego en uno de sus distintivos: "Un mismo modelo en muchas versiones de combinaciones". Como no tenía una marca, les bordó uno de los dibujos que tenía tatuado en su cuerpo.

A pesar de que las vendió todas, menos una que aún conserva su hermano, se dio cuenta de que no iba a poder competir en este rubro, camperas había miles y mejores que las suyas. Se preguntó qué era lo que no había en el mercado y la respuesta fue "bombachitas de colores", algo que se estaba poniendo muy de moda en Buenos Aires pero que aún no había llegado a nuestro país. "Entonces ahí bajé de la nube de la que estaba en Argentina y pasé a tener determinadas certezas, que me hicieron tomar decisiones concretas. Para mí eso era nuevo, y lo viví y lo experimenté acá en Uruguay".

Su primera tallerista fue Mabel Carreño, con quien cuenta que aprendió mucho y "se peleó un montón". Al igual que en la casa de deportes, siempre quería ir un poco más allá de lo permitido. "Aunque no sea lo ideal hacer esto, probemos", afirmaba demostrando una actitud que probablemente haya contribuido al éxito del emprendimiento. Ella hacía el molde de las bombachas, combinaba las estampas y texturas, agrupaba los elásticos y luego se las llevaba a Mabel. Así de artesanal y personal era la producción, y por este motivo le tenía tanto cariño a cada una de las prendas que hacía que hasta le costaba venderlas. "Me sabía las prendas de memoria, era como muy obsesivo. En ese momento y por muchos años estuve en todos los procesos de la empresa".

Cuando la invitaron a participar de un desfile de la tienda Tiempo Funky tuvo la necesidad de empezar a hacer corpiños. "Estuve toda la noche para hacer dos partes de arriba", comenta. Así, de a poco y sin quererlo, la marca iba tomando forma y fuerza.

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Emprender en tiempos de crisis

Srta Peel surge de la coprotagonista de la serie Los Vengadores, Emma Peel. "En realidad al personaje lo descubrí después. El nombre lo había escuchado en una ronda de charlas y en el momento de pensar en cómo llamar a la marca me acordé, y dije: 'Srta Peel'. Después descubrí al personaje y me encantó, es un referente de la moda", expresa con admiración y orgullo.

En agosto del 2002 Srta Peel abrió su primer local en un espacio dentro del boliche Pachamama. En abril del 2003 se mudaron a la galería La Madrileña, ubicada en el centro, gracias a un micropréstamo de 30 mil pesos otorgado por Fundasol, una compañía que ofrece préstamos a pequeñas empresas.

El primer público de la marca fueron los lectores de la revista Pimba!, gente relacionada con los rubros publicidad, audiovisual y diseño, debido a que varios modelos Peel aparecían en esa revista. "Estamos hablando de otra época, donde no estaba todo tan globalizado, donde no era tan fácil acceder a las cosas. La industria nacional estaba un poco deprimida, había subido el dólar y no se compraba online. Entonces las personas recibían muy bien todos estos movimientos que aportaban color, vida. Había mucha gente haciendo cosas, no solo Srta Peel, y eso le daba otro peso", comenta acerca del clima emprendedor en el que le tocó desarrollarse. Contrariamente a lo que se puede creer, el momento de crisis en el país fue para ella una oportunidad de ofrecer algo diferente. "Y si no hubiese empezado en la crisis capaz que no me hubieran dado bola. Hoy si alguien lanza una marca de lencería está bien, pero hay un montón de gente que lo hace", afirma.

Apostar a más

A principios del 2009, Loreley entendió que era momento de un cambio, de hacer un "reseteo". Por este motivo, se desvinculó de la administración del local, convirtió su cuarto en un taller, comenzó a armar un plan de negocios y se postuló a la ANII para recibir consultoría en marketing y administración. "Hasta ese momento había estado muy metida en lo cotidiano: en la tela, en el pespunte, en las terminaciones y en la venta; el haber salido de ahí me permitió ver las cosas desde otra perspectiva", comenta respecto a esta etapa de transición en la empresa.

A través de una investigación de mercado, definieron cuál era el mejor lugar para que se instalase Srta Peel. Fue así que en 2011 el local se mudó para 21 de Setiembre y Ellauri, donde se encuentra en la actualidad. "Un hito importante fue cambiarnos de barrio. Democratizar la marca, hablarle a un público más amplio y desarrollar más las colecciones al tener un espacio más grande", afirma esta emprendedora que se atrevió a dar el paso necesario para que Srta Peel fuera lo que es hoy.

A pesar de ir creciendo, la marca nunca perdió el contacto cercano con las clientas. Algunas de ellas vivieron gran parte de su vida junto a Peel y la sienten como propia: dan consejos, escriben, sugieren mejoras, son partícipes. Este es un diferencial que a Loreley no le gustaría perder. "Queremos crecer pero hasta donde podamos sostener nuestra calidez, sin despersonalizarnos". El año pasado tuvieron una muy buena experiencia de exportación a El Salvador pero por ahora no están buscando salir a ferias internacionales. "Todavía hay mucho mercado para explorar y para crecer en Uruguay". No quiere hablar de los números, pero afirma que la facturación de la empresa crece todos los años y es optimista respecto a las oportunidades actuales del mercado para emprendimientos como el suyo. "Entre las grandes marcas la competencia es cada vez más fuerte. Es el momento para las pequeñas escalas con un valor agregado", sostiene.

Ya para finalizar le pregunto por su vida fuera de la empresa y me contesta: "¡No tengo vida fuera de acá!". Y continúa: "Santino y Peel son mis hijos, mi vida gira en torno a ellos". Sin embargo, enseguida me cuenta que le gusta mucho la música, ir a ver recitales en vivo y que hace dos años comenzó a tener contacto con la música tropical uruguaya. "Capaz que algún chico que me gustaba escuchaba plena y me volví bastante militante, me hice amiga de algunos músicos", comenta con una sonrisa pícara. Lo que más le gustó de esta actividad es que no tuviera relación con su trabajo como diseñadora. Agrega que hace un tiempo practicó yoga Kundalini y que ahora está por irse a un retiro espiritual llamado Mujer de Luz, en el que pasará dos días haciendo yoga, meditando, cantando mantras y conociendo la historia de otras mujeres. A futuro le gustaría continuar mejorando su calidad de vida y seguir creciendo con Peel. "Veo todo como parte de una búsqueda que empezó ayer, continúa hoy y seguirá mañana. Las cosas no están cerradas".

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Ser mujer y empresaria

"Es importante tener una mirada amorosa hacia vos misma porque no te das ni cuenta pero hay muchas personas alrededor tuyo que se meten contigo por ser mujer, abusan. A veces son cosas muy sutiles, como un chiste. Me ha pasado en ciertas situaciones con proveedores de pensar que si fuese hombre no me estarían hablando de ese modo. A veces no es tan fácil porque no es algo que te dicen, es algo que hacen, un límite que traspasan, y no les gusta que una mujer les ponga un freno. También está el estereotipo de la mujer empresaria que es mala, archibruja y seguro que no la quieren. Ahora estoy leyendo un libro de la jefa de operaciones de Facebook que trata justamente de eso. Casi lo devuelvo porque no me gustan las fórmulas mágicas pero empecé a leerlo y me sentí muy identificada".

El diseño textil en Uruguay

¿Creés que hubo un auge de diseñadores uruguayos? "Sí, en los 10 últimos años con la creación de la MoWeek y de la Cámara de Diseño la gente se empezó a reunir. La MoWeek es un evento que te permite llegar a un público ávido de ver y comprar productos uruguayos. Y la Cámara de Diseño lo que hizo fue poner en el tapete determinados temas, hacernos conocer las herramientas que hay de apoyo para los emprendedores textiles y de diseño en general. Por ejemplo, el año pasado fui a Colombia Moda, que es una feria textil en Medellín, y Uruguay XXI me financió parte del pasaje".

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