En una década en la que el cómic era aún considerado un género minoritario, "Hergé" esbozó a la edad de 21 años y tal vez desconociendo el alcance que tendrían, las primeras viñetas de la aventura del reportero belga más famoso, llegado a Moscú donde no tardaría en enfrentarse al GPU, precursor del célebre y temido KGB, el servicio secreto soviético.
La denuncia del régimen soviético efectuada por "Hergé" fue aclamada y motivó a su autor para lanzar a su personaje a una serie de viajes que le llevarían hasta algunos de los rincones más soñados por los amantes de la aventura: desde los pasadizos de las pirámides de Egipto a las frondosas selvas suramericanas, pasando por los fumaderos de opio en China y, ¿por qué no?, la Luna.
Tintin logró cautivar a sus lectores por las posturas abiertas de su "padre" ante conflictos de variado origen, por la perfecta combinación que realiza entre sus dotes para el dibujo, su capacidad narrativa y la diversidad de sus personajes, algunos tan recordados como el capitán Haddock o los Hernández y Fernández.
"El secreto del Unicornio" y "El tesoro de Rackham el Rojo", de 1944, fueron lasque más ejemplares han vendido en todo el mundo.
"Hergé" hizo de Tintin una figura nacional, algo que se recuerda a quien llega a Bruselas en avión, ya que apenas poner pie en tierra asiste a una gran reproducción del cohete rojo y blanco en el que el dibujante mandó a su personaje a la Luna en 1953 y 1954 a través de dos títulos: "Objetivo: la Luna" y "Aterrizaje en la Luna".
En 1976, Casterman, editor de toda la saga, publicó la última aventura de "Hergé": "Tintin y los pícaros", a los que precedieron otros tan memorables como "Stock de cock" o "Tintin en el Tíbet".
La Fundación "Hergé" contribuye también a mantener viva la figura del célebre personaje organizando exposiciones como la que se celebra actualmente en Barcelona, titulada "Tintin y los barcos", o en Leiden (Holanda), llamada "Tintin y los Incas".
(EFE)