A las 11 de la mañana, el sonido de un cohete dio el pistoletazo de salida a la multitud que se agolpaba a lo largo de la calle del Cid y la plaza del pueblo de esta localidad de la costa mediterránea española.
Aunque el consistorio sólo encarga 100.000 kilogramos, la empresa distribuidora incluye también el excedente de este tomate, de la variedad pera, por lo que, en algunas ocasiones, como este año, se necesita un camión más para transportar y repartir las hortalizas.
Gafas de bucear para proteger los ojos, gorros de baño -algunos con forma y color de tomate-, cáscaras de sandía a modo de sombrero, pelucas, monos de limpieza, pistolas de agua o raquetas ayudaron a los "lanzadores" a ganar terreno ante sus adversarios en esta particular batalla veraniega.
Mientras, otro río de color rojo recorría el pueblo, el provocado por las mangueras de los servicios de limpieza dedicados en pleno a borrar de fachadas y calles las huellas de los tomates.
El alcalde de Buñol, Fernando Giraldós, aseguró que el Ayuntamiento tiene el reto de mejorar los accesos a la población, ya que cada año quiere acudir más gente a la Tomatina.
De hecho, esta conmemoración no estuvo oficialmente permitida hasta 1959, y su organización no recayó en manos municipales hasta 1980.
(EFE)