“Generalmente las historias de inmigrantes como las de tus papás tienen que ver con la del Estado protector, con la escuela pública, laica, gratuita y obligatoria. Con los servicios del Estado a disposición de estos inmigrantes. En tu caso, en realidad, a nivel de educación, sos primera generación del St. Andrew’s…”. Así fue la pregunta de Facundo Ponce de León a Ernesto Talvi sobre su educación.
“Empecé en la escuela pública. Papá quería que fuera a la escuela pública pero fui un año, cuando vivíamos en avenida Italia y Centenario. Después mamá insistió de que quería que aprendiéramos inglés, que era fundamental. Y lo convenció a papá. Entonces empecé en el St. Andrew’s cuando el St. Andrew’s nacía. Era un colegio chiquito, nosotros fuimos la generación fundadora”, dijo el candidato.
Según Talvi, los padres siempre le dijeron que la mayor herencia que podrían dejarle sería la educación.
“En ese momento todavía la educación pública era buena, pero mamá quería que aprendiéramos idiomas. Entonces decidieron mandarme a un colegio que fuera doble horario y que fuera de habla inglesa”, dijo.
“En una familia de clase media uruguaya era primero la educación como obsesión, que la cargo hasta hoy. Y dos, los idiomas: fui a un colegio inglés para aprender un idioma que fuera útil en la vida”, dijo.
Mirá el video de arriba, en el que Talvi habló de educación y dijo que sus propuestas son “para que la educación pública vuelva a ser el orgullo del país”.
En otro tramo de la entrevista también habló de las cuestiones de clase y de barrio. Contó que vivió en avenida Italia y Centenario desde que nació hasta los 5 años. “Como yo era muy muy muy inquieto –jugaba a la pelota en el apartamento, andaba en cochecito y armaba destrozos de todo tipo y color– mamá le dice a papá: 'Manuel, mirá si este verano nos podemos ir a una casa con jardín'. Entonces alquilamos una casita muy chiquita en la calle Líbano en Punta Gorda para ir de veraneo”, dijo Talvi.
“Parece que fue un cambio de vida el que yo experimenté al tener un lugar donde poder expandirme, salir a la calle y jugar con chiquilines en la calle. Realmente quemar la energía. Entonces decidieron mudarse a una casa muy cerca, a cuatro cuadras, donde viví hasta los 27 años que me fui a estudiar el postgrado a la Universidad de Chicago”, agregó.
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