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Por José Valentino Ruiz - The Conversation*
*Es director y profesor de Negocios y emprendimientos musicales en la Universidad de Florida, músico y ganador de dos Grammy —uno como productor en 2015 (Mejor álbum de jazz latino) y otro como compositor, en 2020—.
Desde que existen los álbumes, estos han ofrecido a los oyentes asombro, esperanza, verdad y realidad sobre el estado de la condición humana.
Esto se logra mediante un esfuerzo grupal. Artistas, productores, compositores, ingenieros, diseñadores de arte y escritores de las notas incluidas en el álbum seleccionan y presentan cuidadosamente una banda sonora estructurada, con pistas secuenciadas de tal manera que lleven a los oyentes en un viaje. Esto proporciona un breve orden a las vidas a menudo caóticas de los oyentes.
Pero ¿qué sucede si escuchamos las canciones del álbum de un artista al azar en lugar de en el orden previsto?
Esto no era un gran problema cuando el oyente tenía que adelantar el cassette al lugar correcto o mover la aguja del tocadiscos al corte apropiado. Pero la llegada de los servicios de streaming significó que mezclar el orden de las pistas del álbum estaba a solo un clic de distancia, o incluso a veces venía así por defecto.
El 19 de noviembre de 2021, Adele lanzó su cuarto álbum, 30, y convenció con éxito al servicio de streaming Spotify para que cambiara su configuración predeterminada y no reprodujese de forma aleatoria las pistas de su nuevo álbum.
Siento mucha simpatía por la posición de Adele.
Como compositor ganador del premio Grammy Latino y músico ganador del premio Emmy, que ha producido más de 90 álbumes, así como alguien que enseña gestión musical y emprendimiento, sé por experiencia la importancia de la secuenciación de álbumes, es decir, el arte de organizar pistas del álbum para transmitir sus temas.
Los productores tenemos en cuenta que el arte es humanidad expresada. Como tal, intentamos crear álbumes que reflejen las experiencias de la vida personal.
Y así como las historias tienen sentido solo cuando se tiene el contexto del principio y el final, los oyentes deben comprender el impulso que dio lugar al álbum.
Los productores también tienen en consideración las distintas etapas necesarias para crear un álbum. El filósofo de educación musical John Kratus expuso las cuatro etapas involucradas en su estudio de los procesos musicales creativos:
La primera etapa implica una exploración del concepto del álbum. Es aquí donde se discuten y establecen los temas del álbum.
La segunda etapa son los procesos de improvisación. Aquí es cuando los músicos trabajan juntos para crear estructuras de canciones, ritmos y letras para transmitir los temas.
Luego viene la tercera etapa: la composición o documentación del álbum. Esto se logra en el estudio de grabación con ingenieros y productores de audio, quienes determinan las versiones finales de las canciones que se pondrán en el álbum.
Finalmente, la cuarta etapa es la ejecución creativa o la entrega del álbum. Esto se lleva a cabo después de la grabación e involucra la estrategia de marketing y comunicación para promocionar el álbum a través de conciertos, vídeos musicales y entrevistas. El equipo creativo decide en qué medios y plataformas aparecerá el álbum.
El proceso anterior se demuestra casi a la perfección en el documental de los Beatles dirigido por Peter Jackson, The Beatles: Get Back.
El metraje revela a los cuatro miembros de posiblemente la banda más influyente atravesando el proceso creativo.
Primero, discuten el fundamento de una canción: la exploración. Luego crean la estructura de melodía, armonía y ritmo de la canción a través de la improvisación. Después graban el repertorio del álbum: la composición. Finalmente, ensayan las canciones a interpretar dentro de un orden específico para futuros conciertos: entrega.
Otra variable importante es el orden de las canciones del álbum de manera que se adapte a diversos requisitos.
Por ejemplo, está ordenado para ayudar a equilibrar la degustación y la apreciación. Si el álbum tiene demasiadas canciones intensas al principio, por ejemplo, canciones de tempo rápido, ruidosas y llenas de interacción musical, el oyente puede asumir que el artista no tiene en cuenta el ritmo de la “historia” y los niveles de energía del álbum como un todo.
Un productor también quiere evitar la fatiga sonora, que puede suceder cuando un oyente se agota con un álbum que tiene demasiada intensidad musical al principio. Para lograr esto, los productores se aseguran de que las canciones varíen en instrumentación, progresión armónica y niveles dinámicos cuando se colocan una a continuación de la otra.
El orden de las pistas también puede influir en la empatía y la relación de los oyentes con la visión que el artista tiene del álbum al reflejar los temas de las canciones o las historias de vida del artista en el orden en que se manifestaron en la vida real. Por ejemplo, un músico podría estar contando una historia autobiográfica a través de las canciones que reflejan su cronología en la vida real.
Bruce Springsteen habló en su autobiografía de 2016 de la intencionalidad del orden de las canciones de su álbum Born to Run, para dar a los oyentes la impresión de un día que transcurre desde temprano en la mañana hasta tarde en la noche. Igualmente, el saxofonista Michael Brecker, ganador de varios premios Grammy, ordenó su último álbum, Pilgrimage, para reflejar las etapas finales de su vida mientras enfrentaba un cáncer.
Los diferentes artistas y géneros se acercan a los álbumes de diferentes maneras. Pero hay ciertas categorías según las cuales se pueden ordenar los álbumes. Un ejemplo estándar que sugiero de cómo se puede ordenar un álbum de 12 pistas es el siguiente:
Pista 1: Un himno con mucha energía, vitalidad e intensidad, con ricas texturas instrumentales.
Pista 2: Una pista de tempo medio con menos texturas instrumentales, letras. La idea es expresar más vulnerabilidad.
Pista 3: Un número de mucha energía con texturas instrumentales completamente diferentes. Por ejemplo, si la pista 1 usa muchos instrumentos acústicos, la pista 3 será más digital.
Pista 4: Una balada fuerte.
Pista 5: La segunda canción más poderosa del álbum, generalmente con un tempo y un compás diferentes; por ejemplo, podría ser un vals o una canción de estilo swing.
Las pistas 6 a 11, que tradicionalmente habrían estado en el lado “b” de los álbumes de vinilo, tienden a ser más relajadas y menos preocupadas por el atractivo comercial. Se centran en transmitir matices más filosóficos y poéticos.
La última pista del álbum, la pista 12 en este ejemplo, es generalmente nostálgica o no se resuelve por completo ni lírica ni musicalmente. El objetivo suele ser inspirar al oyente a comprar el próximo álbum.
Esta estructura no está escrita en piedra, pero si los lectores acuden a su álbum favorito, existe la posibilidad de que se apliquen algunas de las reglas anteriores.
La secuenciación de los álbumes suele ser una de las etapas finales y tiene lugar durante lo que se denomina una “sesión de detección”.
Durante esta etapa, los artistas, productores, asesores y publicistas participan en la secuenciación del álbum para garantizar que los temas del álbum se comuniquen de manera fluida y la visión del artista se pueda entender al escuchar el álbum desde el principio hasta el final.
Reflexionar sobre todo lo que implica la secuenciación de las pistas de un álbum puede dar a los amantes de la música una mejor comprensión de por qué la petición de Adele de no reproducir en formato aleatorio su disco es apoyada por tantos músicos. Al hacer clic en escucha aleatoria, los oyentes pueden perder el mensaje, así como el viaje sonoro que se ha creado cuidadosamente.
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