Los nukak son tribus nómadas con su propia lengua y costumbres. Son personas con una gran memoria gráfica. Ellos no cuentan sus años ni miden el tiempo como nosotros, por lo tanto no saben qué edad tienen, además suelen contar con varios nombres, pues se los cambian continuamente en los primeros 10 años de vida. Nukak significa "somos gente" y maku es un término que entre ellos se considera peyorativo y que significa "los no gente", el resto de la humanidad somos los kauede (blancos y otros indígenas).
Entre los integrantes de esta tribu la poligamia es común, Joaquín (hijo del líder wembe) tiene tres esposas. "Siempre y cuando las puedas mantener, puedes tener el número de esposas que quieras", confesó este chico que no aparenta más de 23 años.
Desde el principio fueron cazadores, recolectores y pescadores. Si bien aún siguen realizando estas tareas ya no con tanta frecuencia como hasta hace algunos años. El conflicto armado y la extracción de recursos en esa zona los ha desplazado hacia diferentes puntos del departamento.
En ocasiones algunos deciden irse del resguardo y queman sus casas para partir a otras reservas como Caracol, El Capricho, Guanapalo o Macusito, aunque muchos se quedan y se dedican a la agricultura.
Uno de los días que compartí con ellos fueron a pescar, esta tarea la realizan solo los hombres y ese día iban a hacerlo con barbasco, un bejuco que atonta a los peces y permite atraparlos con más facilidad ya que pueden recogerlos con la mano. Otras de las actividades es la recolección de frutas y la caza de monos, que les sirven de almuerzo, esta tarea está reservada para los indígenas que se encuentran en el interior de la selva.
Las mujeres hacen artesanías, tejen con fibra de palma de cumare diferentes objetos como hamacas, pulseras y mochilas, que luego pintan con achiote, una semilla de color rojizo que extraen del árbol del mismo nombre.
El achiote también lo utilizan para elaborar la pintura característica que llevan en sus rostros y cuerpos, mezclado con otras sustancias los ayuda a prevenir picaduras de mosquitos, aunque este "maquillaje" también tiene connotaciones espirituales, puesto que al pintarse se sienten protegidos. Según el fotógrafo inglés Piers Calvert "los nukak usan la pintura en el rostro como armadura, llevar esos dibujos les da la fuerza que necesitan para enfrentar la selva". Ellos conocen bien la selva y desde pequeños les enseñan a sus hijos a amarla y respetarla.
En la actualidad los nukak se encuentran en situación de vulnerabilidad. Sumado a las enfermedades de alto riesgo este pueblo indígena se enfrenta a nuevas problemáticas relacionadas con el conflicto armado. El desplazamiento forzado, el narcotráfico, las fumigaciones con glifosato (un herbicida no selectivo de amplio espectro), el reclutamiento y el fuego cruzado entre diferentes actores armados han reducido la capacidad de movilidad de los nukak en su propio territorio. Ya no pueden entrar a la selva ni desplazarse como antes; sus costumbres y hábitos han sido alterados.
A pesar de que son pueblos nómadas se han asentado temporalmente en resguardos como Aguabonita, cerca de los centros urbanos. En alguna de nuestras visitas, Mauricio (otro integrante de la tribu) confesó que "es muy difícil acostumbrarse a quedarse en un mismo lugar durante semanas o meses".
Este tema resulta aun más complejo por el choque cultural y social que se genera entre los nukak y las personas que habitan los centros urbanos, ya que piensan muy diferente. Si bien todavía existen grupos de familias viviendo en la selva, estos son muy reducidos.
Los nukak no tienen establecido el concepto de la propiedad privada y por este motivo suelen mantener enfrentamientos con los dueños de fincas que los llaman ladrones cuando sacan frutas de sus árboles, pero para ellos los árboles son de todos.
A pesar de varios choques culturales, y de que su cercanía con los centros urbanos ha modificado algunos de sus hábitos y los ha vuelto menos confiados, los nukak son personas nobles, amables, orgullosas de su cultura y muy valientes.
Ir a Aguabonita es ver en un día a día la resistencia de personas que viven en la mitad del conflicto colombiano, es un pequeño proceso de paz, cotidiano y menos difundido, pero más valiente y humilde.
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