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Uruguay, país boutique

Hasta la pandemia en 2020, el PIB de Uruguay creció en forma ininterrumpida durante 17 años a una tasa anual promedio del 3.8 por ciento
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06 de junio de 2023 a las 17:00

Una persona muy especial, con solo esas dos palabras, capturó la esencia de nuestro país. Por si quedara alguna duda sobre si esa caracterización tan perceptiva es merecida, Uruguay XXI la confirmó en una presentación en la que describe sus atributos más salientes. Con respecto a los indicadores económicos, la presentación destaca en forma impactante su evolución sumamente positiva durante los últimos veinte años— período que obviamente incluye los tres gobiernos del FA. Fernando Pereira difícilmente hubiera logrado elaborar una mejor herramienta electoral.

Hasta la llegada de la pandemia en el 2020, la presentación destaca que el producto bruto interno (PIB) creció en forma  ininterrumpida durante 17 años a una tasa anual promedio del 3.8 por ciento. Los números van acompañados de una gráfica que muestra claramente que este nivel de crecimiento está por encima del resto de América Latina y que es significativamente más alto que el logrado, en el mismo período, por Argentina y Brasil. Muestra también que el ingreso per cápita en Uruguay es más del doble que el promedio de la región y que está, según el coeficiente de Gini, distribuido con una mayor equidad que en el resto de los países. 

Siguiendo con el área económica, se destaca también que en 2012, durante el gobierno de José Mujica, Standard & Poor’s, una de las tres principales  agencias calificadoras de riesgo del mundo, le otorgó a Uruguay el grado inversión. Las otras dos, Moody’s y Fitch, también se lo otorgaron poco tiempo después. A partir de entonces, la calificación de Uruguay siguió mejorando año a año.

Es interesante señalar que en el 2011 a Azucena Arbeleche fue designada como Directora de la Unidad de Gestión de Deuda, cargo que desempeño hasta el 2014 cuando renunció para sumarse a la campaña de Luis Lacalle Pou. Seguramente que desde ese cargo Arbeleche jugó un papel prominente en las comunicaciones con las agencias que fueron necesarias para obtener el grado de inversión. Seguramente también esto la ayudó cuando, ya ministra del actual gobierno, debió acudir a los mercados financieros internacionales para colocar US$ 2,000 millones de deuda; colocación que se llevó a cabo a tasas de interés sumamente favorables.  Durante el gobierno del FA, Arbeleche muestra que al Uruguay se le puede prestar y, durante el de la coalición, obtiene el préstamo— esto solo puede darse en un país boutique como el nuestro.

La presentación muestra que el stock de inversión extranjera directa pasó de estar por debajo del 20% del PIB en el año 2000 a un 49% en el 2020, lo que coloca al Uruguay significativamente por encima del 34% de promedio de la región. Esto va acompañado con los más altos valores en el área de ESG (Environment - Social - Governance) y el menor riesgo país de toda América Latina.

Siempre fue difícil criticar la gestión del equipo económico del FA. Un punto flojo, sin embargo, que se menciona en forma recurrente es el déficit en el presupuesto de casi un cinco por ciento que se incurrió en el último año de gobierno del FA. Este aspecto, sin duda importante, debería ser considerado conjuntamente con los déficits moderados incurridos en los otros 14 años (en varios de ellos por debajo del 2%), así como, con los logros económicos tan positivos que, a través de Uruguay XXI, señala el propio gobierno actual.

Fuera del área económica, la presentación destaca el liderazgo de nuestro país en conectividad, energías limpias (número dos en el mundo) y calidad de vida. De ahi la cantidad de extranjeros que, no solo de Argentina, se vienen a radicar en nuestro país. Hoy nos visitan turistas de todas partes del mundo. Todos logros importantes que obviamente no fueron alcanzados en los últimos tres años sino que se arrastran a varios años atrás.

Esta situación tan envidiable en la que se encuentra nuestro país se debe a una multitud de factores. Entre ellos hay dos de importancia preponderante. Primero, la fortaleza de sus instituciones y el respeto con el que se las maneja. Segundo, la sucesión de buenos gobiernos que Uruguay ha tenido, con alternancia de partidos políticos, a partir del retorno a la democracia en 1985.

Como se sabe, el electorado de nuestro país esta dividido en dos grupos ideológicos de dimensiones similares. A medida que se aproximen las elecciones, la polarización que normalmente se palpa se intensificará significativamente como consecuencia de las respectivas campañas electorales. Sin embargo, aquellos que puedan ignorar el ruido electoral y evaluar el posible resultado con ecuanimidad, deberían llegar a la conclusión que, ya sea con Alvaro Delgado, o con Yamandú Orsi como presidente, Uruguay continuará estando bien gobernado. Esos ciudadanos ecuánimes deberían también admitir que la capital de este país boutique necesitaba un salón de espectáculos de nivel internacional como el Antel Arena.

(*) Nicasio del Castillo es un contador uruguayo que completó el International Tax Program en la Escuela de Leyes de la Universidad de Harvard y ejerció su profesión desde Nueva York.

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