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Yemen: entre combates y embargo

Las necesidades humanitarias son enormes en el Yemen de hoy, marcado por una situación de inestabilidad interna constante. La inseguridad, junto con los obstáculos relacionados con el bloqueo, provoca que sea extremadamente difícil hacer llegar la ayuda. Médicos Sin Fronteras (MSF) relata desde adentro los desafíos de brindar asistencia en un contexto de enfrentamientos constantes, escasez de medicinas y combustible
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27 de octubre de 2015 a las 05:00

Por Christine Buesser, coordinadora de proyectos de MSF en Yemen

Cuando dejé la oficina de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Ámsterdam para ir a Yemen, no estaba en mis planes quedar varada 10 días en Yibuti, un país que queda al noreste de África. El aeropuerto de la capital yemení, Saná, acababa de ser bombardeado, dejando la pista de aterrizaje fuera de funcionamiento. Pero después de haber trabajado en otras oportunidades con MSF en zonas de conflicto, sé que siempre existen obstáculos entre nosotros y las personas afectadas.

Estaba ansiosa por llegar y frustrada al saber que cinco colegas también estaban varados en Yibuti, mientras que nuestro equipo en Saná no tenía suficientes personas para operar con eficacia. Pero finalmente abordé un pequeño avión y llegué al aeropuerto internacional de Saná la tarde del 13 de mayo.

La terminal de llegadas estaba vacía. Además del grupo de funcionarios que tramitaba nuestros pasaportes, no había otras personas en el lugar. Las salas estaban vacías y los mostradores también. El aeropuerto parecía estar abierto solo para nosotros. El impacto de los bombardeos se podía ver en las ventanas, en los edificios y en los hangares que estaban medio destruidos alrededor de la pista de aterrizaje.

Más allá del aeropuerto, las calles vacías y esparcidas con basura se contraponían con la arquitectura distintiva de los edificios de Saná, rodeados por hermosas montañas. Había largas filas de autos y motos parados frente a estaciones de servicio que no estaban en funcionamiento. Contemplé hileras de edificios destruidos, dando cuenta de lo poderosas que deben haber sido las explosiones para hacerlos caer. Y me pregunté si la gente logró huir a tiempo de allí.

En la casa de MSF, me encontré con el resto del equipo. A causa de los ataques aéreos, la oficina ya no era considerada segura, por lo que mis colegas trabajaban entre las mesas, computadoras, teléfonos y cables de la sala de estar. Se veían cansados después de haber pasado noches sin dormir y con un gran volumen de trabajo.

Mi primera prioridad al llegar fue evaluar la situación de seguridad en la provincia de Al Dhale, en el suroeste del país. El personal internacional había sido evacuado de los hospitales que estábamos apoyando en marzo debido a los intensos combates y bombardeos. Nuestros colegas yemeníes estaban sosteniendo el proyecto, pero muchos no podían llegar al trabajo a causa de la inseguridad. Necesitaban desesperadamente apoyo de los que acabábamos de llegar.

En los días que siguieron, teníamos todo listo para enviar a Qataba desde medicina y un pequeño generador hasta una impresora, mantas y almohadas. Desde allí, realizaríamos nuestro camino a la ciudad de Al Dhale, al otro lado de la línea de frente.

Llegada a Qataba

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Llegué el día en que los ataques aéreos alcanzaron las posiciones armadas hutíes. Cada vez que una bomba atacaba un objetivo cerca del hospital donde vivíamos y trabajábamos, podía sentir la tierra temblar y un cambio en la presión de aire dentro de mi cuerpo. Durante los ataques, las mujeres y los niños se amontonaban en el pasillo del hospital, algunos de ellos llorando. Otros pacientes abandonaron las instalaciones cuando empezó el bombardeo, ya sea para conocer cómo se encontraban los miembros de su familia, o porque tenían miedo de que el hospital se convirtiera en el próximo objetivo de ataque.

Los días que siguieron fueron frenéticos e intensos mientras los enfrentamientos se intensificaban entre las partes del conflicto y la línea de frente se desplazaba. Teníamos pocas horas de sueño ya que estábamos recibiendo de día y de noche personas con heridas graves. Además de atender a los pacientes, el equipo estaba trabajando fuertemente para reforzar el edificio del hospital con sacos de arena y traer más suministros médicos.

Los combates y bombardeos en Yemen perturban la vida cotidiana, pero tal vez el efecto más devastador de este conflicto es la falta de combustible, de provisiones básicas y de servicios esenciales como el agua, el saneamiento y la salud. Casi todos los hospitales y las farmacias en las áreas en las que trabajamos han cerrado.

Además de proveer atención médica de emergencia, queríamos asegurar que las mujeres y los niños tuvieran un lugar seguro donde ir cuando se enfermaran. No transcurrió demasiado tiempo hasta que el hospital de Qataba se llenara de bebés gritando, niños llorando y madres preocupadas. Para algunas mujeres, el único sitio donde poder verbalizar sus temores estaba en el consultorio médico, y nosotros estábamos allí para ellas. Algunos estaban tan traumatizados psicológicamente que sus síntomas eran físicos. Se quejaban de tener dolores corporales, dolor de cabeza, náuseas y de sufrir desmayos. Tenían tanto miedo que ya no podían dormir. A menudo sentía ganas de llorar cuando los miraba a los ojos y escuchaba sus historias.

A veces, yo tampoco podía dormir porque durante toda la noche oía las explosiones de cohetes Katyusha, utilizados por ambas partes en el conflicto. El ruido ensordecedor de los cohetes aparentemente fue diseñado para infundir miedo.

Cruzar la línea de frente

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Con un nuevo equipo de personal internacional estableciéndose en el hospital de Qataba, nos preparamos para visitar la estructura médica que apoyamos en la ciudad de Al Dhale.

Mientras atravesábamos los frentes del conflicto, estaba alerta pero nerviosa, esperando oír el sonido de las balas.

No había nadie en el camino más que nosotros. A veces zigzagueábamos alrededor de barreras improvisadas hechas de rocas. Mientras nos acercábamos a la ciudad de Al Dhale, vi a unos pocos yemeníes trabajar en el campo, a pesar del riesgo de recibir disparos.

Al llegar a la ciudad vi una extraña escena. Si bien a lo lejos podía oír disparos, los comerciantes aún estaban vendiendo frutas y verduras en el mercado y la gente paseaba por las calles. Durante los combates muchas personas habían huido a los pueblos cercanos en busca de seguridad. Pero desde que los grupos armados leales al exiliado presidente Abd Rabbuh Mansur Hadi habían tomado el control de la ciudad, parecía que la vida cotidiana había vuelto a la normalidad.

Sin embargo, pronto se hizo evidente que la situación no había vuelto en absoluto a la normalidad. Al Dhale se encuentra cortada al norte y al sur por los combates, líneas de frente cambiantes y numerosos puestos de control, lo que significa que los suministros, incluidos los medicamentos, no pueden pasar. Los centros de salud y los sistemas de agua y saneamiento también han colapsado.

Los habitantes me han comentado que el acceso a la atención sanitaria sigue siendo un desafío, no solo porque los centros de salud están cerrados, dañados o se han quedado sin medicamentos, sino también por los problemas de inseguridad y de transporte. Una médica me dijo que estaba preocupada por aquellas mujeres embarazadas de los pueblos cercanos que habían tenido complicaciones durante el embarazo o el parto y que no pudieron llegar a un hospital debido a la falta de combustible.

Actualmente, MSF está apoyando los servicios de emergencia en el hospital de Al Dhale. También está donando medicamentos y suministros médicos a otros centros de salud de la zona, y suministrándoles combustible y agua limpia. Con el bloqueo de gasolina, para nuestros equipos es una lucha diaria poder tener los generadores de los hospitales en funcionamiento para mantener los servicios de emergencia abiertos. Sin combustible, no hay electricidad. Sin electricidad, no hay esterilización, no hay concentradores de oxígeno, no hay luces en la sala de operaciones. Sin una esterilización adecuada, un cirujano se ve obligado a operar a pacientes con instrumentos quirúrgicos potencialmente contaminados.

Dar esperanza

Durante el tiempo que estuve en Yemen, MSF fue la única organización internacional trabajando en Al Dhale, con personal yemení y también internacional. Una persona me dijo una vez: "No he tenido nada por lo cual sonreír en semanas, pero al verlos a ustedes hoy aquí, tengo una sonrisa en mi rostro ya que me dan esperanza tanto a mí como a mis compañeros yemeníes".

En las semanas que estuve en el país, traté de mantener los servicios de emergencia en funcionamiento y ayudar a que la asistencia sanitaria estuviese disponible para aquellos que lo necesitaban. Pero más allá de haber provisto atención médica, los momentos como los que he compartido con las mujeres en los hospitales me recuerdan que la dignidad, la esperanza y la solidaridad significan mucho. Creo que es por eso que muchos de nosotros brindamos asistencia a gente en situación de riesgo: porque creemos en un mundo donde las personas no estén destinadas a sufrir solas.
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MSF

La organización inició su labor en Yemen, en 1986 y trabaja ininterrumpidamente en el país desde 2007. Actualmente realiza proyectos médicos en las provincias de Adén, Ibb, Saná, Al-Dhale, Amran, Sada, Taiz y Hajjah. A la fecha, casi 800 trabajadores internacionales y locales de MSF se desempeñan en el país (entre equipo internacional y local).

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