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Ojos de madera, la película interminable

La ópera prima del actor, dramaturgo y director de teatro Roberto Suárez, se estrenó siete años después de haber sido rodada
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28 de octubre de 2017 a las 05:00
En la azotea de un edificio de la calle Guayaqui, frente a un puñado de amigos y varios vasos de cerveza a medio tomar, Roberto Suárez leyó el guión de su primera película como director. Era un verano del inicio del siglo XXI, el fin de la temporada de su pieza El bosque de Sasha. Era, también, el origen de un camino larguísimo, arriesgado, demencial, utópico, por momentos tortuoso. Ojos de madera se rodó en 2010. Se estrenó el pasado jueves.

El día del preestreno, Suárez creyó que iba a haber un apagón, Pero no. La cinta se proyectó hasta el final. Cuando la pantalla se fundió a negro y aparecieron los créditos, los espectadores aplaudieron con ardor, como solo se aplaude lo imposible, aquello que se espera con anhelo creyendo que no va a suceder jamás. Al día siguiente, sentado contra una de las ventanas del bar San Rafael, mientras tomaba una Coca Cola para combatir los efectos de la celebración de la noche anterior, Suárez dijo: "Se terminó una etapa".

Roberto Suárez (47) es director, autor, actor. Su último trabajo dirigiendo teatro, Bienvenido a casa, se estrenó en 2012. La pieza es recordada como uno de los trabajos más fascinantes que ha dado el teatro nacional de las últimas décadas. También es el hombre de los ojos hipnóticos, la mirada misteriosa, el pelo salvaje, la caja de cigarrillos Nevada de 10 en el bolsillo del jean, la vida sin fechas ni referencias concretas al paso del tiempo; el niño que creció en Reducto donde de regalo en la pollería del barrio le daban una pata de pollo para que jugara; el nieto de una mujer con herencia gitana; el artista al que César Troncoso se refiere como "el mesías y sus más de 12 apóstoles"; el padre de una niña de dos; y todo lo que jamás se podrá conocer o definir.

Suárez escribió Ojos de madera a los 25 o 26. No lo recuerda bien. Lo que sí se acuerda es de lo obsesionado que estaba, en aquel entonces, con el relato de E.T.A. Hoffmann El hombre de arena. "Esa visión de la realidad trastocada tiene mucho que ver con la película", cuenta.

Tiempo después apareció el cuento de Pinocho, no la versión Disneylandia, la original del italiano Carlo Collodi. La sinopsis de Ojos de madera dice del largometraje lo siguiente: "Víctor, un niño de 11 años, es adoptado por sus tíos luego de un traumático accidente donde fallecen sus padres. Su vida, debido al stress causado por el accidente, se convierte en un infierno plagado de visiones aterradoras que lo acosan".

Suárez agrega: "Un día me cayó la idea de que Víctor es un Pinocho, es algo que está muerto y de pronto tiene alma".

La locura. La muerte. Las obsesiones de los artistas, de Suárez, de incontables personas más. Del otro lado, Ojos de madera exponiéndolos con maestría y belleza. Siempre oscilando entre lo monstruoso y lo hermoso. "Es una película experimental. Éramos un grupo de personas que estábamos experimentando en el mundo audiovisual. Para mí no tiene un género. Hubo una necesidad, en su momento, de salir del naturalismo y tocar ciertas zonas del expresionismo, pero manteniendo un contacto con la realidad", afirma su director.

Rodaje: poner la vida en pausa

Roberto Suarez
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Suárez habla, siempre, en plural. Nunca es él solo. Así trabaja en teatro y así lo hizo en su primera experiencia cinematográfica. Ojos de madera empieza con una placa negra que lleva la firma de Suárez y, además, del codirector y coguionista, Germán Tejeira, del director de fotografía, Arauco Hernández, y de los directores de arte, Francisco Garay y Paula Villalba.

Junto con Pedro Cruz (Víctor en la cinta, hijo del actor Yamandú Cruz, ahora un joven de 20 años), César Troncoso, Florencia Zabaleta (en los papeles de los tíos) y el elenco compuesto por más de 20 actores, el director y su equipo trabajaron con esa intensidad muy propia de los procesos artísticos y creativos de Suárez. Primero ensayaron, como si fuera teatro. Troncoso, compañero de ruta de Suárez durante años en obras como Kapeluz, La fuente del abismo, Rococó Kitsch o El bosque de Sasha, dice que siempre se pregunta por qué esa forma de ensayo que hicieron en Ojos de madera no se reproduce con más frecuencia en el cine. "Lo que él hace que es inédito", dice Troncoso.
"Hubo una necesidad, en su momento, de salir del naturalismo y tocar ciertas zonas del expresionismo, pero manteniendo un contacto con la realidad" Roberto Suárez codirector y coguionista
Después filmaron. El rodaje duró poco más de veinte días. El presupuesto les alcanzaba para eso. Hoy, muchos opinan que tendrían que haber filmado más. De hecho, un año después, parte del equipo rodó nuevas tomas. "Si fuera por mí seguiría filmando, haría una película interminable. Que, cada tanto, la exhibís y la vas cambiando", dice entre risas.

El día que el rodaje terminó, Paula Villalba caminó rumbo a su casa en la calle Barrios Amorín. En un punto del trayecto se dio cuenta de que el verano estaba por terminar. "Perdí la noción del tiempo", cuenta ella. El recuerdo que tiene de esas semanas es que eran interminables, que siempre daban más y más y más, el nivel de preocupación por el detalle y la perfección era elevadísimo, nunca había un fin. "Teníamos un grado de familiaridad y tantos códigos compartidos que era muy placentero en sí mismo", dice.

Durante años todos los que formaron parte del largometraje, cada tanto, se preguntaban si algún día se estrenaría. Ojos de madera tiene para Suárez un tinte maldito. Su definición es: "Fue un proceso enorme y pesadillesco. Murió mucha gente en el camino". Dice que recién a principios de 2017 la historia empezó a funcionar. Habían pasado siete años desde el rodaje. "(Con Guillermo Casanova, montajista y productor) tomamos la decisión de cambiar una escena que es clave. Fue ahí cuando le encontramos el suspenso. Ese fue el punto de quiebre e incorporar el color. La película fue pensada en blanco y negro entonces usar color en determinado momento fue un riesgo, pero necesitábamos oxígeno porque era cada vez más y más pesada", explica Suárez.

El teatro en el cine o viceversa

Roberto Suarez
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Para Villalba hay una imagen, de las tantas, que podría definir esos días de filmación. Allí están ella y Francisco Garay tirando agua contra una de las paredes de la casa. La humedad se tenía que notar.
"Lo visual era parte estructural del relato. Con el presupuesto que teníamos nos jugamos a hacer una ambientación que te lleva a finales de la década de 1950. Que se anticipara de alguna manera esa oscuridad que iba a venir después. Que transmitiera la sensación de que algo puede pasar en cualquier momento con esa familia, con ese niño. En las charlas previas hablábamos mucho de la ominosidad. El concepto lo veníamos trabajando en Rococó Kitsch, El bosque de Sasha, El hombre inventado. Esa trilogía fue mostrando cómo nos íbamos volviendo cada vez más oscuros y esa oscuridad llega a su máxima expresión acá".

Ojos de madera es un cuento infantil siniestro y perturbador, un retrato muy peculiar de la locura en la niñez, una mirada de lo extraño en la vida cotidiana. Troncoso lo explica así: "Esto es el mundo de Roberto Suárez. Esta película tiene la textura y el color que tiene porque Roberto y su banda son como son".

Suárez es director de teatro y más allá de la frialdad de la pantalla hay una atmósfera que trasciende la imagen lejana. "Tiene una densidad, una textura teatral. El haber elegido hacerla en una época distinta ayuda. Hay una rareza. Podría ser en un país alejado, en algún lugar cerca de Rusia. Incluso también la intencionalidad de los rostros fue buscada así. Te da esa sensación de cuento infantil ruso", asegura su director.

Más allá de toda la alegría de la etapa final, cuando descubrió que el sonido funcionaba, que la música original de Nicolás Rodríguez Mieres y Manuel Scabone resuelve magistralmente lo que no cuenta la imagen, Suárez insiste en la película, el cine, como un ser muerto. La vida está en el teatro.

"En el teatro vos tenés la chance de seguir transformando la obra. El vivo y la emoción del teatro en un ensayo no lo llevás al cine. Podés ensayar hasta el último día. Y después podés cambiar las escenas porque te das cuenta de que ya no vibra. Podés llegar a modificar la trama, si querés", explica.

El alivio

Pasaron más de 20 años desde que Suárez escribió Ojos de madera. "Desde un lugar, tiene poco que ver conmigo ahora. Si vos me decís: '¿Harías la misma película ahora?' Te respondo: 'Ni loco'. Mi vida ya está en otra cosa. Para mí que se estrenara fue un alivio. La redondeamos. Que podría haber sido mejor, por supuesto", dice Suárez.

Troncoso cuenta que, en todos esos años en los que la película permaneció en pausa él pensaba: "Acá hay un tipo con un potencial y con un ojo bastante diferente al del resto. Tendría que seguir para adelante. No puede ser que se tranque". Y concluye: "Salimos de ese lugar y muy bien parados. La película no tiene baches, cierra el cuento que quiere contar".
"Acá hay un tipo con un potencial y con un ojo bastante diferente al del resto" César Troncoso actor
Villalba rebobina hasta 2010 y recrea el espíritu de la época: "Todos sabíamos que estábamos haciendo tremenda película. Éramos todos una manga de enfermos apasionados". Así es Roberto Suárez.

Una cierta mirada

El nuevo proyecto escénico de Roberto Suárez y su grupo teatral se llama Mi entierro. Son cinco obras en una. Están ensayando desde hace un año, y todavía les queda un año y medio más: "En 2019 estrenamos, dos años y medio de trabajo, cortito", dice Suárez.

Cada noche, después del ensayo, pasaban por la puerta del teatro Odeón, cerrado desde hace décadas después de un incendió que lo destruyó en 1995. De tanto en tanto miraban para adentro.
Hasta que un día encontraron que estaba en venta y llamaron al celular que mostraba el anuncio de internet. Eran las 11 de la noche. Del otro lado contestó una francesa. La historia cuenta que la mujer y su pareja lo compraron cuando se remató temiendo que se convirtiera en un parking o una iglesia pentecostal. Cuando Suárez les contó lo que pensaba hacer allí, la francesa le respondió: "Ojalá puedan revivir el alma que se quemó en el incendio".

Florencia Zabaleta –actriz de Ojos de madera, integrante del equipo de la obra La estrategia del comediante– dice: "Esas cosas solo le pasan a Roberto". "Con él entendí el teatro, la esencia del trabajo colectivo y lo que es sentirse creador. Trabaja de una manera tan generosa que sentís que sos parte de ese todo. Jamás trabajé con nadie que llegue a cada ensayo con 300 ideas distintas. No le para la cabeza y en esa vorágine te mete. Es un tipo que hace funcionar los grupos, sabe potenciar y neutralizar. Es un soñador. Y eso se contagia. Trabajar con él es un viaje creativo y de vida. La vida y el teatro pasan a ser lo mismo", asegura Zabaleta.

Troncoso lo define así: "Su magnetismo y su carisma son innatos, no hay una construcción allí. Eso se ve reforzado con el talento que tiene y que lo demuestra cada vez que hace algo". Villalba está convencida que lo que Suárez plantea "es absolutamente inédito en lo escénico". "Te involucrás en un proyecto artístico y el que lo lleva con mayor exigencia es él. Lo que hace es alquímico. Esta es su opción de vida, su causa. Está claro que este es su modus vivendi e implica comprometerse totalmente. Así son los resultados de sus procesos. Te puede gustar o no pero no se puede discutir el valor artístico que tiene. En Ojos de madera vos vas a vivir una experiencia, no vas a ver una película", concluye Villalba.

Duración


65 minutos es la duración de Ojos de madera. Suárez dice que en un momento del proceso de producción se extendía a 80 minutos. "Era un embole", recuerda.

Funciones

Jueves, viernes, sábados y domingos de octubre y noviembre a las 18.15 y 21.45 en la Sala B del Auditorio Nelly Goitiño (18 de Julio 930). Las entradas se puede adquirir en Tickantel o en la boletería de la sala. Suárez dice que, si a la película le va bien, la idea es llevarla a una sala más teatral con características determinadas para poder lograr el clima perfecto.

Premios

A lo largo de estos años, la película recibió apoyos y galardones del Fondo para el Fomento y Desarrollo de la Producción Audiovisual Nacional, Programa Ibermedia, Montevideo Socio Audiovisual, Centro Nacional Autónomo de Cinematografía de Venezuela y del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales de Argentina.

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