Los de las obras de arte más importantes que se han hecho sobre la suerte de los más pobres y desposeídos de la tierra pertenecen a un director de cine que en su momento fue tildado de reaccionario y conservador: John Ford. Basta una mirada a Viñas de ira (1940) y ¡Qué verde era mi valle! (1941) para comprender lo absurdo de la acusación.
La primera de las dos películas se basó en la novela homónima de John Steinbeck, ganadora del premio Pulitzer, que retrataba con maestría el éxodo de la miseria provocada por la crisis de 1929 en Estados Unidos. A través del destino de una familia, se describía la devastadora situación de millones de personas que se desplazaban de los territorios centrales y sureños hacia la costa oeste del país, en busca de trabajo y comida.
Tanto el libro de Steinbeck como la película de Ford mostraban que ese paraíso prometido no existía y que lo que había en California era una despiadada explotación del hombre por el hombre. Una cura peor que la enfermedad.
Ahora, gracias a la investigación realizada por el historiador Douglas Brinkley y el actor Johnny Depp, se publica Una casa de tierra, una novela inédita del gran cantante de folk estadounidense Woody Guthier, que se sitúa en la misma época y trata los mismos problemas.
No obstante, una de las diferencias de esta obra con el antecedente citado, es que Guthrie opta por contar la suerte de los miserables que decidieron quedarse en su tierra natal en vez de emigrar al Oeste. Otra, es que el desastre ecológico y humano que provocó el llamado Dust Bowl (tazón de polvo) que asoló el país con extrema virulencia en la década de 1930, adquiere un carácter metafísico en la novela, que muestra a un matrimonio joven empecinado en prosperar a como dé lugar, a pesar de vivir en condiciones infrahumanas.
Inédita hasta que Brinkley y Depp la encontraron, la novela es un vivo retrato de una época desoladora, pero también un canto a la vida y a la resistencia ante la adversidad.
En este sentido la novela constituye una prolongación natural de Guthier: un cantante pobre pero exitoso, autor de más de tres mil canciones y venerado entre otros por Bob Dylan, que se hizo eco de la causa de los más desfavorecidos toda su vida.
El libro es en parte autobiográfico, ya que Guthier nació en Oklahoma y experimentó en carne propia los desastres naturales y económicos de la época. También porque, al igual que el matrimonio Hamlin, el cantante estaba obsesionado con la construcción de casas de adobe como solución al problema de las tormentas de polvo y clima extremo en Estados Unidos.
Es allí, en una tierra asolada por la naturaleza y el ser humano, donde Tilke y Ella May desarrollan un amor sin límites, conmovedor y puro, que los hace luchar cada día por un futuro mejor, que en su caso es poder cambiar su desvencijada casa de madera por una hecha de tierra.
Resulta sorprendente el inicio, con una larga escena erótica contada con maestría. Ese comienzo a pura piel y sentimiento, con una pareja capaz de hablar de sus sueños y proyectos mientras hace el amor en un granero destartalado, pone al lector en alerta de que está ante un libro distinto.
Sencilla y lineal pero con momentos de brillantez, la novela muestra que Guthier tenía una prosa particular, capaz de mezclar el argot con la reflexión filosófica, todo encadenado por largos párrafos que acumulan sugestivas imágenes. Hay en la novela una rebeldía latente en cada página que vale la pena leer. Esa misma que se observaba en la mirada cristalina de Henry Fonda sobre el final de Viñas de ira. Esa misma que en algún momento representó al espíritu americano.
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá