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Paloma Herrera y su vuelta adonde todo empezó

Fue una de las mejores bailarinas de ballet del mundo y ahora busca llevar su experiencia a la principal compañía argentina
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07 de mayo de 2017 a las 05:00
La música clásica llenaba cada uno de los rincones de su casa y ella bailaba. Con sus saltos y coreografías inventadas sobre la marcha recorría todas las habitaciones de su hogar en Buenos Aires soñando e imaginando los aplausos, las luces y el escenario. Nadie más en su familia demostraba tanto amor por la danza como ella, y un día, cuando cumplió 7 años, le pidió a su madre que la llevara a la escuela de ballet del Teatro Colón. Una vez que pisó el suelo de la sala de ensayos nunca más lo dejó, nunca más se preguntó si era su vocación y nunca más dudó. Para Paloma Herrera fue amor a primera vista.

Y así, como pasos en una coreografía, la carrera de esta bailarina argentina despegó: a los 8 años entró al ballet del Teatro Colón de Buenos Aires, a los 9 ya ganaba torneos internacionales, a los 14 logró llegar a la final de uno de los concursos más prestigiosos de Europa en Bulgaria, y a los 15 años consiguió una beca en la escuela del American Ballet Theatre de Nueva York, donde estuvo seis meses.

"Era mi sueño. Cada uno tiene su compañía preferida; hay gente que adora a los rusos (Bolshói), o la Ópera de París, pero para mí el American siempre había sido la cima. Crecí viendo videos de (Mijaíl) Baryshnikov, las películas que él hacía, los videos de Don Quijote; era una compañía que había sido parte de mi infancia", contó Herrera a El Observador en su paso por Montevideo para asesorar al Don Quijote del Ballet Nacional del Sodre (BNS).

Su plan, al principio, era simple: iba a estar el tiempo acordado de antemano en la escuela del American, aprendiendo y bailando junto a los mejores bailarines del mundo; además podía asistir a todas las funciones en el Lincoln Center de esa ciudad, y eso para ella ya era suficiente.

Sin embargo, cuando faltaban pocos días para su retorno a Buenos Aires escuchó que había audiciones para contratar nuevos integrantes para el elenco y pidió permiso para presentarse. Aunque ya había mandado todas sus cosas para Buenos Aires, consiguió ir al casting y su vida cambió.

"Me había quedado con un par de puntas (zapatillas de ballet) y la ropa justa para la audición, porque a los pocos días me volvía. Cuando terminó la clase, me dijeron que tenían un contrato para mí. Fue una de las experiencias más locas que viví, porque cambió mi vida por completo", contó.

"Me había quedado con un par de puntas y la ropa justa para la audición porque a los pocos días me volvía. Cuando terminó la clase, me dijeron que tenían un contrato para mí"

En Estados Unidos, Herrera pasó de ser una estudiante a una profesional con tan solo 15 años; mudó su vida desde Argentina a Nueva York y adoptó un idioma que no hablaba. "Cambió mi vida para siempre", aseguró.

Herrera estuvo 23 años bailando en Nueva York, donde cada noche era especial para una ciudad que la vio convertirse en primera bailarina de la compañía y en una de las mejores del mundo. En la Gran Manzana la argentina participó en infinidad de funciones y espectáculos, incluyendo La bayadera, La bella durmiente, Giselle, El lago de los cisnes, Don Quijote y El corsario. Entre los compañeros que estuvieron junto a ella en las noches neoyorquinas de ballet se encontraba el director del BNS, Julio Bocca.

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Herrera en una de las funciones de su carrera
Herrera en una de las funciones de su carrera

Sin embargo, así como cuando llegó el momento de firmar su primer contrato no lo dudó, tampoco lo hizo cuando sintió que debía dar un paso al costado. Consciente de que estaba en uno de los mejores momentos de su carrera, Herrera se retiró a mediados de 2014, a los 38 años, y dedicó un año entero a despedirse de su mayor pasión sobre el escenario. Aunque, como bien se podía suponer, no pudo estar alejada de la danza por mucho tiempo.

Colgar las puntas

Cuando Paloma Herrera anunció que se retiraba de la danza y que volvía a Buenos Aires a vivir después de estar más de 20 años en suelo estadounidense, muchos le dijeron que estaba loca, que no podía volver a Argentina y menos cuando estaba en su mejor momento. La bailarina, sin embargo, pensaba diferente.

"Había bailado absolutamente todo lo que quería. Siempre supe que me iba a retirar joven, porque uno siendo bailarín ve a otros que siguen demasiado tiempo y no quería que me pasara a mí", explicó.

De vuelta en la ciudad que la vio nacer, Herrera se encontró con una vida muy distinta a las exigencias de su carrera. Durante el tiempo que siguió a su año de despedida –que incluyó una serie de funciones en el Teatro Solís de Montevideo–, la ahora exbailarina aprovechó para conocer su país, visitar escuelas de ballet argentinas y enfocarse en la escritura de un libro sobre su vida, proyecto que verá la luz dentro de pocas semanas y del que habla con el orgullo propio de alguien que deja un pedacito de su alma en cada nuevo emprendimiento.

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Paloma Herrera estuvo en el Sodre dando clases al elenco
Paloma Herrera estuvo en el Sodre dando clases al elenco

"Me abrió mucho la cabeza poder poner todas mis experiencias en el papel, mirarlo con otra perspectiva, pero a la vez muy cercana porque había dejado de bailar hace muy poco", dijo.

El Colón

En medio de esa tranquilidad, y en un momento en que Herrera se sentía feliz, su vida giró de nuevo en una dirección inesperada, alterando sus planes: las autoridades del Teatro Colón le ofrecieron la dirección artística del ballet de la institución, compañía que la vio nacer como artista.

"Al principio le dije (a la dirigencia) que no necesitaba el cargo. No soy de las personas que necesitan el nombre o el estatus, ni estar debajo del foco. Jamás me interesó eso. Bailé porque era lo que amaba, hice todo lo que hice porque me daba felicidad, no porque quisiera llamar la atención, ni ser el centro ni nada. Por eso fui muy sincera con la dirigencia", aseguró Herrera.

Al final la convencieron. ¿Cómo? Garantizándole que se trabajaría bajo sus pautas y que efectivamente podría lograr una diferencia en la compañía.

"Necesito que los bailarines bailen más, que tengan un buen repertorio, que vengan maestros a reponer obras, que se pueda hacer giras, y quiero estar involucrada en los ensayos, porque la danza no es aprenderse los pasos y salir al escenario, es mucho más que eso. Fui con muchos pedidos, y la dirigencia me dio seguridad. Por eso me subí al barco".

Tomar la dirección del ballet del Colón supuso todo un reto para Herrera, que nunca había estado tan exigida y demandada como ahora. Pero, como siempre sucedió en su vida, sus esfuerzos dieron frutos. "Las primeras funciones salieron divinas; los bailarines están contentos y eso me da placer, recompensa todas las horas que no duermo. Es gratificante cuando con todo ese trabajo se ve la diferencia", comentó.

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Pocos días después de que Herrera volviera al Colón, esta vez como directora, recibió un llamado especial de su antiguo compañero de elenco en el American, Julio Bocca. Además de las correspondientes felicitaciones, Bocca y Herrera aprovecharon para agendar una visita a Uruguay que ya habían pautado con anterioridad, cita que la trajo en las últimas semanas para preparar, junto al resto del elenco, la presentación de Don Quijote (ver abajo).

"Con Julio tenemos la misma cabeza, trabajamos en la misma compañía y hay ideales de trabajo y ética, además de ciertos puntos en los que coincidimos: en que no va eso de quejarse por cualquier cosa. También coincidimos en la manera de elaborar una programación y en lo que cada uno busca como compañía. Venimos de una misma línea de trabajo", dijo la exbailarina, que también tuvo palabras de elogio para la actual situación del BNS. "Es un placer ver cómo Julio cambió a la compañía de semejante manera", agregó.

"Bailé porque era lo que amaba; yo hice todo lo que hice porque me daba felicidad"

Este intercambio, además, podría llegar a ser una puerta para que el ballet del Colón se presente en Uruguay, así como el BNS suele hacerlo en la vecina orilla. "Me encantaría venir con el Colón. Personalmente tuve una experiencia hermosísima cuando bailé en mi año de despedida acá. Me presenté en el Solís y tengo recuerdos maravillosos", dijo.

Y en medio de tantos recuerdos, algunos más presentes, otros no tanto, la pregunta surgió sola. "¿Que si extraño bailar? Para nada. Hice todo lo que quise. No tengo cuentas pendientes. Este es un arte muy difícil y cuando bailaba no tenía vida, pasaba en el estudio, siempre tratando de mejorar. Está bueno decir ya está, llegué a lo máximo que pude y lo dejé ahí. Está bueno también haber dejado en un lindo momento".

La carrera de Paloma Herrera tuvo varias constantes –el talento y la dedicación sobresalen– pero ella personalmente destacó su firmeza a la hora de decidir. Fue con decisión que le dijo a su madre que quería bailar, fue con decisión que entró al American Ballet y fue con decisión que se retiró. "En las grandes decisiones de mi vida jamás dudé", aseguró, ahora desde el otro lado del escenario en el que tantas veces triunfó.

Don Quijote y un recuerdo único

Para Paloma Herrera la obra Don Quijote es especial. No solo es uno de los espectáculos que más representó en el escenario, siempre en el rol principal de Kitri, sino que además forma parte de la noche más especial de su carrera.

"Una función que para mí fue once in a lifetime (una vez en la vida), fue la primera vez que hice Don Quijote. Tenía 19 años, me acababan de ascender a bailarina principal del American, y era notoriamente la más joven. Era la primera vez que hacía el Quijote completo, y lo bailé con Julio (Bocca). Fue una de esas noches mágicas, y es por eso también que Julio va a quedar siempre marcado a fuego en mi vida. Fue una de esas funciones que son irrepetibles en la carrera de una artista".

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Escena de Don Quijote del BNS
Escena de Don Quijote del BNS

Precisamente, en su libro Una intensa vida, Herrera hace referencia a varias de esas noches en un capítulo denominado Una vez en la vida.

"Uno como bailarín tiene muchísimas funciones, un montón que son hermosas y un montón que son desastrosas. Justamente esa es la vida del bailarín y es lo maravilloso, que cada función es única, no importa la cantidad de veces que uno haya hecho el rol".

Don Quijote

La producción del Ballet Nacional se estrenará el 25 de mayo en el Auditorio del Sodre e irá hasta el 9 de junio. Las entradas están a la venta en Tickantel y boletería desde $ 60 a $ 850.

Retiro

En noviembre de 2015 Herrera presentó dos funciones en el Teatro Solís a modo de despedida. Ambas agotaron entradas.

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