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Por qué tu cerebro te hace procrastinar

Consejos para enfrentar tareas postergadas en el tiempo
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16 de julio de 2018 a las 05:00
Tim Herrera
New York Times Service

Esta es una lista de cosas que hice antes de comenzar este artículo: llené los documentos para renovar mi pasaporte; le corté las uñas a mi gato; compré algunos artículos para el hogar; respondí algunos mensajes directos en Instagram, y me comí un bocadillo porque tenía hambre.

¿Te suena familiar?

Algunas de esas tareas fueron relativamente urgentes: debo tener en regla mi pasaporte pronto y esos mensajes directos de Instagram ya me estaban pesando. Pero ninguna de esas actividades eran tan importantes como escribir este artículo. Sabía que debía hacerlo, pero fue demasiado fuerte el llamado de esas tareas menores que yo consideraba urgentes.

A todos los procrastinadores que se identifican conmigo, les ofrezco una explicación: su cerebro está trabajando en su contra, y se debe a un fenómeno llamado efecto de urgencia.

Nuestros cerebros tienden a dar prioridad a la satisfacción inmediata por encima de las recompensas a largo plazo (quizá recuerdes esto por el famoso experimento de los malvaviscos). Sin embargo, un estudio realizado en febrero reveló que es más probable que los sujetos realicen las tareas urgentes más pequeñas –que tienen una fecha límite– que los quehaceres más importantes sin un límite de tiempo inmediato, aunque la opción de realizar la tarea urgente es objetivamente peor que ejecutar la más grande.

"Hablando de manera normativa", escribieron los investigadores, "la gente tal vez elija realizar tareas urgentes con periodos breves de término en vez de actividades importantes con resultados más grandes porque los quehaceres relevantes son más difíciles y la meta de realización está más lejos; porque los pendientes urgentes dan resultados seguros e inmediatos, o porque la gente desea terminar las tareas urgentes primero y después trabajar en quehaceres importantes".

En otras palabras: aunque sepamos que una actividad más grande y menos urgente es mucho más trascendental, instintivamente escogeremos llevar a cabo tareas más pequeñas y urgentes. Una vez más, gracias por nada, cerebro.

¿Qué debemos hacer? Para responder esa pregunta, hablemos de compartimentos.

Imagina un cuadrado de dos por dos con cuatro compartimentos. En la parte superior del cubo hay dos etiquetas: Urgente y No urgente. A la izquierda hay dos etiquetas más: Importante y No importante. Un día cualquiera, intenta poner todas las tareas que debes realizar en uno de estos cuatro compartimentos. Rápidamente verás que las cosas relacionadas con fechas límites cercanas a menudo no son las más importantes para ti. Por lo tanto, aparta tiempo para terminarlas después o, de ser posible, delégalas.

De manera similar, es muy probable que te encuentres con actividades que no tienen fecha límite y no son importantes. Elimínalas de inmediato de tu lista de quehaceres.

Te dejo dos ideas cruciales: si tienes problemas para averiguar si una tarea es importante, invierte algo de tiempo analizando de manera introspectiva si es esencial para ti y para tus ambiciones. En cuanto hayas detectado y organizado todas tus tareas, emplea la magia del microprogreso y divídelas en pequeñas metas para que puedas gestionarlas mejor.

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