Opinión > HECHO DE LA SEMANA

Precio y cantidad

Cuánto empleo, cuánto salario: dilema para gobernantes, empresarios y sindicatos
Tiempo de lectura: -'
18 de marzo de 2018 a las 05:00
El martes se anunciaron las grandes líneas de una nueva ronda de negociaciones salariales cuyos resultados se extenderán hasta el próximo gobierno. En general predomina la cautela: la economía crece, pero en forma despareja y con asechanzas.

Los Consejos de Salarios fueron creados en 1943 como forma de sistematizar las negociaciones mediante mecanismos corporativos y, a la vez, evitar la proliferación de conflictos laborales inconexos.
En los hechos, esas negociaciones buscan conciliar tres grandes variables: el nivel de actividad, el nivel de empleo y el salario real. El privilegio de una de ellas provoca alteraciones en las otras.

Esta vez el gobierno sugiere mantener los salarios reales de los sectores que se muestran estancados o en caída, y aumentarlo en las áreas de actividad más dinámicas. Esta vez el gobierno sugiere mantener los salarios reales de los sectores que se muestran estancados o en caída, y aumentarlo en las áreas de actividad más dinámicas.

Se asume que aumentar los salarios reales (por encima de la inflación) en los sectores de actividad más comprometidos estimulará las quiebras y los despidos. En buen romance: si se fija el precio, el ajuste vendrá por el lado de la cantidad. Pero si lo que se prioriza es mantener la cantidad de empleos, entonces el precio (el salario) deberá ser más flexible, según la situación de cada empresa.

Se trata de la eterna tensión entre salario real y tasa de empleo. Cuando toda la economía marcha a buen ritmo, como ocurrió entre 2003 y 2013, primero aumenta el empleo y luego el salario real. En ese período el desempleo cayó desde un techo récord de 16,9%, promedio anual, a 6,5%. Pero desde entonces la economía crece a una tasa inferior y despareja, por lo que el desempleo trepó hasta situarse por encima de 8%. En otras palabras: la cantidad de trabajo comenzó a caer.

Estas reglas rigen para el sector privado, claro está, pues el sector público sigue otras, más políticas que estrictamente económicas. Estas reglas rigen para el sector privado, claro está, pues el sector público sigue otras, más políticas que estrictamente económicas.

También cayó la tasa de empleo, hasta niveles de una década atrás, pues hay menos personas dispuestas a trabajar. Y se incrementó el subempleo: muchas personas trabajan menos horas de las que desearían.

Si en los sectores que ahora son menos dinámicos –como la construcción, la producción primaria, la industria manufacturera o cierto tipo de comercio–, el precio de la mano de obra aumenta más que la productividad, el ajuste se hará con más desempleo.

En la construcción, por ejemplo, que cayó drásticamente desde 2013 debido al aumento de costos, la baja productividad y la caída de la inversión argentina, los salarios son altos pero el desempleo también. La ocupación pasó de más de 72 mil personas a 45 mil. Antes que tomar empleados fuertemente sindicalizados, que presionarán por aumentos superiores a la productividad, las empresas dejan de construir o sustituyen trabajo por capital: más tecnología, más estructuras industrializadas o "prefabricadas".

Otras áreas de actividad se muestran más dinámicas. Es el caso de la producción de celulosa, la salud, los servicios profesionales, la industria turística, las comunicaciones, la producción de energía y las tecnologías de la información. Pero, en conjunto, son relativamente poco demandantes de mano de obra.

En suma: los sectores de actividad que están bien, no aumentan el empleo, y los que están deprimidos, reducen su personal.

En el largo plazo, el producto interno bruto y la masa salarial muestran variaciones casi idénticas. El punto más bajo del salario en el último medio siglo se registró después de las graves crisis económicas de 1982 y 2002.

Ahora Uruguay está otra vez, como casi siempre, en la categoría de países con ingresos altos, aunque en el escalón más bajo, muy lejos del nivel que tienen los países desarrollados. Pero los altos costos internos, la caída de la inversión y la falta de acuerdos comerciales, junto a demasiada oferta de mano de obra de baja calificación, han reducido el ritmo de crecimiento. De ahí la ansiedad del gobierno por seducir a UPM.

Tras dejar atrás los magníficos ocho años que siguieron a 2003, es probable que Uruguay continúe creciendo a una tasa de 2 o 3%, como ocurre desde 2012 y como fue el promedio de los últimos 50 años (2,6%); y que el desempleo se estanque en torno a la tasa histórica de entre 8 y 10%. Tras dejar atrás los magníficos ocho años que siguieron a 2003, es probable que Uruguay continúe creciendo a una tasa de 2 o 3%, como ocurre desde 2012 y como fue el promedio de los últimos 50 años (2,6%); y que el desempleo se estanque en torno a la tasa histórica de entre 8 y 10%.

Ese núcleo duro de desempleados, que en general aunque no siempre vive en la pobreza, está integrado por personas de baja disposición y calificación, con secundaria incompleta, dependientes de subsidios oficiales y cada vez más alejadas de la corriente cultural predominante: esos "valores de la clase media" de que tanto se habla, aunque sean difíciles de precisar.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...