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¿Puede la política arruinar su vida laboral?

Como norma general, al hablar de este tema en el lugar de trabajo se recomienda prudencia
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26 de diciembre de 2017 a las 08:26

Pasamos más tiempo con nuestros compañeros de trabajo -y con nuestros jefes- que con la familia y los amigos. Así, no resulta extraño que muchos no puedan resistir la tentación de olvidar un tema de conversación neutro como el tiempo, o incluso otro más polémico como el fútbol, y se decidan a hablar de política en la oficina, sin miedo a entrar en temas escabrosos y a emitir opiniones que pueden tener consecuencias en la carrera profesional y en la vida laboral.

La cuestión es si resulta prudente (incluso rentable) mostrar una adscripción política u opinar abiertamente sobre cuestiones polémicas en el lugar de trabajo. Cabe preguntarse cómo gestionar un posible arranque de sinceridad en este campo. Pero también cómo lidiar con el compañero (o incluso con el jefe) deslenguado al hablar de política que no muestra recato alguno al opinar sobre temas espinosos, o cómo navegar en una atmósfera laboral políticamente cargada y convencer a los colegas de trabajo para que no hablen de política durante ocho horas al día.

Parece evidente que ciertos acontecimientos o situaciones precipitan el interés por la política e impregnan nuestra vida laboral.

En Estados Unidos, tras las elecciones que llevaron al polémico Donald Trump a la Casa Blanca, un estudio de Betterworks determinó que el 29% de los empleados era menos productivo desde las elecciones, y ese porcentaje se incrementaba hasta el 35% entre aquellos que leían 10 o más artículos sobre política al día en el trabajo.

La media era de 14 artículos políticos diarios en el trabajo -18 en el caso de los Millennials-, y un 21% aseguraba leer más de 20 al día, lo que implica una media de dos horas diarias dedicadas a la lectura de artículos sobre política en el trabajo.

Joseph Grenny, cofundador de la consultora VitalSmarts, asegura que "aprender cómo se debe hablar de política en la oficina de una forma productiva puede ayudarnos a gestionar otro tipo de situaciones y conversaciones delicadas en el trabajo".

Como norma general, debe tener en cuenta que, como muchos otros aspectos de su vida personal, su ideología y posición política es sólo suya, y nunca puede ser un motivo de discriminación en su puesto de trabajo o en su compañía. A esto hay que añadir que ser muy claro -quizá demasiado- en sus ideas políticas probablemente no le ayudará especialmente. La prudencia siempre es una virtud en estos temas.

Alardear de una determinada posición política y mostrarla en público sin prudencia le perjudica profesionalmente, y tiene a largo plazo más inconvenientes que ventajas.

Cuando se trata de valorar a alguien, la imagen profesional puede quedar empañada por esa adscripción política. Esa manifestación que hace hoy quizá encaje, pero tal vez no sea lo mismo mañana.

En todo caso, una cosa es hablar de política en el trabajo y otra muy distinta es tratar de convencer a los demás y convertirse en un activista.

Y también ha de tener en cuenta que en determinados sectores resulta determinante que la ideología personal sea coherente con la de ese sector o actividad. Si la postura de una organización está claramente identificada, esto determina la política de selección y los perfiles profesionales que elige la empresa.

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