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Dos personas se atraen, se seducen y tienen sexo. Todo culmina con un orgasmo fenomenal seguido de una sensación de calma y bienestar.
¿Suena bien, cierto?
Pues para muchas personas en realidad no es así.
Para quienes experimentan un síndrome llamado disforia poscoital (DPC), en vez de disfrutar el placer que sigue al sexo, los invaden sensaciones de tristeza, vergüenza y ansiedad sin razón aparente.
"Es difícil medirla, pero después del sexo tengo una fuerte sensación de autodesprecio", dice un hombre que hizo parte de un reciente estudio sobre la DPC.
En algunos casos, la persona puede incluso volverse irritable y ser abusiva física o verbalmente, en un momento en el que supuestamente debería sentirse bien con su pareja.
Se le llama disforia porque es lo contrario de euforia y también se le conoce como tristeza poscoital.
La DPC se ha estudiado mayormente en mujeres.
Algunos estudios muestran que entre el 33 y 46% de las mujeres dicen haber sentido DPC al menos una vez en su vida. Entre el 5% y el 10% reportó haber tenido los síntomas varias veces durante el último mes.
De hecho, existe la creencia de que solo las mujeres sienten DPC, sin embargo, un nuevo estudio revela que también los hombres pueden padecer estos síntomas.
Sicólogos de la Universidad de Tecnología en Australia entrevistaron a 1.208 hombres de distintos países.
Entre ellos, el 41% dijo haber experimentado DPC al menos una vez en su vida y el 20% dijo haberla sentido en el último mes. Entre el 3% y el 4% dijo sentirla de manera regular.
"Tengo ataques de llanto y episodios depresivos después del coito", dice uno de los participantes en la encuesta.
"Siento mucha vergüenza", dice otro.
Según los autores del estudio, estos resultados muestran que la experiencia de los hombres justo después del sexo es "mucho más variada, compleja y matizada de lo que previamente se pensaba".
Los expertos indican que las causas pueden ser diversas o por una combinación de factores.
Por un lado, el DPC puede estar asociado a un proceso hormonal en la amígdala, una estructura del cerebro que se encarga de regular nuestros sentimientos y emociones.
"Durante la actividad sexual, la amígdala puede disminuir su funcionamiento y luego del acto se vuelve a activar", le dice a BBC Mundo el doctor Fernando Rosero, médico especialista en salud sexual.
Pero padecer el trastorno también puede estar asociado a estrés sicológico, otras disfunciones sexuales o factores culturales.
"La disforia también puede ser producto de una educación sexual muy restrictiva, por lo cual el sexo le puede generar cuestionamientos o angustias a la persona", explica el doctor Rosero.
En todo caso, los expertos recomiendan que ante cualquier síntoma lo mejor es acudir al médico, pues existen distintos tratamientos para la disforia.
"El sexo tiene que ser una relación de bienestar y placer", explica Rosero. "Cuando exista alguna alteración que no lo permite es momento para consultar".
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