Opinión > ANÁLISIS/ N. FERNÁNDEZ

¿Quién ganó? Pero, decime, ¿quién ganó?

El proyecto de ley de cincuentones y la embestida contra las AFAP
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16 de diciembre de 2017 a las 05:00
Lalo es del gobierno; es frenteamplista y funcionario; tiene la camiseta puesta de Uruguay, y obviamente también la del partido que siempre ha votado. Ahora está indignado, caliente, amargado, sin entender cómo pasó lo que pasó. No es el único; he escuchado a muchos lamentarse de lo ocurrido con el proyecto de ley para cincuentones, desde arriba del ring, y desde el rincón oficialista.

Pero Lalo fue el único al que sentí tan desencantado, y es el que me interpelaba en una llamada de jueves a la noche, con esa pregunta que va en el título de esta columna.

Para el análisis político, la determinación de ganadores y perdedores luego de un episodio relevante exige una mirada en lo micro y macro de cada caso y de sus circunstancias. Habíamos conversado –y discrepado– sobre el tema con el colega y amigo Claudio Romanoff, compañero de página en los sábados de El Observador.

Por eso, cuando el jueves a las 21.32 Lalo me transmitía su amargura por el acuerdo frentista sobre lo que se estaba votando en Diputados, ensayé algunas respuestas en relación con las movidas políticas.

Pero a Lalo no le conformaba nada de eso, y me repetía: "Pero, decime, ¿quién ganó con esto?".

El testigo del diálogo, un chofer de Uber, podía escuchar solamente mis respuestas.

Que el vice del MEF, Pablo Ferreri, y el diputado tupamaro Pacha Sánchez habían demostrado una destacable capacidad de negociación ente sectores que piensan muy diferente.

Que cada vez que parece que el Frente se puede quebrar, surge un instinto de preservar unidad.

Que el MEF había logrado bajar en 35% el costo de la solución legislativa que quería la mayoría frentista.

Que el ministro Murro (Trabajo y Seguridad Social) había logrado un golpe duro a las AFAP por varios lados; quitándoles fondos antes del retiro de los cincuentones, armando un fideicomiso estatal y topeando comisiones.

Que el Partido Comunista, con apenas un senador y un diputado, lograba influir y alcanzar metas, en este caso con el representante del PIT-CNT en el BPS, que conseguía una victoria muy fuerte.

Que Astori salía debilitado ante la opinión pública, porque, aunque él considerara que ganó por bajar el costo, igual tuvo que dejar un gran aumento de endeudamiento.

Que ante la gente no quedó claro cuál era su real objetivo, y que planteó dos puntos (decisión al momento de retiro y quita de 20%) y consiguió una cuarta parte: lo primero no fue aceptado y de lo segundo se le dio una quita de 10% en lugar de 20%. Y que se agregó el tema de topes a las comisiones, que aunque creyeran que estaban altas en las AFAP privadas, nadie compra que eso fue impulsado por el MEF (aunque lo haya sido).

Y que también se dio el beneficio a los que ya se jubilaron.

Que a eso se agrega que la encuesta que el gobierno recibió estos días muestra que Astori baja a su popularidad más negativa, con 21% de simpatías, 59% de antipatías y un saldo neto de -38%. (Al inicio de este gobierno tenía saldo positivo de 20%.)

Que, además, un grupo relativamente pequeño de cincuentones también tuvo un logro importante, porque con sus manifestaciones en los Consejos de Ministros abiertos lograron que el presidente se comprometiera a solucionar su problema. Sin una gran manifestación, igual obligaron al gobierno a conceder lo que pedían (e incluso cuando la OPP advirtió a la bancada frentista que la ley es regresiva).

Pero que quizá esos cincuentones no ganen, y luego incluso pierdan, porque al hacer la opción ahora se podrán perjudicar según a qué edad se retiren. Y así seguía hablándole de ganadores y perdedores...

Cada tanto, Lalo me interrumpía con su latiguillo: "Pero, decime, ¿quién gana? ¿Quién gana en serio con esto?".

Lalo decía que "se supone que cuando se legisla es para el bienestar general, es para hacer bien al país y a la gente", que eso "podrá ser parcial, pero es para el bien general o para una mayoría", que "no puede ser que se vote una ley para hacer mal, para hacer daño".

Es que Lalo no es un espectador más, lo sufre desde adentro, desde el corazón y desde la responsabilidad.

"Pierden todos, Nelson, pierde el país, pierden los niños, pierden los jóvenes, perdemos todos, ahora habrá que anticipar la reforma previsional, porque esto no da, pero, además..., ¿cómo se para el gobierno ante organismos, calificadoras e inversores, luego de aceptar cambiar reglas de juego, de ceder en la interna para que atacaran a las AFAP? Porque tampoco gana Murro, porque él quiere eliminar el régimen del 96, pero no lo va a poder hacer, entonces ¿para qué?".

La conversación continuó todo el trayecto.

Cuando le dije que legisladores blancos y colorados también votaban, Lalo no podía creerlo: "Pero ¿qué tienen en la cabeza? ¿No leen? ¿No se dan cuenta?".

Le dije que algunos lo deben haber hecho porque tienen una visión estatista y no les gusta el régimen de AFAP, y coinciden con la mayoría frentista de MPP, PCU, PVP y socialistas otodoxos, entre otros. Pero que quizá otros votaran para no dejarle la "bandera" de los cincuentones al Frente, que yo no podía afirmar algo tan triste, y prefería creer, que era porque estaban de acuerdo con la ley.

Lalo me hablaba de los niños postergados, de la necesidad de recursos en educación, de la necesidad de mejorar la infraestructura, y otras áreas, de los riesgos de una irresponsabilidad fiscal, y también de lo que deprime una ley como esta, a los que tienen que trabajar desde adentro, y poner la cara.

El auto llegaba a destino, la Cámara de Diputados seguía el debate, con mayoría amplia para la ley. "¡Te pido que escribas eso para el sábado: quién gana con esto, porque no encuentro ni uno que gana, lo único que veo son perdedores! ¡Perdedores por todos lados!", me insistía Lalo, cuyo nombre preservo dada su condición laboral.

"Bueno, che, disculpame, llegué a la fiesta del canal. Te tengo que cortar", le dije con alguna palabra de aliento, de que la vida sigue. "Pero escribí eso, por favor, decime, ¿quién ganó?", insistía la voz del otro lado del celular.

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