Sangre de Campeones, un documental se mete con las primeras glorias celestes

El Maracanazo, la pelota cruzada de Alcides Ghiggia y el negro jefe le hicieron mucho bien al fútbol uruguayo. Marcaron la pauta de lo que significa la garra charrúa y colgaron en el salón de la fama del fútbol un cuadro glorioso que vivirá por siempre. Fue una de las gestas más importantes de la historia de este deporte y engrandeció el palmarés de la celeste con una estrella que, a pesar de los años, todavía ilumina e inspira a los que defienden su camiseta.

Sin embargo, el Maracanazo también hizo mucho mal. Además de ser el centro de algunos reclamos cuando las victorias deportivas parecen distantes –"Hay que olvidarse del 50 y empezar a mirar para adelante"–, aquella final épica eclipsó, o al menos tapó, los otros tres campeonatos del mundo que Uruguay había conseguido antes. Los torneos olímpicos de 1924 y 1928 y el Mundial de 1930 han tenido una preponderancia definitivamente menor en la memoria colectiva oriental, pero ahora aquellos gestores de las primeras victorias uruguayas tienen otro momento para resurgir.

Ni Bednarik, ni García, ni Andrés Varela –productor de la película– son novatos a la hora de encarar este tipo de proyectos. Los tres, en distintas facetas de la producción, son los creadores de otros dos documentales futboleros que pusieron en la pantalla episodios fundamentales de la historia de la selección uruguaya.

Bajo el sello de su productora Coral Cine, el equipo estrenó en 2010 Mundialito, un largometraje que presentaba la polémica Copa de Oro de Campeones del Mundo de 1980, sus vínculos con la dictadura uruguaya y el espíritu de la época. Aquel documental tenía, además de mucho fútbol, aspectos políticos que no estuvieron presentes en la segunda producción de Coral, Maracaná (2014).

Ese segundo largometraje, como su nombre lo indica, ahondó en la gesta mundialista de 1950, sus protagonistas y todos los momentos épicos que surgieron antes, durante y después de que once uruguayos callaran a millones de brasileños.

Sangre de Campeones, la tercera estación en este camino de regresión temporal que hicieron Bednarik, Varela y el resto del equipo de Coral Cine, es un repaso por las historias que llevaron a Uruguay a levantar las copas de 1924, 1928 y 1930. Desde la creación de la FIFA, pasando por la independencia de los Mundiales por fuera de los Juegos Olímpicos, hasta el París de los años locos y la construcción del Estadio Centenario, Sangre de Campeones es un material que viene a iluminar una época bastante oscura del deporte uruguayo.

Cualquier oriental medianamente interesado en la historia del fútbol de su país reconocerá nombres como José Nasazzi, José Leandro Andrade o Héctor Scarone. ¿Pero sabrán que Andrade era hijo de esclavos, que en París fue disputado por las mujeres francesas y que murió solo y en medio de la miseria? ¿O que, después de ganar en Colombes los jugadores salieron a festejar y volvieron después de varios días, cada uno por su lado y a pocas horas de zarpar de vuelta a Montevideo? Como estas historias, Sangre de Campeones tiene varias anécdotas que refuerzan la narrativa de aquellas gestas deportiva dentro y fuera del país.

Además, el trabajo de archivo aparece como la principal fortaleza de esta realización, dado que posee imágenes restauradas y en excelentes condiciones de todos los campeonatos. Cuando no las tiene, recurre a ilustraciones que complementan el recurso de una forma original.

Que en cámara no aparezcan los entrevistados que van hilvanando, con sus testimonios, las historias celestes es un recurso original que se aleja de las otras dos producciones anteriores de Coral Cine. Sin embargo, los nombres de los entrevistados no aparecen siempre y esto se convierte en un problema, porque más allá de que la voz de Alfredo Etchandy –por citar un ejemplo– es muy reconocible, el espectador no tiene por qué reconocerla de oído. A su vez, la búsqueda por resaltar a las figuras más interesantes –Nasazzi, Andrade– determina que otros valores celestes pasen casi desapercibidos.

Más allá de estos pequeños problemas, Sangre de Campeones es un producto valioso porque hizo lo que generalmente no se hace: recordar a los otros campeones, a quienes hicieron que el Maracanazo de 1950 no fuera el comienzo, sino la mitad del camino. A días de que la fiebre por el Mundial de Rusia nos tome, Sangre de Campeones recuerda que arriba del escudo uruguayo hay cuatro estrellas y que en cada tranque, en cada gol, ellos también están. Ellos, los otros campeones.

El principio de Sangre de Campeones es una pequeña historia del fútbol contada en ilustraciones

París - 1924
Uruguay venció a Suiza en la final de los Juegos Olímpicos en Colombes. Allí inventó la vuelta olímpica.

Amsterdam - 1928
La celeste se coronó ante Argentina, el combinado favorito. Nacía el clásico del Río de la Plata.

Uruguay - 1930
El primer Mundial por fuera de los JJOO, se disputó en Uruguay. La celeste se quedó con el título, de nuevo, ante Argentina.