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Sin desperdicios

Aunque en nuestro país no se sabe a ciencia cierta cuántos alimentos se desechan diariamente, sí se sabe que la cifra se cuenta en toneladas. Instituciones y organizaciones tratan de buscar soluciones mediante diversos proyectos, la Red de Alimentos Compartidos es una de ellas
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05 de septiembre de 2017 a las 05:00

Por Marsha Quevedo

"La seguridad alimentaria se da cuando todas las personas tienen acceso físico, social y económico permanente a alimentos seguros, nutritivos y en cantidad suficiente para satisfacer sus requerimientos nutricionales y preferencias alimentarias, y así poder llevar una vida activa y saludable", determinó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996.

Uruguay tiene como uno de los principios básicos el derecho a una alimentación adecuada y saludable, sin embargo, cada vez preocupa más el desperdicio de alimentos que hay a diario en el país y en el mundo. Con esta preocupación latente es que, a través de un grupo de jóvenes uruguayos, surge una iniciativa solidaria y necesaria, la Red de Alimentos Compartidos (Redalco).

Todo tiene un principio


La chispa original de Redalco se dio cuando uno de sus actuales integrantes, Marcelo Sus, debió ir al Mercado Modelo por razones comerciales: necesitaba un cajón de limones. Vio en las volquetas del lugar la cantidad de frutas y verduras desechadas que en ellas había, toneladas de alimentos que, a su parecer, podían ser reutilizados y estaban por tener como destino la basura, como repollos que a simple vista estaban en buenas condiciones, con las capas de afuera de color marrón pero su interior aprovechable. Una vez que se retiró del Mercado, se juntó con sus amigos y compañeros de facultad a quienes les planteó su inquietud. Marcelo, al igual que otros integrantes de Redalco, es estudiante de la Licenciatura en Desarrollo de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, por lo que tiene muy incorporado el pensamiento de buscarle una solución a diferentes problemáticas de desarrollo en su concepción integral, esta era una de ellas.

Yamandú Plada es uno de esos amigos que junto con Marcelo plantearon un proyecto de solución a la problemática encontrada en el Mercado Modelo. Como futuros científicos sociales, estos estudiantes analizaron y estudiaron las posibles soluciones y crearon Redalco como un proyecto de la carrera, con una mirada económica y autosustentable. Una vez formulado, comenzaron a reunirse con los directivos del Mercado para buscar su apoyo para ponerlo en práctica y tener más información sobre la realidad que se vivía en el predio con los operadores comerciales y sus desechos diarios. Fueron siete las visitas experimentales y de reconocimiento, antes de comenzar a operar, ya que debían tener información para poder buscar la viabilidad económica.

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Los directivos jugaron un papel fundamental en ese momento: fueron los encargados de presentar a los jóvenes a los diferentes operadores comerciales que allí trabajan y contarles sobre la iniciativa para que ellos decidieran si participar o no. El Mercado está integrado por más de 600 operadores comerciales que trabajan día a día en el lugar y que desperdician un total de 2,4 toneladas de alimentos diariamente. Actualmente, unos 20 de ellos trabajan con la red. Los comercios que decidieron no hacerlo tienen diversas razones: hay algunos que simplemente no están interesados en la propuesta, otros ya reutilizan sus desperdicios para darle de comer a los animales con los que trabajan y otros utilizan esos desechos para hacer abono para sus plantaciones.

Durante los siete días de etapa experimental, los jóvenes lograron recuperar 100 kilos de alimentos diarios, que fueron distribuidos a instituciones gratuitamente, como una donación, lo que les permitió validar la idea, tener el proyecto cien por ciento armado y el impulso para presentarse al Fondo para Emprendimientos Solidarios para conseguir la financiación necesaria para llevar adelante el plan piloto de la idea.

El proceso

Redalco omenzó a trabajar en un espacio cedido por el Mercado Modelo, en el estacionamiento de Madreselva, al aire libre. El primer día de operativa lograron recuperar 1.200 kilos de alimentos. Luego tuvieron que aumentar la frecuencia de trabajo durante la semana, pasando de uno a tres días.

Actualmente la organización está formada por un grupo fijo de siete personas que trabajan en planificación y operativa; y por un grupo de unos diez voluntarios que realizan únicamente las tareas operativas. "Se fueron acercando más voluntarios a medida que nuestra iniciativa iba apareciendo en los medios y eso nos permitió crecer para poder organizarnos mejor y realizar un mejor trabajo", explica Yamandú. Muchos de esos voluntarios son de diferentes barrios que integran las organizaciones que forman la red, por lo que el trabajo también tiene una parte social muy rica por el intercambio de culturas y experiencias que se dan entre las personas en esas horas de trabajo compartido. "Hay un acercamiento a las realidades del otro, incluso tenemos voluntarios que se han sumado que vienen de otro países donde se realizan iniciativas similares y buscan lugares para colaborar en nuestro país", comenta Massimiliano Iannolo, economista e integrante del grupo fijo de la red.

El proceso de trabajo consta de tres etapas: recolección, clasificación y distribución. El día comienza temprano para estos jóvenes, se reúnen a las 8 de la mañana en el Mercado Modelo y comienzan con la división de tareas: un grupo se encarga de devolver los cajones que fueron utilizados el día anterior y otro se ocupa de la recolección de frutas y verduras que está para desechar en los puestos de trabajo de los operadores comerciales que trabajan con ellos. Este proceso lleva aproximadamente una hora y todos los alimentos quedan dispuestos en un gran pallet donde se procede a la segunda etapa, la de clasificación, que tiene como criterio principal el pensar en si cada uno consumiría el alimento que tiene en la mano. Esta es la etapa que lleva más tiempo, entre unas tres y cuatro horas. "Cuando terminamos de clasificar y pensamos en la cantidad de alimentos que recuperamos, no nos parece tanto el tiempo ni tan ardua la tarea, al contrario" comenta Massimiliano.

Una vez finalizada la clasificación, se procede a colocar ordenadamente los alimentos en cajones para ser distribuidos a las más de 70 organizaciones que los reciben. Pero el trabajo de los integrantes no termina allí, cuando sale el camión, salen ellos a acompañar la distribución y a generar ese contacto con la otra cara de la red. La distribución está dividida por días y por barrios: a cada organicación le corresponde su día. Las zonas que integran la red son Casavalle, Prado, Cerro, La Teja, Aires Puros, Tres Ombúes, Ciudad Vieja, Villa Española y Centro. Este proceso lleva toda la tarde. A los centros que tienen condiciones de hacerlo se les ofrece que vayan a buscar los alimentos al Mercado, lo que favorece la agilidad del proceso para llegar a aquellos que no pueden ir por cuenta propia.

La operativa no deja de funcionar en caso de mal tiempo, Aunque no cuentan con un espacio techado para poder realizarla, los integrantes de Redalco están tan comprometidos con el proyecto que no los para ni la lluvia. Acondicionan el lugar con toldos que consiguen en el mismo Mercado o que llevan ellos y continúan con la producción. "El Mercado Modelo ya ha demostrado la intención de brindarnos materiales para la construcción de un galpón, un lugar cerrado para que trabajemos, lo que tenemos que hacer nosotros es buscar la mano de obra, cosa que ya estamos haciendo. Estamos buscando financiación de distintas maneras, en breve vamos a lanzar una campaña de ayuda que será informada en nuestras redes y en distintos medios", agrega Yamandú.

El otro lado de la red

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Las organizaciones que forman la red son Centros de Atención a la Infancia y la Familia (CAIF), parroquias, centros sociales, comedores y merenderos barriales, entre otras. Redalco llegó a ellas a través de un estudio realizado en un sitio web de mapeo de la sociedad civil. Luego del primer contacto con cada una, pasaron a generar reuniones con autoridades nacionales, como con integrantes del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y del Instituto Nacional de Alimentación (INDA), quienes les otorgaron una base de datos de las instituciones a las que les podría servir participar..

Las respuestas de estas también fueron muy variadas, algunas no poseían la infraestructura necesaria para conservar alimentos, por lo que no pudieron formar parte de la red, pero las que sí lo hicieron se muestran muy agradecidas día a día por la iniciativa. "La receptividad es muy buena y la red se va ampliando cada vez más. Hoy las organizaciones tienen acceso a frutas y verduras diferentes, y pueden alimentar a su población de una manera más rica, ha sido un cambio radical para ellas. Algunas han implementado talleres de alimentación saludable o de cocina a partir de la cantidad y la variedad de frutas y verduras que reciben", manifiesta Massimiliano. "Recibimos mucho cariño de la gente y eso nos hace valorar más el esfuerzo que hacemos", agrega Yamandú.

Los costos que les propone Redalco son muy accesibles, por lo que la propuesta se vuelve muy tentadora para los centros. Basados en cálculos realizados sobre los costos operativos llegaron a los siguientes precios: un kilo de alimentos para aquellas organizaciones que no pueden ir a buscarlos ronda los 7 pesos y para las que van a retirarlos, los 5 pesos. Usualmente las organizaciones consumen entre 60 y 120 kilos, dependiendo de la población que atienden.

Seguir sembrando

Entre los planes que tiene la red están como prioridad lograr contar con un espacio techado para realizar el trabajo semanal y contar con un vehículo propio para realizar la distribución, que ahora hacen a través de la contratación de fletes. "Si tenemos ese vehículo vamos a poder reducir costos operativos y consolidar el modelo de sustentabilidad que hemos desarrollado. Una vez que eso esté asegurado, expandirnos va a ser mucho más fácil", asegura Yamandú. Otro de los proyectos es generar recetarios y talleres de alimentación para fomentar el consumo de alimentos de estación, y remontar el de frutas y verduras, que cada vez decae más por el aumento del consumo de alimentos procesados.

Utilizar los desechos que ellos mismos no pueden aprovechar y transformarlos en compost es otra idea que ronda sus cabezas. "También nos gustaría hacer jornadas de plantación de semillas de árboles frutales; plantarlos en espacios públicos y que la ciudadanía se adueñe de esos árboles, empoderar un barrio, para así generar soberanía alimentaria", sostiene Massimiliano. Estos proyectos podrían hacerse realidad si la red consigue los dos fondos de inversión a los que está postulada. "En un futuro nos gustaría trabajar de esto y poder generar fuentes de trabajo con sueldos y ganancias, pero para eso tenemos que consolidarnos aún más y necesitamos más apoyo para lograrlo, tanto de empresas como de autoridades del Estado", manifiestan sus miembros. Las familias de cada integrante de la red están orgullosas del trabajo llevado adelante por ellos y apoyan cada paso que dan. "Respiramos mucha buena energía con el grupo humano que rodea el proyecto en general", comenta satisfecho Massimiliano.

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