"Tenemos que entender que el enemigo está afuera aplicando altos aranceles en los mercados"

Es una coyuntura especial, porque la carne en el mundo anda bien, hay demanda y se vende todo lo que se está produciendo. Había una gran incógnita con India, que ingresó al mercado hace unos siete años con carne de búfalo. En los hechos India exporta un millón y medio de toneladas por año y no afectó para nada. Ocurre que principalmente en Asia la mejora económica de la población desemboca en que se aumente la demanda por la carne.

Sucede que estamos internamente con una coyuntura muy compleja. La exportación de carne está con costos muy altos en Uruguay, que pierde de vista la necesidad de tener costos equivalentes con los costos de los países que son nuestros competidores. Cuando se tienen los servicios más caros y una burocracia muy pesada, se termina complicando la competencia con los países que hacen las cosas mejor. También el costo salarial es importante, sin haberse aumentado la productividad que es algo que podría haber cubierto parte de ese incremento. Ahora vemos que el dólar empezó a acompañar con su corrección de los últimos días, lo que es una buena noticia para los exportadores si es que no suben los costos internos de igual forma. Pero recordemos que el dólar que estaba a $ 28 era insostenible.

Es un negocio emocionante. Estoy por cumplir 50 años en este rubro y puedo afirmar que es la industria de un reto permanente, desde el punto de vista del aprovechamiento de todas las partes del animal, como también de la mejor colocación por ejemplo de un corte, desglosado en tres partes. Cuando se suma el precio acumulado de los tres cortes, se observa que es muy superior que vendiéndolo en uno solo. Por eso el cuadril que le vendíamos en 1980 a Inglaterra no tiene nada que ver con lo que hacemos ahora. En la actualidad se le saca la picaña para venderla a Brasil, le sacamos la colita de cuadril para el mercado interno y finalmente el corazón del cuadril se valoriza dentro del cupo Hilton para Europa.

La trazabilidad es una necesidad sanitaria que comenzó a imponer la Unión Europea (UE) por los incidentes de la vaca loca en la década de 1990, por lo cual encontraron que la forma de poder conocer de dónde proviene y cómo se compuso la vida de un animal pasaba por un trazabilidad individual y se la impuso a todos sus proveedores. Nosotros, como país y como industria, entendimos que iba a terminar significando dos cosas. La primera era una herramienta sanitaria para la cual se diseñó y la segunda una herramienta de marketing, que le permite dar tranquilidad al importador, al distribuidor o al supermercado, con relación a de dónde viene esa carne y cuáles fueron los pasos cumplidos. Esto bien aplicado resulta en un reconocimiento del mercado. En un país que exporta más del 70% es una necesidad y ya no se discute si es necesario o no. Hoy China está demostrando al mundo que no es solo el primer importador de carne, sino que además va a exigir a todos sus proveedores una trazabilidad igual a la que tiene Uruguay.

El mercado interno en la medida que se ha desarrollado un atraso cambiario acompaña en estos momentos el precio internacional. Antes era siempre mucho más barato el mercado interno y como el dólar no evolucionó desde 2015 se observa en las gráficas que cuando sube el precio de exportación sube el mercado interno, y de la misma manera cuando baja. Hay además una íntima relación entre el precio de la hacienda en dólares y el precio del mercado interno.

Hay una historia de desconfianza del sector productor hacia la industria, pero con el transcurso del tiempo se ha generado mayor información y estoy convencido que hay cada vez menos gente que piense que la industria frigorífica tiene fundado su negocio en la especulación. Creo que los pasos que se han dado en los últimos años, fijándose un dressing máximo, la posibilidad de una tipificación automática y otras medidas adoptadas por el Instituto Nacional de Carnes (INAC) y el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) ayudan a clarificar el camino. Tenemos que entender que el enemigo está afuera, por ejemplo aplicando altos aranceles en muchos mercados. Tenemos que convencernos que de esto salimos todos juntos.

Está muy complicado. Creemos en la negociación colectiva como un buen instrumento para entenderse con los trabajadores, pero nos encontramos que cada pocas semanas hay conflictos que van surgiendo en diferentes plantas y se llega a un conflicto permanente que paraliza a toda la industria.

La carne en el mundo es un negocio firme, seguro, con precios estables. Nos da la impresión que para los próximos años tenemos un mercado internacional donde habrá espacio para colocar todo lo que producimos sin grandes contratiempos. En lo interno, estoy preocupado con los costos de Uruguay y por la intolerancia que existe a nivel laboral en nuestra actividad.

Esta negociación se tiene que cerrar en junio, porque la UE necesita de este acuerdo y el Mercosur también. No será el mejor acuerdo, pero venimos de un desgaste de 20 años. Por eso la CIF apoya decididamente a la cancillería y al Mercosur que en esta materia ha iniciado negociaciones con varios países y bloques de naciones.

Tiene 69 años.

Familia

Es casado y tiene dos hijos.

Fútbol y pasatiempo

Es hincha de Nacional y le gusta el mar.