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The end of the f***ing world: la serie que hay que ver ahora

James y Alyssa, dos adolescentes inestables y perturbados, se lanzan a una oscura y conmovedora aventura rutera
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14 de enero de 2018 a las 05:00
La mano en aceite hirviendo. Varios animales muertos en el historial. La necesidad de matar algo más grande, tal vez una persona. James tiene solo 17 años pero se sabe asesino. Psicópata. Y cuando Alyssa le habla por primera vez, sabe que quiere matarla. Pero hay algo más. El impulso –que controla con esfuerzo– no solo responde a las ganas de borrar su permanente mueca de enojo de un cuchillazo. Hay algo más. Por eso decide acompañarla y lanzarse a la ruta.

Alyssa, de 17, bastante trastornada, furiosa y con la palabra sexo rondando su cabeza de forma permanente, va y le habla a James. Él es el único diferente. Le miente, lo embauca y casi que lo obliga a robar el auto de su padre para escaparse del pueblo juntos. Lo ve vulnerable y ataca. También decide que se va a enamorar de él. Porque, tal como lo ve, juntos pueden llegar a estar bien en un mundo que los trata bastante mal.

The end of the f***ing world
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Así comienza The end of the f***ing world: con una reunión de dos entes inestables, anestesiados. Creada originalmente para uno de los canales de la BBC inglesa, la serie se estrenó en octubre del año pasado y tuvo muy buena recepción en su Inglaterra natal. Netflix, siempre atento, la apadrinó y la estrenó hace pocos días en su plataforma.

La propuesta parte de la novela gráfica homónima creada por el autor Charles S. Forsman, y resulta ideal para las vacaciones porque su duración total, compartimentada en ocho capítulos de 20 minutos cada uno, es de 2 horas 40. Como una película larga que, además, se consume vorazmente.

Estamos mal

James y Alyssa saben que están mal, pero el mundo exterior está aun peor que ellos. Por eso se escapan. Entre rutas agrestes y paisajes amenazantes (incluso desde su belleza), la pareja se lanza a la aventura con un fin: encontrar al padre de Alyssa. Como una suerte de Bonnie y Clyde modernos, como los Asesinos por naturaleza de Oliver Stone y con reminiscencias de las Badlands de Terrence Malick, la pareja experimenta la oscuridad de su interior y la contrasta con un mundo hostil. Porque detrás de cada mano amable que los auxilia al costado del camino puede esconderse un pedófilo. Detrás de cada casa que sirve como refugio hay un monstruo esperando para atacar. Pero también, entre árboles y campos, puede encontrarse la libertad y las respuestas que tanto buscaban.

The End of the F***ing World
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Tal vez sea extraño –más aun que sus personajes protagonistas– descubrir que esta es una serie de comedia. De comedia negrísima, claro, pero comedia al fin. La carcajada está ausente pero la sonrisa, incómoda y horrorizada al principio pero relajada sobre su final, aparece.

También es extraño como, de a poco, el horror y la fascinación que despiertan la originalidad de la propuesta y sus dos personajes –construidos de manera excelente por los jóvenes Alex Lawther y Jessica Barden– dan paso a una violenta y conmovedora historia sobre encontrar a aquella persona que te haga encajar en el mundo, por más zafado que se esté.

Además del trabajo de sus actores, The end of the f***ing world se nutre de dos pilares técnicos que la enaltecen como una de las propuestas más seductoras del verano. El primero, una banda de sonido espectacular, que reúne una selección de canciones que le dan el toque ideal a cada momento de la serie (¿o la película?) y gestionan a su placer las emociones del espectador.
Esta serie parte de la novela gráfica homónima creada por el autor Charles S. Forsman, y resulta ideal para las vacaciones porque su duración total, compartimentada en ocho capítulos de 20 minutos cada uno, es de 2 horas 40
El otro pilar, su fotografía. Como buena road movie, The end of the f*** world presenta bellísimos paisajes de la campiña inglesa, bosques tupidos por donde se cuela la luz del atardecer, o playas crepusculares que acompañan la melancolía de James y Alyssa. Incluso en su cara más violenta, la serie encuentra la forma de extraer la belleza, por ejemplo, de la sangre.

Como dos forajidos descastados o visitantes temporales de vidas ajenas, James y Alyssa se pierden en la ruta. Su propuesta psicópata con matices de ternura es uno de los puntos altos del comienzo de año en Netflix y no debería pasar inadvertida entre tantos grandes títulos recientes. Medio escondida y sin mucha promoción, The end of the f***ing world ofrece la oportunidad de unirse a un viaje que va de la oscuridad a la luz y que, una vez que comienza, es difícil de frenar.

¿Por qué es buena?

The End of the F***ing World originalidad
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Originalidad
Es violenta, original y oscura, pero va encontrando claridad de a poco. Y su duración es la que necesita la trama.

The End of the F***ing World actuaciones
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Actuaciones
Lawther y Barden la rompen. Tienen una química magnética como pocas veces sucede con actores jóvenes.

The End of the F***ing World fotografía y música
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Fotografía y música
Es visualmente maravillosa y el pico de calidad sube con su banda de sonido. Está en Spotify.

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Por las rutas de David Lynch

Una historia sencilla David Lynch
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La ruta, muy presente en The end of the f***ing world, siempre fue una inspiración en todas las facetas del arte. En la literatura, por ejemplo, Jack Kerouac cimentó el género beat en ella, con las aventuras de Sal y Dean en En el camino.

En el cine, todo director parece haber querido coquetear con el subgénero de las road movies alguna vez. El gran David Lynch, por ejemplo, lo hizo en varias ocasiones. La primera, con Corazón salvaje (1990), protagonizada por Nicolas Cage. En ella, un desesperado escape en la ruta se mezcla con elementos sobrenaturales. En 1999, Lynch presentó Una historia sencilla, película que siguió los pasos de un veterano de 73 años que recorre la carretera en una cosechadora para reunirse con su hermano convaleciente. Está en Qubit.

13 Reasons why

13 reasons why
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La adolescencia es una etapa, a veces, oscura. Eso plantea The end of the f***ing world y también lo hace 13 Reasons why, una serie que se estrenó a principios de 2017 y que captó la atención de los medios y los espectadores por el tratamiento que hizo del suicidio en los jóvenes. Su primera temporada está disponible en Netflix y la segunda está pautada para este año.

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