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Un edificio que Chávez expropió hace diez años ahora está abandonado

Un emblemático edificio comercial en manos del gobierno venezolano
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19 de agosto de 2018 a las 05:00
De Fabiana Culshaw
Especial para El Observador

Aquella Navidad cayó como un balde de agua fría sobre la familia Cohen cuando el 21 de diciembre de 2008 el entonces presidente Hugo Chávez dijo en cadena nacional que expropiaría el Centro Sambil, un emblemático centro comercial de Caracas.

Ante las cámaras y con la grandilocuencia por la que todavía se le recuerda, Chávez dijo: "¡Cómo es posible que en plena Candelaria (zona céntrica de Caracas), van a hacer un bicho de esos... un Sambil! No, no y no... Hay que tomar acciones. Eso no se puede permitir... Pare eso, señor alcalde, vamos a expropiarlo y convertirlo en una clínica, en una escuela, en una universidad. ¡Exprópiese!".

Alfredo Cohen, uno de los dueños del Sambil, no podía salir de su asombro. Se estaba enterando de la decisión gubernamental de esa forma, viendo la televisión. No había sido contactado antes por las autoridades, ni citado, ni advertido.

Pegado a la pantalla, sintió angustia por lo que se veía venir: su inversión y la de su familia, la de 140 pequeños y medianos comerciantes que ya habían pagado para estar presentes en el nuevo centro comercial, quedarían en la nada.


En ese entonces, el Sambil de La Candelaria estaba en su fase final de construcción, a escasas semanas de ser inaugurado. Se trata de un edificio enorme en Caracas, de 21.064 metros cuadrados, donde se esperaba la inauguración de 240 locales comerciales y que prometía ser un hito en la ciudad.

Pocos días después del anuncio de Chávez, la familia Cohen tuvo que entregar la edificación. "No se trató de una expropiación, porque expropiar significa que la otra parte paga por el bien que quita. En este caso, nunca se nos pagó nada, solamente tomaron las instalaciones y nos quitaron todos los derechos", aclaró en su momento Cohen.

Este hecho fue parte de la avanzada de nacionalizaciones, expropiaciones y tomas de empresas que emprendió el gobierno venezolano principalmente en un lapso de más de 10 años, dejando minimizado el sector privado en el país.

En el año 2005 el gobierno se hizo de grandes latifundios y luego no se detuvo: estatizó dos de las principales cafeteras del país; una planta arrocera de la estadounidense Cargill; tomó la plantación de eucaliptos de Smurfit Kappa; se hizo de la cadena minorista Éxito (grupo Casino de Francia); asumió el control de Agroisleña –la mayor compañía agroindustrial de Venezuela–; nacionalizó unidades de Cemex, de Holcin y de Lafarge; expropió los activos de la filial de Owens Illinois; incumplió contratos firmados con petroleras (lo que llevó a conflictos con Exxon Mobil y ConocoPhillips); compró el Banco de Venezuela al Grupo Santander; intervino 11 instituciones financieras entre el año 2009 y 2010. Y eso no fue todo.Más recientemente, intervino Banesco, uno de los principales bancos privados del país. La lista de decisiones de este tipo sigue en todas las áreas de la actividad económica.

El motivo de la avanzada, según los voceros del gobierno, es que las empresas en manos del Estado darían mejores dividendos, emplearían a más gente y las comunidades se verían beneficiadas. Sin embargo, la mayoría de esas compañías han quebrado, detenido o minimizado su producción, enfrentándose a grandes dificultades para operar.

Un mejor uso

Luego de la entrega del emblemático centro comercial, las obras para su finalización se paralizaron. El gobierno prometió hacer "un mejor uso" del megaedificio, pero solo puso custodias en toda la manzana.

En diciembre de 2010, dicho Sambil sirvió para albergar a unas 1.700 familias damnificadas, que perdieron sus viviendas por cuantiosas lluvias que provocaron deslaves y derrumbes en el país. El gobierno dijo que iría reubicando a esas personas en viviendas en el corto plazo, pero pasaron años viviendo entre los escombros del centro comercial inconcluso, en condiciones precarias. También fueron reubicadas en hoteles, cuyos dueños fueron obligados a poner sus habitaciones a disposición. Fue recién en diciembre de 2014 cuando el Sambil La Candelaria fue totalmente desalojado.

La edificación también fue objeto de vandalismo. "Robaron el cableado, los motores de los equipos de aire acondicionado, los tableros de servicios generales, las puertas de vidrio de los ascensores, destrozaron los techos. Pienso que los materiales son vendidos", comentó Cohen.

A fines de 2010 apareció en Gaceta Oficial la adquisición forzosa del Sambil La Candelaria, es decir, dos años después del anuncio del entonces mandatario Chávez y de su ejecución en la práctica.

En distintas oportunidades, Cohen solicitó al gobierno llegar a un acuerdo para reactivar las deterioradas instalaciones, pero no fue escuchado, a pesar de ser uno de los empresarios más importantes de Venezuela, impulsor de varios centros comerciales Sambil en el país y en el exterior, y de complejos de viviendas para sectores de clase media.

En 2014, los Cohen presentaron una propuesta al gobierno que consistía en poner en funcionamiento los locales comerciales inicialmente previstos, pero también construir lo que llamaron una "ciudad comunal" en uno de los pisos. Esta consistía en concentrar oficinas públicas en un mismo espacio, para que las comunidades pudieran acceder a los servicios de esas instituciones con mayor facilidad. La propuesta de uso mixto del mall nunca fue considerada.

Últimamente, algunas partes del centro comercial fueron habilitadas para albergar una feria escolar patrocinada por el Ministerio de Comercio. También ha funcionado como depósito de las "misiones" del gobierno. El estacionamiento sirve de taller mecánico al servicio del Ministerio de Economía y, lo más notorio, es el resto: varios pisos que están en un limbo.

Increíblemente, la familia Cohen nunca pensó en abandonar el país. "Tenemos inversiones en Venezuela y sabemos que los procesos políticos cambian", dijo Cohen. Y mientras tanto, los exdueños del Sambil han invertido en levantar otros centros comerciales en el exterior.

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