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Un nuevo acuerdo petrolero

OPEP, Rusia y otros diez países implementarán baja conjunta de su producción durante 2018
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15 de diciembre de 2017 a las 05:00
Por Alberto Bensión

Hace poco más de cuarenta años, Arabia Saudita impulsó la formación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo para regular la oferta y fijar el precio internacional. Pero en el correr de este siglo, esta situación ha ido variando en forma importante, debido principalmente a dos cambios fundamentales de orden político y tecnológico, que han ubicado a otros dos países en el mismo rol protagónico.

En Rusia, la privatización del sector petrolero dispuesta a fines del siglo pasado, después del derrumbe del socialismo soviético, permitió un desarrollo exponencial de su producción. Del otro lado del mundo, hace poco más de una década la aplicación industrial de una innovación tecnológica, el "fracking", permitió a Estados Unidos la extracción masiva de gas de esquisto y de petróleo ligero.

El resultado es que en la actualidad Arabia Saudita, Rusia y Estados Unidos tienen cada uno un nivel de producción del orden de los diez millones de barriles diarios y son los tres productores más importantes del mundo.

En este marco, la variación del precio internacional del petróleo en los dos últimos años indujo a Arabia Saudita a acercarse a Rusia, que no es miembro de la OPEP; para impulsar un acuerdo restrictivo de la producción. Así, a lo largo del primer semestre del año en curso, la OPEP, Rusia y otros diez países que no la integran, implementaron una baja conjunta de su producción de unos 1,8 millones de barriles diarios.

Este acuerdo fue concebido con el objetivo prioritario de rebajar el nivel de los inventarios de petróleo en el mundo, que estaba por encima del promedio de los últimos cinco años y ejercía una presión a la baja sobre el precio internacional. Pero el aumento de la producción de Estados Unidos neutralizó en una primera instancia el cumplimiento de ese propósito.

Por esto fue que a fines de mayo, vencido el plazo del acuerdo, el mismo grupo de países decidió su extensión hasta el próximo mes de marzo. Desde entonces, a partir de un nivel de precios del orden de los US$ 45 el barril, la progresiva reducción de los inventarios y varios acontecimientos de la política internacional fueron empujando al alza al precio del petróleo, hasta alcanzar en estos días un pico de US$ 65.

En línea con esta realidad, y con el fin de asegurar su continuidad, a fines del pasado mes de
noviembre la OPEP acaba de decidir una nueva extensión de la rebaja de la producción en curso, ahora hasta fines del 2018, con una instancia intermedia de evaluación a celebrarse en el próximo mes de junio. Para ese entonces se espera tener una mejor idea sobre la evolución de los inventarios de petróleo, que aún mantienen un cierto exceso sobre los niveles del pasado. Ello permitirá decidir sobre las acciones posteriores al fin del acuerdo.

Rusia ya fue decisiva para cerrar el convenio que ha regulado la producción de este año y volvió a prestar su apoyo al reciente acuerdo de extensión de la rebaja en curso hasta fines del 2018. Es previsible la continuidad de este entendimiento con Arabia Saudita.

Pero Moscú reclama ahora una mayor precisión sobre los pasos a seguir después del fin del acuerdo, a fin de atender a dos de sus diferencias principales con respecto a los países de la OPEP.

La primera de ellas es que Rusia tiene una política de flotación cambiaria, que es muy dependiente de la evolución del precio internacional del petróleo. La segunda es que su producción de petróleo no está en manos de una única empresa de propiedad pública, sino que además proviene de varias empresas privadas. Justamente, son éstas las que están aportando una visión más cautelosa sobre las posibilidades de éxito de la prolongación del acuerdo de rebaja de la producción, por temor a una expansión superior a la previsible por parte de Estados Unidos.

El mercado está ahora en una posición coincidente con la intención de los firmantes de los acuerdos de este año. Más aún, Arabia Saudita acaba de confirmar que desea mantener al precio internacional del petróleo por encima de los US$ 60 el barril. Además, ha anunciado que dispone de una capacidad ociosa de dos millones de barriles diarios para volcar al mercado ante el eventual incumplimiento de alguno de los firmantes o un aumento superior al previsto de la producción de Estados Unidos.

Es en este último punto el que está expuesto a la mayor incertidumbre.

En el año que termina, el número de las exploraciones petroleras en Estados Unidos fue el mayor desde fines del 2015, al punto que la producción sobrepasó los 9 millones de barriles diarios. Pero hacia adelante, hay una diversidad de proyecciones sobre el posible aumento de la producción. Mientras hay quienes sostienen que la industria ya ha alcanzado sus niveles máximos, otros prevén aumentos que van entre 500 mil y 1,7 millones de barriles diarios.

Entonces, además de los varios otros factores con incidencia sobre el mercado petrolero, es seguro que la producción de Estados Unidos seguirá ejerciendo una influencia de moderación sobre el precio internacional del petróleo. Pero todo indica que en los próximos meses, difícilmente tendrá el mismo efecto a la baja que en años anteriores.

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