Después de siete largos años de espera e infructuosos intentos, gracias a un proceso de reproducción asistida, el 23 de marzo de 2011 Luciano Silveira llegó al mundo. "Lo intentamos durante mucho tiempo. Fue un bebé muy buscado y muy deseado. Fueron nueve meses de embarazo eternos. Era un niño tierno, simpático y en el colegio lo recuerdan con una gran sonrisa", recuerda su madre, Ximena Loaces, sentada en la cocina de su casa.
Loaces y su esposo, José Silveira, habían perdido dos embarazos antes de que naciera Luciano. Dos años más tarde también nació Clarita, hoy de 4 años. Pero el 9 de diciembre de 2016 la historia de la familia tropezó para siempre cuando Luciano, de 5 años, fue encontrado muerto por asfixia dentro de un castillo inflable en la fiesta de cumpleaños de un compañero de colegio en un salón de fiestas del Parque Batlle.
Luciano era epiléptico pero, según contaron sus padres a El Observador, "tenía una vida absolutamente normal". "Sus crisis epilépticas se daban principalmente en la noche, luego de dormirse. Nunca había tenido un problema. Iba a gimnasia, natación y en el colegio tenía un desempeño habitual", contó Silveira. Además, Luciano estaba concurriendo a una fonoaudióloga y psicomotricista porque tenía algunos problemas para hablar. "Estaba ansioso por que se le cayera su primer diente para que viniera el Ratón Pérez", recuerda Loaces con la mirada abatida.
A fines de diciembre de 2017, un año después de ocurrida la tragedia, a través de una filmación aportada por la empresa encargada del sistema de cámaras del salón, la Dirección Criminalística del Departamento de Planimetría constató que, al ser encontrado arrollado dentro del castillo inflable, el cuerpo de Luciano estaba sin ropa interior. "Un masculino ayuda a retirar el cuerpo del niño. Se aprecia que al retirar al niño e mismo está sin sus prendas de vestir inferiores", señala el documento presentado por Policía Técnica.
Según el abogado que representa a la familia, Pablo Sosa, con este "nuevo elemento que plantea la investigación no se puede descartar que no haya habido atentado violento al pudor" (que comprende actos obscenos).
A pesar de que el cumpleaños duró unas tres horas, hay dos videos de 15 minutos a disposición de la Justicia: uno entregado por los propietarios del salón y otro por la empresa de las cámaras. La existencia de la primera filmación recién salió a la luz en la reconstrucción del 28 de julio de 2017 y llegó al juzgado el 30 de agosto. La segunda, en donde al niño se lo ve semidesnudo al ser encontrado apareció en diciembre pasado, un año después de su muerte.
El episodio fue confuso, aseguran los actores judiciales, dado que las grandes dimensiones del castillo inflado –que tenía una altura aproximada de cuatro metros y ocupaba casi toda la pieza– bloqueaban la cámara de la habitación donde estaba ubicado el entretenimiento. Esta circunstancia impide saber cómo Luciano ingresó al castillo.
El análisis realizado por un equipo de médicos forenses concluyó que al menor se le detectaron concentraciones superiores del psicotrópico para tratar la epilepsia, que puede causar somnolencia. "Son compatibles con asfixia, lo que sumado a los rangos de medicación sedante determinaron la muerte", concluyó el informe.
Sin embargo, el médico tratante Raúl Ruggia dijo que con la medicación que tomaba el niño no podía tener un ataque de sueño, pero sí de epilepsia. Con respecto a las concentraciones superiores encontradas, aclaró que los medicamentos siempre tienen metabolitos y pueden encontrarse rastros durante 48 o 72 horas. "Se ve que el niño tenía un metabolismo lento", declaró ante la Justicia el profesional.
Aquel 9 de diciembre, Silveira fue a buscar a su hijo al salón ubicado en Parque Batlle pero a Luciano no lo encontraban ni los animadores ni ninguno de los invitados que asistieron al evento. Alguien se aproximó a Silveira y le dijo que su hijo se había ido con otro padre, a lo que él respondió que eso no era posible, que Luciano no se iba con otros padres. En ese momento, Silveira les advirtió que el niño padecía epilepsia.
Mientras Silveira esperaba y luego de algunos minutos de desconcierto en donde invitados y trabajadores comenzaron a buscar al menor con insistencia, la madre del anfitrión de la fiesta insistió a los animadores para que desenrollaran el castillo inflable. Al desplegarse la estructura sobre el piso, el cuerpo de Luciano apareció. La mujer entró en shock.
Fue el padre del niño del cumpleaños quien reaccionó con rapidez y tras dos o tres tirones logró sacar a Luciano del castillo. En el video agregado en diciembre al expediente se ve que al ser retirado el niño estaba sin pantalón y sin ropa interior. Además, se puede apreciar cómo el hombre volvió en dos o tres ocasiones a buscar la ropa del menor al castillo, con frustrado resultado. Sin embargo, ante la Justicia éste declaró que encontró a Luciano "tirado en el piso, al lado de la puerta de la cocina".
Unos minutos después, cuando Silveira finalmente fue llamado por uno de los animadores del cumpleaños para que ingresara al local, al llegar, un enfermero y una ginecóloga que estaban como invitados intentaban reanimar a Luciano. Pero ya era demasiado tarde. El menor hacía al menos 45 minutos que había muerto, según contó su padre.
Por su parte, ante la Justicia la profesional médica de la emergencia móvil que atendió al niño en el lugar declaró que el menor "estaba cianótico. Azul alrededor de los labios y la cara. Eso significa que al niño le faltó oxígeno en sangre por varios minutos".
A su vez, Silveira dijo a El Observador que al arribar al encuentro de su hijo, Luciano ya estaba vestido. Tanto Loaces como Silveira afirman que existieron irregularidades en un proceso que lleva un año y tres meses, con tres fiscales diferentes, y que hubo errores por parte de la Policía.
El abogado Sosa señaló que el día en que Luciano fue encontrado muerto en el salón ubicado en Parque Batlle ni el fiscal Ricardo Perciballe ni el juez Tabaré Erramuspe concurrieron al lugar. Consideró además que la escena del hecho no fue debidamente preservada y esa noche Policía Científica no se llevó el DVR que hubiera posibilitado recuperar las imágenes de las tres horas que duró la fiesta. A los 30 días los archivos ya eran irrecuperables.
La fiscal Gabriela Fossati tomó el caso en las últimas semanas y este viernes mantuvo una reunión con Sosa y la familia. Fossati dijo a El Observador que va a haber actuaciones.
Mientras tanto, para Loaces "este proceso eterno no colabora en nada para el duelo". "Lo que necesitamos saber es la verdad de lo que ocurrió esa noche. Un día a nuestra hija le vamos a tener que contar lo que pasó con su hermano", dijo.
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