Una desaparición teñida por aspectos políticos

La desaparición del submarino ARA San Juan, que hasta este viernes llevaba ya nueve días, sin que existan demasiadas esperanzas de hallar vivos a sus 44 tripulantes, trasladó el drama de los familiares al terreno político.

Y si bien el presidente Mauricio Macri trató de aquietar las aguas en una comparecencia pública, al prometer una investigación "seria y profunda" y evitar buscar "culpables", los rumores sobre cambios en la cúpula militar, sobre todo en la Armada, están a la orden del día en Argentina.

Uno de los principales puntos de fricción, que incluso fue remarcado por las familias de los tripulantes, fue la tardía reacción de la Armada, que en primera instancia ordenó una búsqueda en la superfie y no en la profundidad del océano Atlántico.

Incluso, trascendió que en el gobierno de Macri hubo molestias porque la Armada no informó en tiempo y forma la desaparición del submarino y los mecanismos puestos en práctica para su búsqueda inmediata.

Mientras las versiones sobre una eventual destitución de los mandos de la Armada continúan a pleno ritmo, la escasa asignación presupuestal a las fuerzas armadas también subyace como una posible causa no admitida de la tragedia.

En Argentina, solo 0,9 del PIB es asignado a los gastos en defensa nacional –uno de los más bajos de América Latina– y 85% del total de los recursos destinados va al pago de salarios.

Varios expertos cuestionan el proceso de desmantelamiento de las fuerzas armadas, al que adjudican el deterioro de la infraestructura disponible, por ejemplo en la Armada. "La defensa sigue siendo algo irrelevante", comentó Patricio Giusto, de la consultora Diagnóstico Político.

El submarino, construido en el astillerro alemán Thyssen Nordseewerke, y cuya botadura se produjo en 1983, se incorporó a la Armada argentina dos años después. Formaba parte de una flota de tres sumergibles, que operaban en el Atlántico sur, sobre todo destinados a la preservación de la soberanía marítima y a la prevención de actividades de pesca ilegal.

La nave fue objeto de una reparación de "media vida" –que ahora está en tela de juicio– entre 2008 y 2014, por la que según Macri, estaba en perfectas condiciones para seguir navegando.

Pero la confirmación, este jueves, de que se detectaron indicios de una explosión en la zona donde el submarino se había reportado por última vez el pasado miércoles 15, cuando navegaba de represo a su base en Mar del Plata, cayó como un balde de agua fría en la propia Armada, el gobierno y, en particular, en los familiares que todavía abrigaban esperanzas de que un rescate fuese posible.

En tanto, la búsqueda del ARA San Juan, en la cual participan al menos seis barcos y tres aviones, continuaba este viernes en una amplia zona del sur agentino.

En ese contexto, el vocero de la Armada, Enrique Balbi, reconoció que la búsqueda se tornó "muy difícil" pues la zona donde podría estar el submarino es "muy grande" y el medio "es hostil".

Durante los primeros días de la desaparición, las malas condiciones meteorológicas –con fuertes vientos, temporal y olas de hasta ocho metros– obstaculizaron la búsqueda; más hacia el final de la semana, el clima mejoró, pero no hubo novedades.

Y, a medida que pasan los días, las posibilidades de tener resultados favorables son cada vez más escasas.

Mientras tanto, la cooperación internacional para la búsqueda aumenta: el buque soviético Antonov se sumará al operativo, mientras un buque noruego llevará a la zona de rescate un minisumergible estadounidense.