Parece uno de los sketches que distinguieron a la mejor época de
ShowMatch. Sin embargo, no se trata de "una jodita para Tinelli". Quienes aún conservan su trabajo y forman parte de las plantillas de las producciones bajo el mando del popular conductor televisivo han visto rebotar los
cheques en pago de sus salarios.
La culpa se la cargan al grupo Indalo, hasta hace poco propietario de Ideas del Sur, diciendo que las arcas están vacías. No obstante, resulta difícil creer que todo sea tan así y que
Marcelo Tinelli no haya vislumbrado el panorama que se avecinaba cuando el artificial imperio mediático comenzó a desmoronarse.
La situación resulta sorprendente, además, considerando la blindada popularidad del conductor, quien ha estado en la cima de los ratings por décadas. Diez años atrás nadie hubiera imaginado que Tinelli pudiera cometer un error de cálculo como este, que entre otras cosas ha generado una masa de despidos en la empresa por él fundada. Por una de esas cosas difíciles de entender –la vida tiene muchas y la televisión también- el programa nocturno de Tinelli ha venido siendo, año tras año, el más visto, y su consistencia a la hora de generar ganancias puede considerarse admirable.
Conviene acotar que Bailando por un Sueño tuvo la suerte de coincidir con una época, como la actual, en que los estándares de calidad en el Río de la Plata están por el suelo y la audiencia consume chatarra de la peor con sorprendente frecuencia, porque, verdad obliga, Tinelli no es lo único detestable que hay en pantalla. Tinelli demostró que sabe generar ratings altos y suculentas ganancias, sin necesitar presentar nada memorable ni original. Hay un ejemplo contundente al respecto. La televisión estadounidense hizo una excelente adaptación del formato del concurso de danza proveniente de Inglaterra, pues
Dancing With The Stars es
televisión exigente, digna y muy bien producida. La adaptación que hizo del mismo formato la productora de Tinelli, por el contrario, está acorde con las intenciones degradantes de un conductor afortunado y carismático, aunque nada creativo y, por lo visto, no tan buen empresario, teniendo en cuenta el estado actual de lo que alguna vez pintó para ser reinado eterno.