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Uzbekistán: viaje a un país hermético

El turismo es un test de la apertura de un régimen cerrado cuya segunda ciudad integra la lista del patrimonio mundial de la Unesco
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12 de mayo de 2018 a las 05:00
Hablan varios idiomas, circulan en patinetes eléctricos y son risueñas. A primera vista, Fátima y Zujra Rajmatova no parecen agentes de seguridad de Uzbekistán, uno de los países más herméticos del mundo que ahora se abre al turismo.

Estas dos gemelas de 30 años forman parte de un departamento creado hace menos de seis meses: la "policía de los turistas", destinada a ayudar a los visitantes en la mítica ciudad de Samarkanda, otrora una etapa obligatoria en la ruta de la seda y hoy principal atracción del país.

Esta policía es una de las vertientes de la apertura al mundo emprendida desde la llegada al poder de Shavkat Mirziyoyev en diciembre de 2016, después de años de aislamiento forzoso de este país de más de 40 millones de habitantes.

"En el pasado, trabajaba como profesora y estilista de bodas", cuenta Zujra Rajmatova, que habla inglés, ruso, farsí, turco y japonés. "Pero nuestro abuelo sirvió en el ejército y nuestro tío también", añade la joven. "Entrar en el ejército siempre fue nuestro sueño", destacan.

"Un héroe"

Inscrita desde 2001 en la lista del patrimonio mundial de la Unesco, Samarkanda formaba parte de la ruta de la seda que en la Edad Media conectaba China con Europa.

Hoy en día es un símbolo del Uzbekistán que el nuevo presidente abre a los turistas, pero está llena de lugares que recuerdan el antiguo régimen. A unos minutos de la plaza de Registán, enmarcada por tres universidades de los siglos XV y XVII, destaca la estatua de Islam Karimov, quien dirigió el país con mano de hierro desde 1991 hasta su muerte en 2016 y al que los defensores de los derechos humanos acusan de represión.

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Está enterrado en un mausoleo situado en el centro histórico de Samarkanda, su ciudad natal, que ahora atrae la atención de fotógrafos, turistas y de recién casados.

"Todo el mundo comete errores pero Islam Karimov es un héroe. Trabajó noche y día para proteger al pueblo uzbeko", explica una dama de honor de 22 años que posa delante del edificio.

En público, Shavkat Mirziyoyev también rinde homenaje al expresidente, del que fue primer ministro durante 13 años.

Muchas fotos

El turismo es uno de los sectores en los que los esfuerzos de liberalización de Mirziyoyev son más visibles. En su primer año en el poder, el índice subió un 25%.

En febrero, el presidente autorizó a los ciudadanos de siete países, entre ellos Japón e Israel, a viajar sin visado a Uzbekistán. Y suavizó las reglas de obtención de visa para los de otros 39 Estados.

En Samarkanda, la población acogió positivamente estos cambios. "¡Por supuesto! Tenemos que abrirnos", afirma Maia Shajirmadanova, a la cabeza de un restaurante situado a la sombra de la mezquita Bibi-Khanym, construida en 1404.

"Dejemos que los turistas vengan a nosotros como hermanos y hermanas", añade, precisando que agrandó la cocina para responder al aumento de la demanda.

"Queremos que los turistas saquen tantas fotos como puedan. ¡Cuélguenlas en Instagram! Es la mejor publicidad para el país" Aziz Abdujakimov Jefe de Turismo de Uzbekistán

La destitución de Rustam Inoyatov, que controló los servicios de seguridad durante más de dos décadas, es una de las señales más significativas de la apertura del régimen. Se le acusa de haber bloqueado los anteriores esfuerzos de Mirziyoyev para desarrollar el turismo, insistiendo en mantener medidas de seguridad férreas como la prohibición de sacar fotos del metro de la capital.

El nuevo jefe de turismo, Aziz Abdujakimov, de 44 años, lo considera "un vestigio de la Unión Soviética".

"Queremos que los turistas saquen tantas fotos como puedan. ¡Cuélguenlas en Instagram! Es la mejor publicidad para el país", añade.

Las gemelas Rajmatova recibieron una formación de primeros auxilios y velan por el bienestar de los visitantes.

Algunos turistas parecen inquietos, comenta con una sonrisa Fátima: "Ellos ven a una de nosotras cerca de una atracción y a la otra al lado de otro edificio...", explica antes de soltar una carcajada. Seguramente "piensan que la policía los sigue".

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