Como creador de Varones Unidos me veo en la necesidad de recoger el guante y responder al insulto que un joven docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UdelaR, Rafael Porzecanski, profiriese a nuestra comunidad tildándonos de "misóginos" desde las páginas de este periódico.
Varones Unidos no solamente no es misógino, sino que tampoco es sexista. Creemos que las mujeres deben tener los mismos derechos que los varones, porque ellos emanan de nuestra humanidad. Ni de nuestros genitales ni de nuestra pertenencia o no a "colectivos" privilegiados por el neomarxismo.
Creemos que todos, como personas, como ciudadanos, como individuos, debemos tener los mismos derechos.
El rechazo que Porzecansky parece sentir respecto a las posturas de Gabriel Pereyra, Hoenir Sarthou y Varones Unidos, a mi juicio, parte del conflicto que existe entre nuestra concepción liberal de los derechos individuales, plasmada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en nuestra constitución, por un lado y la concepción colectivista, neomarxista de Porzecansky y compañía; quienes creen que los derechos no deben ser los mismos para todos, sino que deben ser diferentes dependiendo del grado de "opresión" que - a su juicio - haya sufrido el colectivo al que la persona pertenezca.
A nuestro juicio, las posturas neomarxistas cuyos ecos se perciben en la nota de Porzecansky son el producto de un proceso de crítica destructiva de nuestras tradiciones culturales, desmedida y políticamente motivada, que al igual que el comunismo al que viene unida, solo pueden traer discordia enfrentamiento y miseria humana.
Porzecansky promueve una idea de la masculinidad basada en la sumisión a lo femenino, cree que los hombres debemos embarcarnos en una procesión de penitencia para expiar un pecado original imaginario, para saldar una supuesta "deuda histórica" que tendríamos respecto de las mujeres.
Nosotros creemos que no le debemos nada a ninguna mujer, ni ellas a nosotros. No tenemos complejos de culpa, no nos sometemos a ellas, no las idealizamos como víctimas indefensas, no las envidiamos. No las vemos como integrantes intercambiables de un colectivo. Creemos que cada mujer es un ser único, distinto, un ser humano; y que su valor no parte de su condición de mujer sino de su condición humana.
Si hay una de estas posturas contrapuestas que está basada en el prejuicio respecto a lo que una mujer es por su condición de tal, si hay una postura que puede calificarse de sexista o misógina, para mí está claro que no es la nuestra.
Si el feminismo que queremos es uno que respete a la mujer como ser humano, que la aprecie en lo que comparte y en lo que se diferencia del varón; ese feminismo se parece más al equilibrio que buscamos desde Varones Unidos, que a este simulacro vergonzante de sumisión masculina.
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