A cada uno le llega su Uber

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07 de junio de 2016 a las 05:00

Uber no es simplemente un medio de transporte más que viene a competir con los actuales. Es un fenómeno que divide a la sociedad, desconcierta a las autoridades, entusiasma a los usuarios, se ganó la antipatía de la Gremial Única del Taxi y se abre camino con beneplácito de clientes y potenciales nuevos trabajadores. El gobierno intenta regularlo con un proyecto de ley que no termina de comprender el nuevo fenómeno y que quita garantías en la faz administrativa a los conductores. Muchos advierten que puede ser declarado inconstitucional. Y la Gremial Única del Taxi no se detiene en aspectos legales. Pasa rápidamente a la acción hasta el punto de que hace unos días varios taxistas agredieron a un conductor de Uber con una encerrona y uno de ellos fue procesado sin prisión por el delito de justicia por mano propia.

El taxi, y no solo en Uruguay sino en las grandes capitales, se ve amenazado por esta nueva forma de servicio de transporte que se basa en la aplicación de tecnología para poner en contacto oferentes y demandantes en forma directa. Es lo que se llama la economía colaborativa y no se aplica solo al transporte, sino a muchas actividades de la vida económica y social. Tanto es así que el publicista uruguayo Álvaro Moré, presidente de Young & Rubicam, declaró no hace mucho que "a todos nos llegará nuestro Uber". Es decir, muy probablemente en un futuro no muy lejano, en muchas actividades la economía colaborativa producirá una disrupción en los modelos de negocios. Y será preciso adaptarse.

Que haya modelos nuevos y disruptivos no significa que quienes los desarrollen estén exentos de regulaciones o de pago de impuestos. Que sean nuevos, y quizá más eficientes, no significa que deban estar al margen de la ley. Es dentro de esta donde se puede llevar adelante el cambio de paradigma, sobre todo cuando el servicio ofrecido no era tan bueno, como ocurre en muchos países con los servicios de taxímetro. Eso favoreció el crecimiento de Uber, pero no olvidemos que la economía colaborativa funciona en el sector de alojamiento, de publicaciones y de comercio minorista, entre otros.

Y ello supone un cambio profundo. No en vano la principal compañía del mundo de taxis (Uber) no tiene ningún taxi de su propiedad; la principal compañía de contenidos (Facebook) no publica ninguno propio, sino que lo hacen sus usuarios; la mayor compañía de retail del mundo (la china Alibaba) no tiene ningún stock de productos y la mayor de alojamientos (Airbnb) no tiene ningún edificio de su propiedad. Estas compañías lo que hacen es aplicar la tecnología para poner en contacto oferentes y demandantes de modo directo, eficiente y accesible. Ya se habla con preocupación de la "uberización" de la actividad financiera, donde prestamistas y tomadores de crédito podrían contactarse directamente sin intermediación y saltándose los aspectos regulatorios.

Pero la frase "a todos nos llega nuestro Uber" implica algo más que un avance tecnológico. Implica que ya nadie se puede considerar a salvo de los cambios y las mejoras en el campo de su actividad, que los cambios que antes se desarrollaban en décadas ahora se desarrollan en años o meses, que es preciso estar en la cresta de la ola y con los ojos muy abiertos para ver lo que se viene y poder anticiparse o amoldarse rápidamente para no tener que ir por la vía de la fuerza, como hace el sindicato del taxi en Uruguay y en otras partes del mundo. Implica, sobre todo, la facilidad de conectar productores y consumidores de bienes y de servicios. Implica derrumbar barreras de entrada y facilitar la competencia.

Garantizada la igualdad de condiciones que eliminen los problemas actuales, la economía colaborativa debería traer beneficios. Volvamos al caso de Uber: ¿se estarán amenazando empleos concretos de conductores de taxis o se estarán generando más empleos en general, dado que al aumentar la oferta, bajar el precio y tener mejor servicio, más gente estará dispuesta a dejar el auto en su casa y tomar un Uber siendo que no haría eso con un taxi normal? ¿Y no habrá conductores dispuestos a trabajar en forma parcial para realizar un ingreso adicional a su trabajo habitual pero sin quitar el trabajo a quienes viven de conducir automóviles?

El tiempo lo dirá. Lo importante en todo caso, es que cumpliendo las reglas que garantizan igualdad de condiciones, no se generen monopolios o cotos cerrados en beneficio de unos pocos o de los primeros que llegaron. La experiencia Uber debería servir para agilizar la economía en beneficio de los usuarios o consumidores finales. Y seguro que eso no significa el fin del trabajo, sino un cambio en su forma o del sector. Habrá que adaptarse, pero al fin y al cabo, esa ha sido la historia de la humanidad.

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