La adhesión de los maestros a los paros fue mayor luego de la resolución de esencialidad
Gabriel Pereyra

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¿A su hijo le mandan deberes?, que Varela lo ampare

El beneficio de las tareas domiciliarias es polémica en todo el mundo
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27 de noviembre de 2015 a las 11:49

Desde el comedor de mi casa yo oía picar la pelota en el hormigón y chapotear en el agua podrida que corría por los cordones a falta de saneamiento, y escuchaba las voces de Jorge, de Miguelito, de Daniel. Sería que como iban a la escuela de mañana, a esa hora en que yo salía de clases, las 5 de la tarde, ellos ya habían pasado por la sala de los martirios que era hacer deberes. Lo que todos queríamos después de la escuela eran jugar, no hacer deberes. Jugar era para nosotros el momento más feliz de esa vida de barrio.

Mientras en la calle Galvani se disputaba la final del mundo, yo, a esa hora, estaba frente a la hoja Tabaré, luchando vaya a saber con qué tareas domiciliarias, eufemismo de los deberes. ¿Será este un factor, uno más, pequeño quizás, del divorcio que hay entre los estudiantes y las escuelas y liceos? Después de cinco horas en la escuela, o de doble horario como tienen los colegios privados y que tendrán con el tiempo muchos centros públicos, los "deberes" deberían cesar y los niños empezar a tener lo contrario: derechos.

Que es importante hablar con los jóvenes, bla, bla, bla,. ¿Importa lo que los estudiantes piensen del trabajo fuera de la hora de trabajo, algo así como horas extras infantiles?

Muchos adultos concluyen sus horas de trabajo y luego se van a descansar. Los niños no, después del trabajo viene más trabajo. Y como una víbora que se come a sí misma por la cola, terminan convirtiendo el descanso de los adultos en un día de tensiones y molestias.

La clase después de la clase

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estima que en algunos países se destinan semanalmente 6 y más horas para hacer deberes. Después de cinco u ocho horas de clase, de premio, una hora más.

La OCDE consideró dañinos los deberes porque consagran la desigualdad educativa.

Por un lado, los padres no están preparados pedagógicamente para compartir esas horas en que sus hijos hacen los deberes. Quizás por eso a mí me rompían en la cara la hoja Tabaré cuando el deber era "un carnaval" y entonces, adiós a la final del mundo porque ya me agarraba la noche.

Por otra parte, la OCDE tiene en cuenta que en algunos hogares los niños cuentan con la ayuda de padres que pueden tener una alta formación, mientras que otros compañeros de la escuela pueden ser los primeros de la familia en concurrir a un centro de estudios y, por tanto, se trata de padres que están impedidos de darles una mano.

Las casas se convierten en escenarios donde, en vez de dedicarle tiempo a los padres, hermanos y amigos, prima la tensión por el maldito perímetro del octógono.

En el caso de los colegios, ¿pensarán que los deberes son un plus que los padres deberíamos agradecer porque se hace más redituable la cuota que pagamos? No, es horrible, como lo era para mí cuando yo era chico.

Los defensores de los deberes dicen que a más tareas, más alto rendimiento académico (mientras que otros expertos dicen que es incomprobable, salvo, al parecer, en matemáticas); los pro deberes dicen que es una ocasión para que aprovechen otros materiales como "bibliotecas, libros, diccionarios, enciclopedias" (este es un aspecto que indirectamente cuestiona, entre otros, la OCDE: ¿cuántas casas tienen una biblioteca?).

Los pro deberes dicen además que inculcan sentido de la responsabilidad (mientras que para algunos expertos la responsabilidad involucra asuntos más serios y complejos que hacer una reglas de tres en casa); y dicen también que sirven para que los padres sepan la educación que están recibiendo los hijos (y los padres, que no saben de pedagogía, deben sacar conclusiones en base a unos cálculos cuya resolución muchas veces se les perdió en la memoria)

La educadora española Pilar Gómez ha dicho que "deberes, no".

"Detrás de los deberes hay muchas cosas (...) como la idea de que los niños son vagos por naturaleza, que el aprendizaje de conceptos y procedimientos se realiza por repetición, que es necesario sufrir para aprender, porque es algo que resulta tedioso y trabajoso", afirmó Gómez.

Alfie Kohn es un educador de renombre internacional. "Diría que las tareas son el principal y mayor extinguidor de la curiosidad infantil", afirmó. Sostuvo que los deberes son una carga para las familias, un estrés para el niño, una fuente de conflicto familiar, menos tiempo de otras actividades y menor interés por el aprendizaje.

"Los deberes no proporcionan ningún beneficio académico para los alumnos de primaria y existen serias dudas sobre si son recomendables para los estudiantes de secundaria", sostuvo Khon.

Hay lugares "donde el compromiso con el valor de los deberes está más cerca del dogma religioso que de la hipótesis científica".

Y lo que Khon y otros educadores sugieren para esas horas, es que en vez de deberes, ¡jueguen! que para eso son niños.

En Francia un enorme grupo de padres hicieron un paro y protesta de tres días sin deberes por la cantidad de trabajo extra que les mandaban a sus hijos. En Estados Unidos se aplica en algunos lugares el mecanismo de los 10 minutos: primer año, no más de 10 minutos de deberes, en segundo 20 y así hasta completar una hora.


¿Qué dirían las maestras públicas si les pedimos que den media hora más de clase en vez de tener que llevarse tareas ellas también para sus casas?

Es evidente que el tema resulta polémico.

Por lo pronto, yo, después de haberme perdido de jugar varios mundiales en la esquina de Galvani y Guarapirú, llevo 40 años atragantada, primero como alumno y ahora como padre, una necesidad de expresarme, y que usaré en esta columna, para afirmar, con la pasión extática de un pastor pentecostal al final de una oración gratuita, laica y obligatoria: "Mil veces malditos sean los deberes escolares. Son anatema e inhumanos. Y aquellos que los aborrezcan, aunque estén obligados a cumplir con ellos, les espera un lugar a la diestra del Pepe Varela. Amén y amén".

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