Los bombardeos y los ataques aéreos por las calles en el barrio de Al-Zabdiya al sureste de Alepo

Opinión > ANÁLISIS / E. BLASINA

Alepo, entre Uruguay y China

El país ha firmado un compromiso de calidad que es imposible de cumplir
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26 de marzo de 2017 a las 05:00
No imaginarán los atribulados y resistentes sirios que suman seis años de guerra civil y que han visto a la histórica ciudad convertida en escombros, que una gramínea pone a Alepo como una fuente de insomnio.

Pero el asunto es que la gramínea cuyo nombre evoca a esa ciudad está instalada en Uruguay hace mucho tiempo y tiene preocupados a todos los que de una manera u otra están involucrados en el negocio agrícola en general y sojero en particular.

Los controles y exigencias de los importadores de materias primas y alimentos son cada vez más fuertes. A la vista está el terremoto que atraviesa la industria cárnica brasileña. Pero lo mismo ha pasado en China, donde antes se requería soja, o maíz, o sorgo. Ahora se requiere que el nivel de calidad cumpla estándares y en particular la presencia de otros seres vivos sea lo más parecido a cero.

En una chacra agrícola, sea con lo que sea que se siembre, no se cosecha solo eso. En una chacra de trigo habitualmente crecen también plantas de gramíneas como el raigrás. Y en la bodega de un barco suelen colarse semillas de esas otras plantas. La naturaleza tiende a la diversidad, y las plantas intentan por distintos medios que sus semillas lleguen a lugares remotos. Los abrojos se prenden a la ropa, las flechillas a la lana y los panaderos hacen las delicias de los niños con su vuelo intentando explorar zonas distantes de la planta madre. Y en los cultivos de verano como soja, maíz o sorgo aparecen sorgo de Alepo y otras. El sorgo es la más difundida en las banquinas de la carretera pero otras son más difíciles de separar del grano. O sea el compromiso asumido por Uruguay es realmente exigente.

Pero cuando un ser vivo cruza el océano y llega a un ecosistema donde no es conocido suele causar desastres. Los peces llamados carpas causan desastres incontenibles en Uruguay, el mejillón amarillo de agua dulce lo mismo y también el caracol Rapana que está diezmando las colonias de mejillones. El ecosistema nativo no está adaptado al visitante, que o bien perece o logra ser desastrosamente exitoso aniquilando la biodiversidad del lugar donde queda instalado.

Seguramente por eso los chinos se han vuelto cada vez más estrictos respecto a lo que aceptan en un embarque de soja y tal vez por eso Uruguay se ha comprometido a algo que es imposible de cumplir. Los embarques de soja de Uruguay deben tener cero presencia de semillas de sorgo de Alepo y otras plantas. Pero es imposible que ese cero prometido se cumpla.

Y tanto más en cuanto que los productores recién están siendo informados ahora de este acuerdo que fue firmado en octubre. Aunque la obligación de ausencia de semillas diferentes al grano exportado ya estaba vigente, ahora se ha firmado un documento que da a China la potestad de destruir un embarque que no cumpla las condiciones requeridas, lo que significa una pérdida de decenas de millones de dólares.

Y como las malezas ya están semillando, ahora el control se vuelve mucho más difícil. Es llamativo que habiéndose firmado esto en octubre recién esté llegando ahora la información.

El acuerdo con China tiene una cláusula muy dura, la octava, en la que se estipula que "si el problema en el cargamento no tiene un tratamiento efectivo, podrá será devuelto o destruido. El costo será pago por el exportador. Si el problema es lo suficientemente serio el exportador y elevador (terminal portuaria), e incluso toda la soja de Uruguay serán suspendidos inmediatamente hasta que se adopten las medidas correctivas".

Ante el mayor riesgo y los mayores costos, los exportadores bajaron US$ 10 por tonelada el precio que pagan a los productores para cubrirse, lo que para una cosecha de 3,3 millones de toneladas significa que los agricultores están perdiendo U$ 33 millones sin culpa ninguna, de buenas a primeras. Un cimbronazo en el delicado equilibrio del agro uruguayo que abre un conjunto de interrogantes. Uruguay ha firmado un compromiso de calidad que ni Argentina ni Brasil han querido firmar. El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca criticó a los compradores de grano en un comunicado en el que afirma: "Llama la atención que la Asociación de Comerciantes de Granos exprese recién ahora, a 20 días de iniciar la zafra, su preocupación por el tema, siendo que fue informada de la negociación por el protocolo en agosto de 2015".

Mientras, los productores suman a la ansiedad propia de la previa a la cosecha, en la que esperan recuperar las pérdidas de los dos años anteriores, en la que esperan lograr rendimientos récord, el suspenso que tendrá la llegada de los barcos a China con un compromiso de ausencia de sorgo de Alepo y otras malezas y que el barco no sea rechazado, las terminales portuarias suspendidas y demás.

Una apuesta a un salto de calidad que por ahora viene costando caro a los agricultores y que tiene en vilo en su desenlace a toda la cadena agrícola. Una cosecha que vale más de US$ 1.000 millones, y que para muchos es solucionar los pasivos de los dos años anteriores, está en juego. Las cosechadoras entran a chacra en dos semanas. Los barcos empezarán a llegar a China a fines de mayo. A la trama no le falta suspenso.

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