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Artesana de la cultura pop

Laia Barboza tiene 30 años, un trabajo de 8 horas y un hobby: convertirse una vez por año en un personaje de cómic, serie, película o videojuego; y en eso es la mejor
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30 de mayo de 2015 a las 05:00

Laia tiene un trabajo de ocho horas en la importadora de microcemento que lleva adelante con su padre. Además, realiza el trabajo administrativo en Pincer, una desarrolladora de videojuegos que comenzaron con su novio y un amigo, y que se encuentra bajo el ala de Ingenio, la incubadora de empresa que está ubicada en el LATU. Por si esto fuera poco, es DJ y hace música para videojuegos, gestiona las redes sociales de algunos emprendimientos y, además, tiene un hobby desde hace nueve años: hacer cosplay.

Dicho de una manera simple, "hacer cosplay" significa disfrazarse. Sin embargo, es un disfraz muy diferente al de Halloween. Es como un arte porque, muchas veces, quienes lo practican son quienes hacen sus propios trajes. Algunos pasan días, otros semanas, pero la mayoría de ellos dedican meses creando a su personaje favorito de videojuegos, cómics, series o películas.

Si bien no existe un fin último para esta práctica, el más común es el de ir a las convenciones sobre distintos géneros de la cultura pop, como la ComicCon en Estados Unidos, la más prestigiosa a nivel internacional, o Montevideo Cómics, la más importante en Uruguay.

Más que un juego

El término cosplay proviene de la unión de dos palabras en inglés: costume (disfraz) y play (jugar). La palabra fue acuñada por los japoneses en la década de 1970 pero, en realidad, los cosplayers (quienes hacen cosplay) existían desde antes en Estados Unidos.

Desde entonces, el cosplay ha ido ganando cada vez más adeptos, de los cuales algunos lo hacen por diversión, mientras que otros lo hacen para competir en las distintas convenciones. Se trata de torneos en los cuales los jueces no solo evalúan la calidad del atuendo, sino que los participantes deben realizar una presentación interpretando al personaje en cuestión.

En Uruguay, las convenciones han ido creciendo. Además de Montevideo Cómics, solo en la capital se llevan a cabo Freak Out, ConComics y OneUp, entre otras menores.

Laia no se avergüenza de hacer cosplay a su edad y tampoco piensa abandonarlo a pesar de las críticas. "La gente está hecha para criticar", dijo. "Va a criticar si sos aburrido, si te disfrazás o si te quedás mirando la tele todo el día. Pero yo me siento bien, me siento realizada". Luego agregó: "Creo que la clave de la felicidad es vivir sin arrepentimientos. Yo vivo mi vida de forma tal que, si el día de mañana me pregunto si hice todo lo que quise, mi respuesta sea que sí".

Montevideo Cómics Star Wars
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La convención Montevideo Cómics se llevó a cabo el pasado 23 y 24 de mayo en el Auditorio Nacional del Sodre

La comandante

Para Laia, el cosplay es un hobby sano al que le agarró cariño. Se ha transformado en una tradición que comenzó hace nueve años, cuando asistió por primera vez a una convención como Aerith, del juego Final Fantasy VII. Desde entonces, Laia no se ha perdido ninguna edición de Montevideo Cómics y ya superó los 20 cosplays.

"No todo el mundo lo tiene que disfrutar de la misma manera. Y esa es la gracia. Hay algunos a los que les gusta hacer cosplay, otros a los que les gusta ir a jugar al fútbol todos los domingos. Lo importante es hacer lo que a uno le gusta y con lo que se siente identificado. Por suerte, en este hobby hay mucha gente con la que se puede compartir. No soy la única loca que se disfraza y modela frente a un espejo", bromeó.

El arte del cosplay radica en la gran cantidad de técnicas que pueden llegar a utilizarse. Este año, Laia eligió personificar a Female Shepard para Montevideo Cómics que se llevó a cabo el pasado 23 y 24 de mayo. Se trata de la comandante del videojuego de rol de ciencia ficción Mass Effect.

Para la armadura, Laia usó la técnica de termoformado. Primero hizo moldes de las distintas partes de su cuerpo cubriéndose de papel film. Esas formas las trasladó a unas placas de goma eva, que luego sirvieron de molde para las láminas de plástico ablandadas con calor. También armó algunos circuitos con luces LED para iluminar partes del traje. "Lo que tiene el cosplay es que nunca sabés con qué te vas a encontrar. Hay que ser muy creativo", opinó.

Los nueve años de su trayectoria en el mundo del cosplay le han dado las herramientas para mejorar sus trabajos e internet ha formado parte de ese recorrido. "Internet es una vía infinita de bondad y desapego de gente que comparte lo que hace. Ahí hay tutoriales de lo que quieras: ciencia, cocina, costura, historia. Por eso creo que en las escuelas se debería enseñar a los chiquilines a buscar información y hacer uso de ella, sabiendo discernir lo que es verdadero de lo que es falso. El conocimiento ya está disponible".

Ese conocimiento no se limita a tutoriales de cosplay. Para sacarse algunas dudas sobre el uso del termoformado, Laia navegó por foros de aeromodelismo, mientras que el "pique" del aerosol mate para pintar la armadura de Female Shepard lo consiguió en un foro de tuning de autos.

En este punto es que entra su faceta de youtuber. Su canal "Hazlo tu cosplay" nació como un medio para devolverle al mundo lo que el mundo le brindó a través de internet. En este momento lleva sumados más de 22 mil seguidores que provienen de distintos lugares del mundo de habla hispana.

Campeona de cosplay

La experiencia le ha dado varios triunfos en las competencias de las convenciones. Uno de los mayores fue el primer puesto en la categoría Yamato de Montevideo Cómics en 2012. El premio fue representar a Uruguay en la edición 2013 de la Yamato Cosplay Cup, una competencia que se lleva a cabo todos los años en Brasil y en la que participan tanto países latinoamericanos como europeos.

Este año, Laia rompió con el mito de que una persona no puede participar dos veces de la Yamato y volvió a ganar el primer premio en Montevideo Cómics. "No esperaba ganar. Este año fui para divertirme y no con la cabeza en la competencia. Creía que no se podían hacer las dos cosas a la vez", declaró.

La edición de la competencia en la que participará será la de 2016, por lo que tiene todo un año por delante para diseñar el cosplay y la presentación. "Ahora ya sé de qué se trata el torneo y me voy a poder preparar de otra forma. No quiero estar otra vez a las corridas. Quiero aprovechar la oportunidad para hacer un trabajo del que realmente me sienta orgullosa", dijo.

Es posible que parte de su éxito radique en el apoyo incondicional de su familia en todos sus emprendimientos. De hecho, su padre suele ofrecerle su ayuda para hacer los cosplay. Por su parte, la única preocupación de su madre quedó plasmada en una cartita que está pegada en la pared del cuarto que Laia usa como taller: "Aladín, ¿te puedo pedir un deseo? Que este taller sea digno de talentos y arte, pero que esté ordenado y que no haya tiradero". "Se me hace muy difícil, no sé cómo me aguantan", se rió.

Sus abuelos tampoco son ajenos a las victorias de su nieta. Como la competencia y la premiación de Montevideo Cómics fue emitida por internet a través de un servicio de streaming, pudieron verla en vivo. "Me llamaron para felicitarme, ¡y me felicitaban como si me hubiera casado!".

Sin embargo, Laia señaló que su vida no es todo color de rosas. "No solamente hago cosplay y música para videojuegos. Tengo un trabajo como la mayoría de las personas, que es atender personas detrás de un escritorio, hacer los estados de cuentas de los clientes y llamar a los que no pagaron", explicó. La clave, dijo, está en que lo que a ella le gusta lo mantiene "en la parte de la cabeza que es para recreación".

"Hay mucha gente que se quiere dedicar a lo que le da placer, pero yo creo que, en el momento que pasan a ser una obligación, van a tener aspectos desagradables como cualquier trabajo", afirmó.

Como Laia, existe en Uruguay toda una comunidad de cosplayers que dedican tiempo y esfuerzo a llevar adelante un hobby que aún hoy genera distintos tipos de prejuicios. Lo cierto es que ellos son una generación más de artistas, incomprendidos como muchos otros de otras épocas, pero artesanos al fin.

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