Cataluña va a las urnas

Queremos constituirnos en un país diferente, en una República independiente. No nos sentimos parte del Estado español que persigue, criminaliza, ignora y entorpece las identidades y lenguas que conviven en su territorio". Así se expresa Gabriel Rufián, representante de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), una asociación civil que ha motorizado el proceso independentista y fogoneado la apatía que sienten algunos catalanes frente a Estado español. "Queremos reivindicar quiénes somos, nuestra lengua, nuestra cultura. Separarnos de la monarquía. Defendemos valores republicanos que España no representa", dijo Rufián.

El argumento independentista sostiene que los catalanes conforman una Nación soberana, con historia, cultura y lengua propia. Desde 1714, año que Cataluña fue ocupada por las tropas borbónicas, una parte de esta comunidad se sintió oprimida por el imperio español. Más adelante, ya en la dictadura de Francisco Franco (1938-1973), se vivieron atropellos a la identidad catalana que impulsaron un sentimiento de rechazo hacia el Estado. Los ejércitos franquistas prohibieron su idioma, intervinieron la enseñanza, persiguieron políticos y civiles catalanes y reprimieron toda manifestación cultural que no fuese afín a la ilustración española. Recuperada la democracia, el Tribunal Constitucional negó el texto que reconocía a Cataluña como Nación dentro de España, lo que acentuó el resentimiento de algunos catalanes.

El contexto de crisis que atraviesa el país europeo desde 2008, que llegó al pico del 25% de desempleo en Cataluña, sumado a las antipáticas políticas de recortes de Mariano Rajoy, extendieron las ansías de separación. La minoría comenzó a multiplicarse hasta que, en 2012, se inició el proceso de independencia entre civiles y políticos que no ha dejado de crecer hasta al presente.

Pero el grito independentista no es la única voz que se escucha en las calles catalanas. "Aquellos que quieren la independencia alegan razones emocionales, que son respetables, pero en democracia no tienen sustento. Formamos parte de un Estado que se define como indivisible", contrapone Joaquín Coll, vicepresidente de la Sociedad Civil Catalana (SSC), que promueve la cohesión de Cataluña con el resto de España. "Si a cada comunidad identitaria le correspondiera una Estado político independiente, el mundo estaría planteado de otra manera. Romper la comunidad política, solo porque a una parte no le apetece continuar dentro, es simplemente un absurdo", añade.

¿Sobrevivirían los catalanes sin España?

Los separatistas sostienen que Cataluña alcanzará la plenitud económica si, y solo si, se independiza de España. Se basan en que la catalana es una de las comunidades autónomas más castigadas por el déficit fiscal.

Cataluña rRepresenta casi el 20% del PBI nacional. Por cada cinco euros que produce España, uno se produce en Cataluña. El PBI per captia catalán es el cuarto más alto de España destrás del País Vasco, Navarra y Madrid. Dentro de los PBI por cápita a nivel europeo, el catalán es el número 12.

A los unitarios no les cierran las cuentas y advierten "terroríficas" consecuencias financieras si se separan. "España es el principal cliente de la industria catalana. Le vende más a Aragón que a toda Francia junta. La independencia puede destruir los lazos comerciales", asegura el vicepresidente de la SCC. Advierte un posible boicot a los productos catalanes, desfavorable para el desarrollo económico del presunto nuevo Estado.

Este escenario empeoraría si se independiza de forma unilateral, dado que la Comunidad Europea no lo reconocería como país y Cataluña quedaría automáticamente fuera del euro.

"El escenario de la independencia es terrorífico. Implica la salida inmediata de la Unión Europa", explica Coll. Los tratados de la UE también dejarían de aplicarse a la nueva región. Por citar un ejemplo, Cataluña tampoco podría recurrir a la financiación del Banco Central Europeo.

Las fuerzas independentistas confían en que la Comunidad ponga sobre la mesa una alternativa para que el "nuevo Estado" pueda mantenerse dentro del club. "Cataluña es uno de los motores históricos de España y tiene uno de los PBI más altos de toda Europa. La UE, tan pragmática para lo bueno y para lo malo, que no ha dejado salir ni a Grecia ni Hungría, no dejará escapar a uno de sus grandes motores económicos", indica Rufián.

El deporte también se la juega

Los ecos de una eventual Cataluña independiente también han llegado hasta el campo de juego del Barça. Quedar fuera de España es sinónimo de no competir en la Liga española. Así lo ha manifestado públicamente Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional: "El Barcelona no podrá jugar la Liga porque la legislación se lo impide".

Autoridades del deporte catalán ha declarado que ese escenario es falso, ya que el Estado español se ve beneficiado por tener en casa al Barça y, en caso de dejarlo ir, el campeonato perdería prestigio internacional.

Si los catalanes no son reconocidos internacionalmente como un Estado europeo, la UEFA también podría poner en jaque la participación del Barça en la Liga de Campeones. Los azulgranas dejarían de enfrentarse a los grandes del fútbol mundial para jugar una liga de cuadros catalanes.

Los sponsor del Barça podrían llegar a suspender su patrocinio si el equipo compitiera en un campeonato poco trascendente.

El dinero que el club recauda por la venta de entradas también se vería amenazado. Analistas deportivos se cuestionan si, llegado el momento, el Barcelona podría permitirse financiar un plantel de jugadores estrella como el actual, o también debería dejarlos ir. Siempre en un escenario hipotético.