La lentitud de los procesos de adopción desde que el Instituto de la Niñez y la Adolescencia (INAU) asumió su exclusividad y la internación indefinida en los centros de esa institución vulneran los derechos de los miles de niños que crecen sin familias propias, ya sea por orfandad, abandono u otras causas. El INAU se liberó hace poco tiempo del manejo de los menores delincuentes, función que nunca debió cumplir, ya que corresponde claramente a un organismo especializado en reclusión y eventual rehabilitación de autores de delitos. Durante muchos años las fugas, los motines y hasta la interferencia de sectores políticos centraron la atención pública en una tarea que no correspondía a los objetivos del INAU, sucesor del antiguo Consejo del Niño del siglo pasado.
Pero la institución sigue teniendo problemas con la adopción y la internación. En esta última tarea recién ahora se encara una posible pero incierta solución a la internación de menores en los hogares institucionales, mezcla de pupilaje y reclusión para cerca de 3.000 niños pequeños que enfrentan un futuro ensombrecido por falta de guía familiar y de oportunidades de formación. Las autoridades del INAU proyectan el cierre gradual de esos hogares a medida que los niños puedan ser entregados en adopción o transferidos a familias de acogida. Actualmente hay 175 de estas familias, que reciben niños para su crianza y atención, para lo que reciben compensación financiera del INAU. Pero se necesitan 600 para absorber a la población de los hogares institucionales, lo que conlleva una larga espera en caso de que tenga éxito la campaña que el INAU iniciará el mes próximo para asegurar más familias de acogida.
El Código de la Niñez y la Adolescencia autoriza a la Justicia a derivar a los centros del INAU niños en situación de desamparo. Pero establece que se trata de un “último recurso” y que la internación debe limitarse al “menor tiempo posible”. Esta disposición legal, que limita a 90 días el tiempo de internación institucional de niños de entre 2 y 7 años, no se cumple. No solo los niños pasan años en el INAU por falta de un destino mejor, sino que hay bebés que permanecen meses en el hospital Pereira Rossell cuando ya no necesitan atención médica, a la espera de que un juez resuelva adónde pueden ser derivados. Incide en esta situación irregular la propia lentitud burocrática del INAU en los trámites de adopción.
Se definían con mayor prontitud hasta 2009, cuando, además del INAU, la organización no gubernamental Movimiento Familiar Cristiano estaba habilitada para hacerlo. Pero en ese año la sapiencia gubernamental, acompañada de recelo a todo lo privado, resolvió adjudicarle la tarea al INAU en forma exclusiva, con el resultado de que los procesos de adopción se tornaron más lentos y enredados. Actualmente hay 432 parejas que esperan poder adoptar uno o más niños, pero en lo que va de 2016 apenas se han resuelto 30 casos. La situación de los bebes y niños de pocos años que se acumulan en salas del Pereira Rossell y en los centros del INAU se ha convertido en un problema grave porque ensombrece su futuro. El Sistema Nacional de Cuidados, buque insignia del presidente Tabaré Vázquez en materia social, fue creado para ocuparse de niños y adultos mayores que necesitan atención. Ya se apresta a funcionar en el caso de ancianos pero no parece intervenir en los casos de niños para los que el INAU no tiene aún respuesta. Es hora de que se los atienda.
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