Opinión > EDITORIAL
Desmedida acción de Maduro
Un incidente relativamente menor en la frontera con Colombia le ha dado pie al presidente venezolano Nicolás Maduro para una reacción desmedida y con objetivos sospechosos. Es cierto que existe desde siempre un problema de contrabando constante hacia Colombia en áreas poco controladas de los 2.219 kilómetros de frontera entre ambos países. Se centra en el petróleo, cuyo precio interno en Venezuela es casi de regalo. Pero incluye también productos de consumo con precios controlados, que escasean en el país pero igualmente ingresan clandestinamente a territorio colombiano, donde se venden a mayor costo.
Hace dos semanas cuatro militares venezolanos resultaron heridos en un enfrentamiento con presuntos contrabandistas colombianos, lo que le ha servido de excusa a Maduro para otra de las acciones desmesuradas que caracterizan a su desordenado gobierno autoritario. Aseguró, como de costumbre sin pruebas, que habían intervenido paramilitares colombianos que buscan desestabilizar su gobierno. Miles de residentes colombianos en la zona fronteriza fueron sumariamente deportados o huyeron ante el temor de ataques de represalia por las fuerzas de seguridad de Maduro, conocidas por su gatillo fácil cada vez que hay manifestaciones opositoras en las calles.
Pero lo más grave es que declaró un estado de excepción en 10 municipios, lo que le permite suspender garantías y actuar arbitrariamente contra cualquier persona. La Mesa de Unidad Democrática (MUD), que congrega a la totalidad de los partidos opositores, advirtió que el “insólito por desproporcionado decreto de Estado de Excepción” puede ser aprovechado por Maduro para suspender las elecciones legislativas del 6 de diciembre. La derrumbada popularidad del presidente apunta a convertir estos comicios en el fin de la mayoría parlamentaria que le permite gobernar como se le antoja. La MUD ha pedido a organismos internacionales que intervengan para impedir que Maduro utilice el incidente derivado del contrabando para aventar una posible derrota electoral.
Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos (OEA), la Unasur y la Unión Europea ya están interviniendo para imponer un diálogo entre los gobiernos de los dos países vecinos que apacigüe el conflicto, detenga las agresiones a residentes colombianos e impida que Maduro lo utilice para frenar el avance opositor de cara a los comicios de diciembre. El mandamás caraqueño ha dicho que no levantará el cierre de fronteras y el estado de excepción hasta que el gobierno colombiano prohíba e impida la venta de productos venezolanos ingresados de contrabando. En una extensa y permeable zona fronteriza, su exigencia es todavía más irreal e imposible que evitar el trasiego hormiga de algunos alimentos u otros productos en el norte uruguayo lindero con Brasil.
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, ha pedido que la OEA y la Unasur, además de reunirse para buscar salida al conflicto, envíen misiones a la zona fronteriza para proteger a los residentes colombianos. Tal vez una coordinada presión internacional en gran escala frene a Maduro. Pero tanto el sucesor de Hugo Chávez como el entorno con el que comparte un poder casi absoluto han demostrado, una y otra vez, ser inmunes a las censuras externas con tal de aferrarse al absolutismo con que el chavismo ha llevado a una nación rica a la ruina.
