Opinión > Gremios de le educación

Educando con el enemigo

El gremialismo monopoliza la enseñanza, se opone a cualquier reforma que le quite poder o ponga en evidencia su incapacidad
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01 de septiembre de 2015 a las 13:35

Con la educación rehén del comunismo, Uruguay se enfrenta a la más importante de las muchas disyuntivas que tendrá que sortear en los próximos años. Una educación de excelencia es esencial (perdón por el término) para la creación de empleo auténtico.

En un paso posterior, la formación de profesionales de nivel en las áreas de ciencia dura es el único camino a la tan declamada y remanida exportación de calidad, que no es moler grano para vender harina, sino innovación pura y simple.

Y sobre todo, la educación es esencial para la formación ética y moral del ser humano y su inserción plena en la sociedad.

Lo que está ocurriendo con el sindicalismo docente no es exclusividad oriental. Pasa en muchos países. El gremialismo monopoliza la enseñanza, se opone a cualquier reforma que le quite poder o ponga en evidencia su incapacidad, huye de la competencia con el sistema privado o de cualquier otra clase de comparación que pueda delatar la más cruda de las realidades: el sindicalismo docente ha terminado por desnaturalizar la educación.

Apenas una fuente de trabajo para muchos. Un negocio económico o ideológico para los jerarcas gremiales, un juego de poder político en manos de una concepción obsoleta que no cree en el mérito.

En las encuestas masivas en los países con educación en serio, dos factores aparecen como fundamentales para una buena educación: la vocación de aprender, la vocación de enseñar. Los otros rubros definitorios están muy lejanos en los resultados.

El sindicalismo ha hecho olvidar a los docentes, o los forzó a olvidar, esa vocación ineludible e imprescindible. En tales condiciones es imposible avanzar en reformas o mejoras de fondo de ninguna índole. Proponer un sistema como el de vouchers, por caso, uno de los mecanismos más igualadores de oportunidades, sería enfrentarse en una lucha mortal contra los argumentos más absurdos que se pueda imaginar, siempre respaldados por la fuerza de la acción directa.

Esta huelga es un ejemplo perfecto. Convencido de que tiene un derecho divino a ganar más que los demás en un momento en que Uruguay no tiene más recursos genuinos, el sindicalismo para. Quiere mamar de la teta del aumento del 6% prometido por Vázquez en la campaña.

No se le ocurre pensar que ese aumento debería destinarse a construir más escuelas, mejorar aulas, equipamientos, capacitación, especialización, incorporación de más recursos pedagógicos y psicológicos, mecanismos de soporte adicional para integrar alumnos sin atrasar a los más avanzados. Quiere quedarse con el aumento de gasto y hace creer que elevar los sueldos eleva la calidad de enseñanza, importante falacia.

En esa lucha, no advierte, o no quiere advertir, que está profundizando la brecha creada por las diferencias económicas. Está marginando aún más a los marginados. Y está dañando el más importante recurso de que dispone un país para crecer y sacar a mucha gente de la pobreza.

Vázquez está solo. Se lee. Sí. Pero no es su Frente el que lo deja solo. Es la sociedad. Son los padres quienes lo dejan solo. Presa de su ideología, de una identificación laboral-salarial, de una errónea sensibilidad o de una penosa indiferencia, la comunidad no confronta con el gremialismo docente.

¿Le parece que está bien? ¿Cree que el gobierno debe aumentar irresponsablemente los sueldos cuando ya sabe que no podrá pagarlos? ¿Se solidariza como trabajador con sus colegas docentes? ¿Considera que es correcto huelguear y negar la educación a sus hijos? ¿ Se siente conforme con el nivel de enseñanza que reciben sus niños? ¿No se siente representada por el presidente, pero sí por los sindicatos de la educación?

Oculta además su propia falta, no está siendo capaz de fomentar en sus hijos la otra condición de una buena educación: la vocación de aprender. Lo han delegado en nadie.

Aun cuando mañana se cediera en todas las demandas, la educación ha entrado en un rumbo de decadencia y mediocridad. Requiere cambios de fondo que no serán posible con un sistema gremial que usa de rehenes a los estudiantes que debe formar. ¿Qué se puede mejorar con quienes ponen la ideología por encima de las ideas y consideran la escuela pública como una industria a la que hay que extraerle o sustraerle el máximo de provecho económico?

Un derecho elemental del niño es el de recibir educación. Buena. Si eso no es esencial, ruego me expliquen qué es esencial.

Educación es excelencia. El sindicalismo comunista ha transformado la docencia en mediocridad rentada. Los mediocres no pueden inspirar excelencia.

La soledad de Vázquez es la soledad de la sociedad. Tal vez deberían pensar en unirse.

Periodista, economista. Fue director del diario El Cronista de Buenos Aires y del Multimedios América.

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