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El caso Maldonado se metió de lleno en tramo final de campaña

Hallazgo en Chubut reflotó manejo político del tema y plantea dudas sobre resultado electoral
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19 de octubre de 2017 a las 05:00
La noticia tuvo un impacto de shock sobre la sociedad argentina: cuando se supo que se había encontrado el cadáver de un hombre joven ahogado en el río Chubut, todo el mundo pensó lo mismo.

Aunque la confirmación oficial no está y posiblemente demore varios días, la acumulación de señales apuntaba a que se trataría de Santiago Maldonado, el joven artesano desaparecido desde el 1 de agosto.

Por estas horas, no hay otro tema del que hablen los argentinos.

Circulan fotos de un cadáver que presuntamente es el encontrado en el río Chubut, en la televisión proliferan las entrevistas a expertos forenses que hablan sobre cómo, mediante el plancton alojado en el organismo, se puede determinar el lugar y condiciones del deceso.

Y, por supuesto, las redes sociales arden con acusaciones sobre si Maldonado fue muerto por la Gendarmería o por sus propios compañeros de la Resistencia Ancestral Mapuche.

Como medida de la influencia que este hallazgo tuvo en la agenda política nacional, basta decir que dejó opacada la noticia del pedido de prisión para Julio De Vido, el ex ministro de obra pública del gobierno kirchnerista.

Hasta ese momento, la posibilidad de que el Congreso votara el desafuero de De Vido y que éste quedara preso justo en el tramo final de la campaña electoral era el gran tema del momento.

Pero rápidamente ese asunto pasó a un segundo plano y, más aún, la campaña electoral perdió su habitual componente festivo y entró en una parálisis.

En la mañana de este miércoles, se informó que la coalición gobernante Cambiemos había decidido la suspensión de todos los actos de campaña, y hubo una orden de cuidado extremo a la hora de hacer declaraciones periodísticas.

Posiblemente, en las cabezas de los directores de la campaña oficialista todavía estuvieran resonando las desafortunadas expresiones de Elisa Carrió, la candidata a diputada por la Ciudad de Buenos Aires, quien en el debate con los demás candidatos había sostenido que existía "un 20% de chances" de que Maldonado estuviera en Chile.

Ni bien llegó la noticia del hallazgo del cuerpo, empezó una especulación inevitable: si la eventual aparición sin vida de Maldonado podría influir en la intención de voto para las elecciones legislativas del domingo.

A fin de cuentas, el caso Maldonado trascendió por lejos el mero caso policial y fue, desde su inicio, uno de los máximos exponentes de la "grieta" que divide políticamente a la sociedad argentina.

Desde el primer minuto, la oposición política sostuvo la tesis de que a Maldonado lo hizo desaparecer la Gendarmería, en una situación asimilable a la de los delitos de terrorismo de Estado de los años 1970.

El gobierno de Mauricio Macri negó de plano esta situación e insinuó que se hizo un uso político del caso.

Señaló, por ejemplo, que los familiares de Maldonado se mostraron poco colaborativos con la investigación y que parecían más preocupados porque el gobierno admitiera el estatus de "desaparición forzada" antes que por la búsqueda del joven.

Por lo pronto, ya está instalada la polémica sobre quién tuvo la culpa de la demora en la búsqueda. La zona donde apareció el cuerpo ya había sido rastrillada sin resultados, lo cual lleva a la duda sobre si siempre estuvo allí o si fue depositado recientemente.

Fue llamativo, además, el hecho de que el cuerpo estuviera río arriba de la zona donde se vio a Maldonado por última vez. Una vocera de la comunidad mapuche Pu Lof Cushamen afirmó sin dudar que el cuerpo había sido "plantado" por terceros ajenos a esa agrupación.

Por otro lado, hubo en los primeros análisis periodísticos sobre la situación, recordatorios de cómo los mapuches obstaculizaron la acción judicial, al impedir en las primeras semanas un rastillaje policial de la zona, con el argumento de que se trataba de "territorio sagrado" mapuche y que se le debía un respeto cultural.

El primer juez que tuvo la causa a su cargo se avino, inicialmente, a ese pedido, por lo cual recibió críticas muy duras.

Luego, cuando hubo una orden judicial para allanar el "Pu Lof", llamó la atención la reacción de Sergio Maldonado, el hermano de Santiago, que no sólo no apoyó el esfuerzo judicial por la búsqueda, sino que se mostró irritado por lo que consideró un "circo mediático" para distraer la verdadera responsabilidad de la Gendarmería.

Ahora que apareció un cuerpo, ambas partes afirman lo mismo que sostenían desde el primer momento. Para la oposición, es la demostración de que hubo un accionar represivo violento contra una protesta popular y luego hubo un intento de "camuflaje" del crimen.

Para el gobierno, las señales apuntan a la intención del uso político del tema, a través de un hecho de alto impacto en el que se pudiera denunciar a la Gendarmería y, por ende, a la conducción política.

No por casualidad, señalan, uno de los puntos centrales de los actos por Maldonado tuvieron como reclamo central la renuncia de la ministra de seguridad, Patricia Bullrich.

Y reiteran que mientras el Estado intentó aclarar la situación, los mapuches y la familia de Maldonado pusieron trabas a la búsqueda.

El alcalce del impacto y el ejemplo español

De momento, la mayoría de los analistas creen que el impacto del caso Maldonado sobre la intención de voto será marginal: mientras no haya información precisa y todo quede en el terreno especulativo, cada una de las partes hará la "lectura" que refuerce sus posturas previas.

Excepto que ocurra algo inesperado que cambie la percepción de la opinión pública. Léase: un dato que confirme de manera fehaciente que alguna de las partes mintió.

De todas formas, ahora habrá que esperar a que se realice la autopsia en Buenos Aires, hacia donde fue trasladado el cuerpo.

De hecho, algunos recordaron, por ejemplo, el atentado sufrido en la estación ferroviaria Atocha, de Madrid, en 2004 a pocos días de la elección presidencial.

El gobierno de José María Aznar (Partido Popular) intentó instalar la idea de que la explosión había sido causada por el grupo terrorista ETA, porque eso fortalecería ante la población la necesidad de un gobierno "duro" contra el terrorismo.

Pero cuando se supo que se trataba de la organización terrorista islámica Al Qaeda, se produjo entonces un vuelco de la opinión pública que le dio la victoria al socialista José Luis Rodríguez Zapatero: se produjo el voto castigo a un gobierno que expuso a la ciudadanía en una guerra que no sentían propia.


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