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El hombre más rico de Brasil fue detenido ayer por corrupción

Llegó a amasar una fortuna de más de US$ 30.000 millones, pero cayó
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31 de enero de 2017 a las 05:00
Fue el más rico de Brasil y quiso ser el número uno del mundo, pero el ascenso de Eike Batista fue tan meteórico como breve. Su estrepitosa caída empezó en 2013, con su naufragio empresarial, y culminó ayer con su detención por corrupción.

Fanático de la velocidad y de las lanchas deportivas, este empresario de 60 años se convirtió en un emblema del entusiasmo global que generó Brasil en los últimos tiempos, lo que le permitió captar a grandes inversionistas para su proyecto petrolero.

"Yo creí en eso. Viviendo en un país que tenía aquellos descubrimientos de petróleo gigantescos, ¿por qué yo no podía ser bendecido con uno de ellos?", se preguntaba Batista en una entrevista en 2013 con el diario The Wall Street Journal.

Pese a no tener estudios universitarios, este empresario que se hizo a sí mismo logró que su grupo de minería y energía EBX subiera como la espuma, con lo que consiguió amasar una fortuna de más de US$ 30.000 millones.

Quería ser el hombre más rico del mundo, le confesó a la revista Forbes, que en 2012 lo designó como el séptimo de la lista, antes de concederle el dudoso título de "gran perdedor del año".

Su fortuna cayó a menos de US$ 1.000 millones en un derrumbe que comenzó a mediados de ese año, cuando la petrolera OGX reconoció que no cumpliría con sus metas de producción.

La detención

Batista fue detenido ayer bajo acusaciones de corrupción, inmediatamente después de haber aterrizado en Río de Janeiro a bordo de un vuelo regular procedente de Nueva York.

Incluido desde el jueves en la lista roja de captura de Interpol, Batista había prometido entregarse y era esperado por policías al pie de la aeronave de American Airlines, donde viajaba en clase ejecutiva.

El exmagnate, que vio naufragar sus negocios petroleros en los últimos años, fue conducido a la superpoblada e insalubre cárcel de Ary Franco, en el norte de Río, tras una revisión de su estado de salud en el Instituto Médico Legal.

Sin embargo, poco después fue trasladado al Complejo Penitenciario de Gericinó, en Bangú, al oeste de la ciudad.

"Después de una evaluación, fue transferido para una unidad acorde con su perfil", dijo la Secretaría de Administración Penitenciaria de Río en un comunicado citado por la estatal Agencia Brasil.

Al no tener título universitario, el que fue el séptimo hombre más rico del mundo no podría acogerse a los beneficios de reclusión que da la ley brasileña para las personas con mayor nivel de educación, colocándolas en alas separadas de los presidios.

Por tanto, no ingresó al mismo pabellón de Bangú donde están internados otros detenidos de alto perfil igualmente relacionados con la investigación de corrupción Lava Jato, como el exgobernador de Río Sergio Cabral (2007-2014).

Imágenes de Globo Televisión mostraron el traslado de Batista, quien luce ya sin cabello y con una sencilla camiseta blanca del uniforme de preso, ingresando a una camioneta policial.

Supersticioso

Creyente en las supersticiones y los astros, el millonario Eike Batista dijo en una entrevista con The Wall Street Journal realizada hace cuatro años: "Si usted mira mi mapa astral verá que este período no fue favorable para mí".

Sin embargo, auguraba que la buena fase para sus negocios y emprendimientos debería comenzar en setiembre de 2013. Tal parece que los astros desde hace algún tiempo que no han estado más de su lado.

Pedido de ayuda

La policía había tratado infructuosamente de detener a Batista el jueves en su domicilio de Río de Janeiro, dentro de un operativo derivado de la investigación Lava Jato sobre sobornos pagados por grandes constructoras a partidos y políticos para hacerse con contratos en la estatal Petrobras.

Pero el empresario había partido días antes de Brasil. Su abogado informó que se encontraba en Nueva York por trabajo y que regresaría para entregarse, pero las autoridades lo consideraron un fugitivo y pidieron ayuda a Interpol para capturarlo.

Batista es sospechoso de haber pagado US$ 16,5 millones al entonces gobernador Sergio Cabral por una operación que en realidad nunca existió de compra y venta de una mina de oro.

El empresario dijo que volvía a Brasil para entregarse, con la intención "de ayudar a pasar las cosas en limpio".

Queda por ver si sus confesiones aclaran los negocios, la quiebra y las complicidades con las que contó esta excéntrica figura brasileña.

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