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El lindo alboroto de mi cabeza
El cine de animación suele ser el género predominante para estas dos semanas y no es de extrañare. Una de las ramas más creativas de la industria de Hollywood, las películas animadas conectan con todos. Encantan y divierten a adultos y niños por igual y, por suerte para ambos grupos, hoy se estrena Intensa-Mente, la mejor opción cinematográfica para esta temporada invernal.
Es la nueva película de los estudios Pixar, los encargados de provee al cine Toy Story, Wall-E, Los Increíbles y tantas otras maravillas. En su momento fueron coronados como los reyes imbatibles de la animación, título que fue sellado cuando fueron comprados en 2006 por Disney. Pero en la última década, Pixar sufrió un revés cuando los estudios competidores elevaron su juego. Tras un intento fallido de volver al estrellato con una historia original con Valiente, Pixar dedicó sus esfuerzos a la producción de secuelas para sus éxitos pasados.
Ahora, los seguidores del estudio con una lámpara animada como mascota pueden regocijarse. Intensa-Mente sí es el regreso triunfal de Pixar haciendo lo que mejor sabe hacer: entretener de manera inteligente al apelar a los sentimientos. Y lo hace de la forma más explícita, al volver a un montón de emociones, las verdaderas estrellas del filme.
Por un lado, la película se centra en una niña de 12 años llamada Riley Anderson. Fanática del hockey, es una niña alegre y divertida, que no teme hacer el ridículo con tal de divertirse. Al menos, así es hasta que sus padres deciden mudarse a otra ciudad, lo que le significará un nuevo hogar, nueva escuela, nuevos amigos y sobre todo, nuevas sensaciones.
En ese periplo de vida es que residen los principales protagonistas de Intensa-Mente: Alegría, Tristeza, Miedo, Desagrado y Enojo son las emociones que viven dentro de Riley y son personificadas como unos pequeños seres coloridos y antropomórficos que residen dentro de una gran estación central en las que controlan cada una de las decisiones y sensaciones que experimenta la niña. Desde el nacimiento de Riley, estos macacos que usan ropa y realizan sus tareas día a día como si fuera su trabajo, son los encargados de producir y guardar cada uno de los recuerdos de la niña, por más divertidos o deprimentes que sean.
Un embrollo con los recuerdos centrales de Riley –aquellos que definen toda su personalidad como ser humano– hará que Alegría y Tristeza se pierdan dentro de su mente. Este es el principal catalizador que brinda la aventura que los personajes necesitan para que el filme no sea solo un estudio sobre el carácter del humano.
Sin embargo, son las piezas temáticas que Intensa-mente propone para entender los problemas detrás de una niña de 12 años que van engranándose poco a poco y cuyo resultado es una de las películas más creativas y conmovedoraas a la fecha. Si la extraña odisea de Up: una aventura de altura supo provocar varias lágrimas en sus espectadores, es probable que Intensa-mente haga lo mismo, incluso con una historia tan mínima como es la relación entre una niña y sus padres.
Pero más allá de lo afectivo, también hay lugar para la diversión. Desde el principio de Intensa-Mente el vaivén entre el mundo real (el de las personas) y lo que sucede dentro de Riley con sus emociones es el mayor proveedor de risas en la película, donde el gesto más mínimo (un estornudo o un rubor) tiene atrás una máquina disparatada de seres tratando de llevarse bien uno con el otro, como si de compañeros de oficina se tratasen.
Las actitudes y diálogos de cada una de las emociones, definidas por sus naturalezas inquebrantables, son acompañadas por gestos y movimientos que recuerdan a los Looney Tunes de Chuck Jones, pertenecientes a otra época de la animación.
Si a ese ingrediente se le suma una historia de escenas y escenarios estética y sentimentalmente bellos, no sería incorrecto afirmar que con Intensa-Mente Pixar está ante el comienzo de su propia nueva edad dorada. Se los extrañaba.
