El oro negro no reluce tanto

a cautelosa mesura del anuncio del gobierno sobre indicios de petróleo en Paysandú no escondió su esperanza de que, junto con el elusivo acuerdo final con UPM, pueda convertirse en principal carta de crédito para la administración frenteamplista. La ministra del área, Carolina Cosse, recomendó calma y prudencia pero al mismo tiempo destacó el descubrimiento de hidrocarburos como "una gran noticia". No lo es tanto, por varias razones. En primer lugar, no está comprobada la existencia de hidrocarburos sino solo indicaciones técnicas de que puede haber yacimientos en el subsuelo. Si se confirma su presencia, el paso siguiente será establecer de qué tipo de petróleo se trata, el volumen del yacimiento y otros aspectos técnicos. De todo ello dependerá si es comercialmente explotable o si, como ha ocurrido tantas veces en las últimas décadas de exploración, todo queda en la nada.

Figura también, en forma prominente, la controversia sobre si a Uruguay le conviene o no convertirse en productor de petróleo. Cuando en 2016 el presidente Tabaré Vázquez convocó a sus cuatro antecesores para convenir una política de Estado sobre el tema, Jorge Batlle afirmó enfáticamente que prefería que no hubiera petróleo. La duda de Batlle, que muchos comparten, se basaba en el desorden y desequilibrio estructural creados en la mayoría de los países que centran su capacidad productiva en el oro negro. Hay naciones, como Noruega, que utilizan sabiamente sus ingresos petroleros. Otro no, por los desbordes que la riqueza repentina genera en gobiernos inexperientes. Depender exclusivamente de los caudalosos ingresos petroleros ha sido una de las causas del colapso económico y político de Venezuela, el país con las mayores reservas mundiales. Y los grandes productores de Medio Oriente se han convertido en pomposas vidrieras de despilfarros, sin paralelo desarrollo de los países.

Y por último, Uruguay ya ha transformado favorablemente su estructura energética en los últimos años, basada en fuentes más limpias que el uso de petróleo. Incluyen la tradicional generación hidroeléctrica, el pujante desarrollo actual de la energía eólica y, en grado menor, por biomasa y paneles solares. Incluso exporta actualmente energía, todo lo cual concurre a poner en tela de juicio si sería de utilidad tener y explotar una fuente contaminante de energía, cuyo precio además está en picada desde hace tiempo. Entre algunos de los muchos geólogos, técnicos en otras áreas y hasta ambientalistas que han opinado sobre el pozo en Paysandú incluso se han planteado temores de que la explotación de petróleo en el territorio podría contaminar el vecino acuífero Guaraní, la mayor reserva mundial de agua dulce en el subsuelo de Uruguay y de los países vecinos.

El tono del anuncio gubernamental contrastó con la euforia con que Vázquez aseguró, en su primera presidencia, la existencia de hidrocarburos en la plataforma marítima. Años de exploración por la empresa francesa Total no dieron resultados y la búsqueda de yacimientos bajo el agua sigue siendo un difuso proyecto futuro. Entre tanto las miradas están puestas en el subsuelo del litoral. Las de algunos, con esperanza de que haya petróleo explotable. Las de otros, con dudas por su razonable preferencia del desarrollo económico diversificado, centrado en los muchos recursos que el país ya tiene a su alcance y a los que todavía no les saca su máximo provecho. Y especialmente en mejorar la educación, que es nuestro principal talento