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El poderoso jefe del FBI dejó en evidencia al presidente Trump

Admitió que se investigan vínculos rusos con la elección y descartó escuchas de Obama
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21 de marzo de 2017 a las 05:00
Quién podría permitirse hoy en Estados Unidos mostrarle una tarjeta amarilla a Donald Trump sin arriesgar su cargo? La respuesta no admite la menor duda: James Comey, el poderoso jefe del FBI.

No es la primera vez que este gigantesco policía –2 metros de estatura– causa un revuelo, pero el de ayer fue particularmente estruendoso: Comey contradijo de forma categórica al presidente, quien acusó a su antecesor, el demócrata Barack Obama, de haber ordenado espiar sus comunicaciones telefónicas.

Al comparecer en la comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes, junto con el jefe de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), Mike Rogers, el funcionario dejó en evidencia al mandatario en un asunto en el que Trump insistió aunque sin presentar oportunamente pruebas que demostraran su versión.

Pero además, Comey confirmó que está en curso una investigación para probar supuestos vínculos entre su campaña y el gobierno ruso de Vladímir Putin.

Otro de los asuntos refutados por los funcionarios es el vinculado a un supuesto pedido realizado desde Washington a los servicios de inteligencia británicos para que espiaran a Trump.

En ningún momento, Comey se apartó de la calma que lo caracteriza como experto en audiencias en comisiones del Congreso.

Concentrado, con el ceño fruncido, el jefe de la Policía Federal se destaca en esa tarea, en la que logra proyectar una imagen de fiel servidor de la ley, a pesar de que es un viejo zorro de la política.

El terror de Hillary

Trump está advertido: las palabras del jefe del FBI, fortalecidas por el carácter oficial de las investigaciones que supervisa, no se borran fácilmente.

La exsecretaria de Estado y excandidata presidencial demócrata, Hillary Clinton, lo padeció en carne propia cuando Comey recomendó en una sorpresiva conferencia de prensa en julio de 2016 no denunciar a la exfuncionaria por el caso de sus e-mails enviados desde un servidor privado, aunque comentó que esta había demostrado "una gran negligencia".

Elogian su autonomía

Aquel día Comey llenó de piedras los zapatos de la ex primera dama en campaña. Pero no conformó a los republicanos, que esperaban que la candidata demócrata fuera formalmente acusada ante la Justicia.

Cuando, a fines de octubre, 10 días antes de los comicios presidenciales, el director del FBI relanzó el caso de los mensajes electrónicos, los republicanos lo aplaudieron y elogiaron en otoño una autonomía de la que dudaban en el verano.

Todo indica que Comey, de 56 años, es capaz de mantener el timón de la nave del FBI en medio de las tormentas.

Este exfiscal federal y exsubsecretario de Justicia fue largamente marginado por los republicanos, y fue designado por Obama en el cargo actual. Pero Trump le pidió que continuara en ejercicio de sus funciones.

Fama de francotirador

La tenacidad es uno los rasgos más sobresalientes de su carácter. Combinando firmeza y pedagogía, enfrentó incansablemente a Silicon Valley para convencer a Apple de que desbloqueara un smartphone utilizado por el autor de un atentado en California. Finalmente fueron los expertos del FBI los que lo consiguieron.

Bajo la administración Obama, Comey eclipsó a menudo a su superior jerárquica, la entonces secretaria de Justicia, Loretta Lynch. Esta ratificó así las recomendaciones de no acusar a Hillary Clinton.

Con esta ardiente investigación, Comey consolidó su fama de francotirador, al tolerar los ataques de todos los bandos y saliendo indemne del avispero.

Hay que decir que este padre de cinco hijos y de aspecto siempre imp ecable, tiene experiencia. Comey navega desde hace tres décadas en los altos círculos político-judiciales, y se impuso una coraza gracias a la cual a menudo puede enfurecer a las autoridades judiciales e incluso a la Casa Blanca.

Por ejemplo en 2004, cuando era fiscal general interino, desató un escándalo al denunciar que un asesor del entonces presidente George W. Bush, Alberto Gonzales, había intentado presionar al secretario de Justicia, John Ashcroft, mientras estaba internado en un hospital, para hacerlo firmar una medida que autorizaba las escuchas telefónicas sin mandato judicial.

Investigan lazos con gobierno de Putin

El director del FBI, James Comey, confirmó por primera vez ayer la existencia de una investigación desde el año pasado sobre una posible "coordinación" entre integrantes de la campaña de Donald Trump y el gobierno ruso antes de las elecciones presidenciales.

Mientras Trump calificó los supuestos lazos de sus allegados con Moscú de "noticias falsas", Comey confirmó que su agencia está interesada en profundizar en la compleja polémica rusa que se ciñe a la joven presidencia del magnate.

El FBI "está investigando los esfuerzos del gobierno ruso para interferir en la elección presidencial de 2016", declaró Comey durante la sesión.

El funcionario señaló que "eso incluye investigar la naturaleza de los lazos entre individuos asociados con la campaña de Trump y el gobierno ruso y si hubo alguna coordinación entre la campaña y los esfuerzos de Rusia".

Ni Comey ni el director de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) confirmaron que la intervención rusa haya causado cambios de votos en estados con resultados parejos.

Descartan espionaje de Obama a Trump

Los jefes del FBI y la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) rechazaron la acusación de Donald Trump de que su antecesor Barack Obama intervino sus teléfonos durante la campaña electoral.

"El departamento no tiene información que soporte esos tuits", dijo el jefe del FBI, James Comey, durante una audiencia en la Cámara de Representantes, al referirse a los señalamientos hechos por Trump en Twitter.

"Ningún presidente podría" ordenar este tipo de escuchas, explicó.

Y subrayó el "rigor" del procedimiento jurídico que se necesita para espiar los teléfonos de ciudadanos.

Mientras tanto, el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Devin Nunes, aseguró que si bien no se comprobó que hubieran existido escuchas telefónicas, de todas maneras "pudo haber otros tipos de vigilancia contra el presidente" Trump.

Ambos funcionarios comparecieron ante el Congreso.

Niegan pedido a la Inteligencia británica

El jefe de la agencia estadounidense de Agencia de Seguridad Nacional (NSA), el almirante Mike Rogers, negó ayer que Washington haya pedido a los servicios de inteligencia británicos espiar a Donald Trump, una tesis que fue defendida por la Casa Blanca.

"No he visto nada del lado de la NSA de que haya hecho tal cosa o de que alguien nos lo pidiera", dijo Rogers durante una audiencia ante la comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes.

En una entrevista con la BBC, el número dos de la NSA había calificado el sábado de "totalmente insensatas" las acusaciones de espionaje contra el Reino Unido que el jueves había realizado la administración Trump.

El exjuez Andrew Napolitano, comentarista en Fox News, afirmó a principios de semana en esa cadena de televisión que Barack Obama recurrrió a la agencia de espionaje británico GCHQ para "pinchar" las líneas telefónicas de la Trump Tower, residencia de Donald Trump.

La afirmación fue transmitida por el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, y luego citada por el propio Trump.

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