Denis Dutra

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El séptimo día > política

El voto del Pepe, la chance de otro gobierno en disputa y una pizca de heces

Lo que dejó la votación del domingo y lo que viene por delante
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02 de noviembre de 2014 a las 00:00

“Esto es impensable de ver en Argentina” me comentó el domingo a la tardecita un colega porteño mientras mirábamos frente al televisor las primeras proyecciones de voto que difundían las empresas de opinión pública basadas en encuestas a boca de urna, según las cuales, el oficialismo no alcanzaba a retener el gobierno en primera vuelta ni muchos menos la mayoría parlamentaria.

A la mañana siguiente el equipo de datos de El Observador refutó esas previsiones y horas más tarde la Corte Electoral lo confirmó: el Frente Amplio(FA) obtuvo el 47,9% de los votos y arañó la mayoría en ambas cámaras(en el Senado la tendrá si gana en noviembre), la primera vez en 60 años que una fuerza política lo logra por tercera vez consecutiva. El Partido Nacional obtuvo el 30,8% de los sufragios y el Partido Colorado 12,9%


El dueño de casa era de los más conformes con los resultados difundidos en la noche dominical. Pablo Mieres, el líder del Partido Independiente había logrado su ansiada meta de llegar al Senado y convertirse en una pieza que puede resultar clave en un Parlamento que estará signado por la necesidad de negociar para aprobar leyes excepcionales que requieran de mayorías especiales como reformas constitucionales y ciertos cambios impositivos.


La joven menor de la casa estaba feliz por la votación del Frente Amplio pero su alegría no la desbordó como para dejar de consolar a su novio que contemplaba impávido la peor derrota del Partido Colorado, mientras su hermano nacionalista se congratulaba por el talante con el que Luis Lacalle Pou se plantó frente a sus seguidores para aceptar la derrota y prometer redoblar esfuerzos de cara a la segunda vuelta del 30 de noviembre en la que Tabaré Vázquez es el claro favorito, no por lo que digan las encuestas sino porque a la votación del domingo demostró que la población –buena parte de la cual sufraga con una mano en la credencial y otra en el bolsillo- reconoció en las urnas que los progresos económicos y sociales que el país alcanzó desde 2005 cuando a la salida de una crisis que puso al país al borde de la extinción, la izquierda llegó por primera vez al poder, ameritan darle una carta de crédito por otro lustro.

Los graves problemas en la educación y la seguridad pública parecieron no pesar en los electores, aunque buena parte aún no internalizó que en primera vuelta se elige Parlamento.


Como en 2005 cuando a fuerza de una popularidad avasallante se convirtió en el senador más votado de la historia uruguaya, el presidente José Mujica resultó un factor clave en el último tramo de la campaña hacia el último domingo saliendo a la palestra pública a defender los “logros” de su gobierno pese a estar impedido por la Constitución (a la que por cierto nunca tuvo demasiado apego).

Publicidades de empresas públicas monopólicas y un aparato de militancia bien aceitado coadyuvaron en la tarea.


El sector de Mujica volvió a convertirse por amplio margen en el que logró el mayor caudal de votos dentro del oficialismo , seguido por el Frente Líber Seregni que sufrió una sensible pérdida de respaldo y el Frente Unido del candidato a vicepresidente Raúl Sendic.


La correlación de fuerzas dentro del oficialismo puede hacer presagiar otro gobierno en disputa aunque si se compara la voz de mando de los últimos dos presidentes, las dudas quedarían a un lado.


El análisis del escrutinio que no finalizó da respuestas a algunos porqués del resultado de la votación. El FA se consolidó con amplia mayoría en Montevideo y Canelones. En la capital tuvo 53,5% de los votos y en Canelones superó por varios miles de votos a los otros partidos políticos sumados. Además, si se suman los 18 departamentos del interior el oficialismo logró 44% de los votos contra 34,4% del Partido Nacional y 14,5% de los colorados.


Un párrafo aparte de la jornada cívica merece la actitud de Bordaberry, el gran derrotado de la elección (también naufragó el plebiscito para bajar la edad de imputabilidad que lo tuvo como principal impulsor) quien apenas conocidos los resultados fue al comando de Lacalle Pou a ofrecer su respaldo de cara a la segunda vuelta.

Aunque algunos ingratos correligionarios que crecieron a su sombra lo condenaron por la actitud (según un audio que reprodujo Océano FM le dijo al asesor blanco Pablo Da Silveira “vine para que hagan mierda a Tabaré Vázquez”), el dirigente que en 2009 había rescatado al partido de la casi segura extinción hizo lo que era previsible dado la coincidencia programática con Lacalle. En todo caso, mas grosero fue haber hecho una oposición más bien destructiva durante la presente administración y optado por Germán Coutiño para completar la fórmula, ignorando el ala batllista del partido y perdiendo la oportunidad de sacarse la grifa autoritaria que muchos le endilgan por su apellido.


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