Krikor Attarián (31) y Javier Figueroa (46) son emprendedores graduados de Ingenio, la incubadora de empresas innovadoras perteneciente al Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU). Pero como la sed emprendedora puede más, no se quedaron conformes con ser empresarios consolidados en el mercado. Es por eso que idearon un espacio para compartir opiniones, experiencias y ser blanco de críticas, si es necesario. En definitiva, aprender unos de otros y no cometer los errores de sus “hermanos mayores”.
Figueroa pertenece a la primera generación egresada de Ingenio con Locomotion Audiovisual Company, empresa dedicada hace diez años a la producción de contenido audiovisual multimedia de carácter educativo y entretenimiento (animación, pre-producción, producción, y post-producción inclusive). Actualmente, son uno de los mayores proveedores de juegos y material didáctico del Plan Ceibal.
Attarián, por otro lado, fundó Kizanaro hace seis años, que hoy evolucionó a Az Sport Tech, una empresa de IT dedicada al rubro deportivo, elaborando distintas herramientas y software táctico. Hoy ya tiene 15 empleados y opera en Colombia, Perú, Chile, Ecuador, Paraguay, Honduras, Argentina y con el cuerpo técnico de la selección uruguaya.
De una forma u otra, Attarián y Figueroa siempre estuvieron en contacto, aunque “de forma inorgánica”, con la incubadora. Actualmente, además de ser los impulsores de esta iniciativa, ambos forman parte del comité de selección de nuevos emprendimientos.
Sí se puede
La idea de generar este “espacio de terapia grupal” surgió hace algunos años desde conversaciones mantenidas con otros incubados y colegas empresarios, como Francisco Carzoglio (Hologram) o Marcelo Kronfeld (ZonaCamping, PagoyVoy, entre otros).
Juntos concordaron en que era necesario un lugar de intercambio para compartir y trasmitir vivencias que puedan evitar errores a las futuras generaciones de empresarios. En este sentido, el apoyo del director de Ingenio, Rafael García, y de la coordinadora de proyectos, Leticia Gómez, fue fundamental en cuanto a la coordinación interna y el nexo con los incubados.
Figueroa puntualizó que en cada edición de Elder Brother existe una retroalimentación que hace que se forme un “círculo virtuoso y no un círculo vicioso”.
En esta línea, para los impulsores de los fructíferos encuentros, muchos de los empresarios ya consolidados corren el peligro de transformarse en una “empresa sorda”, evitando críticas y siendo únicos creyentes de su modelo de negocios.
Figueroa recordó que en una ocasión, una emprendedora planteó su problemática y la opinión unánime del grupo la ayudó a visualizar que tenía que despedir a un empleado ‘tóxico’.
En los encuentros, no solo se discuten aspectos importantes que hacen a la administración de una empresa, sino que también se ponen en común cuestiones menores o específicas. “Son temáticas que todos hemos experimentado antes y que no tienen una solución única”, dijo Attarián.
Asimismo, el aprendizaje es mutuo, ya que los empresarios aprenden de las nuevas generaciones. De hecho, el fundador de Locomotion aclaró que ellos no son “gurús de nada”.
Abandonar el nido
Los empresarios recordaron cuán importante es el momento en que se egresa de la incubadora, donde los aspectos más diminutos hasta lo más macro, ya no están contemplados por nadie más que los recientes empresarios.
“Lo que nosotros le decimos a los incubados, es que empiecen a pensar seis u ocho meses antes en su graduación. Porque mientras estás incubado estás muy mimado, tenés estacionamiento, seguridad y hasta te levantan la basura, pero después todas esas cuestiones por más mínimas que parezcan corren por tu propia cuenta”, resaltó Figueroa refiriéndose a una de las enseñanzas más importantes para con los nuevos empresarios.
Los impulsores del evento, hacen hincapié en el momento de camaradería y celebración que hoy vive el emprendurismo. “Cuando llegamos a Ingenio, tanto ‘Kiko’ como yo estábamos en un momento muy fermental, todo era muy nuevo”, contó Figueroa y añadió que ellos son de otra generación, en la que nadie decía nada y todos eran muy celosos de su emprendimiento propio.
“La idea es castigarlos y lograr que ellos mismos se auto-castiguen (siempre con un fin constructivo)antes que los agarre un empresario que puede ser muchísimo peor”. comentó Attarián.
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