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Falleció Javier Methol, uno de los sobrevivientes de la tragedia de los Andes

Según otros sobrevivientes, Methol se encontraba internado en el Hospital Británico en estado muy grave
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04 de junio de 2015 a las 18:51
Javier Methol, uno de los 16 sobrevivientes de la tragedia de los Andes, falleció este jueves en el Hospital Británico a los 79 años, según confirmó a El Observador Roy Harley. Carlos Páez dijo a El Observador que hasta ayer se encontraba en estado "muy grave".
José Luis Iniciarte confirmó a Montecarlo Televisión que Methol sufría de cáncer en los huesos, y que calmaban su dolor con morfina. "El dolor que puedo sentir por él, como sentí por mis amigos que murieron allí arriba, nunca superará el haberlo conocido", dijo Iniciarte. "Un gran uruguayo se nos ha ido", agregó.

El velatorio, dijo Iniciarte, se llevará a cabo este viernes a partir de las 13 horas en la parroquia San José de la Montaña, y desde ahí partirá el cortejo hacia el Cementerio del Buceo,

Methol tenía 36 años al momento del accidente aéreo en la cordillera de los Andes. Estaba casado con Liliana Navarro, que se encontraba con él en el avión, y ambos eran padres de cuatro hijos. Navarro falleció durante los días que estuvieron perdidos en la cordillera.

Dedicó los últimos años de su vida a dar conferencias en empresas acerca de liderazgo y del trabajo en equipo a raíz de sus experiencias. Esas vivencias también fueron revividas en el libro La sociedad de la Nieve, de Pablo Vierci, en el que cuenta el momento de su regreso a Montevideo desde la cordillera:

"Cuando regresé a Montevideo, tras la montaña que nos mató, y después nos revivió, yo soñaba con ver a mis hijos y ellos soñaban con verme a mí. Para mis hijos yo estaba muerto porque mi familia y la de Liliana les habían dicho: Papá y mamá están en el cielo. Ahora papá volvía del cielo, pero mami no. Los mayores me dieron un abrazo y un beso mientras yo temblaba. Cuando alzo a la más chiquita, de tres años, y la pongo contra mi rostro, como yo tenía una barba muy larga que todavía no me había afeitado, me dijo '¿Qué te pusiste?' y yo le respondo: 'Es la barba que me creció'. Su segunda pregunta fue: ¿Y mami?'. Entonces le dije: 'Mami era tan buena, que Dios la precisaba; tú mira para arriba, y hablále, porque Dios le da permiso para que te conteste'. Ella miró hacia el cielo. Entonces le agregué: 'Siempre que tú la precises, háblale que ella te va responder'".

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