Nelson Mandela recibiendo a Fidel Castro en Durban, Sudáfrica, en setiembre de 1998

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Fidel Castro, héroe africano

Su apoyo en las guerras de independencia llevó a que sea considerado ícono de lucha y libertad en esa región
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04 de diciembre de 2016 a las 05:00
Por Max Bearak
The Washington Post

Después de pasar 27 años en prisión, Nelson Mandela fue liberado y se aseguró que uno de sus primeros viajes fuera a La Habana. Al llegar a la capital cubana en 1991, Mandela halagó a su anfitrión, Fidel Castro, diciendo que era "una fuente de inspiración para las personas que aman la libertad".

Esta escena puede sonar paradójica en algunas esquinas de Occidente. ¿Cómo puede ser que un símbolo global de la liberación africana y de la democracia diga tal cosa acerca de un hombre cuya muerte el viernes 25 de noviembre provocó que los exiliados que huyeron de su gobierno represivo bailaran en las calles de Miami? ¿Cómo pudo Mandela –encarcelado por el gobierno del apartheid en Sudáfrica– encontrar un territorio en común con Castro, quien llegó al poder absoluto en Cuba encarcelando un gran número de disidentes?

La respuesta radica en el soporte, robusto y a veces esencial, de Cuba hacia muchos grupos africanos que pelearon para que la era del colonialismo terminara. Luego de la muerte de Castro, muchos de los tributos más fuertes fueron expresados ​​por líderes africanos que heredaron los movimientos políticos derivados de las luchas de la independencia que hubo desde los años sesenta hasta los ochenta.

Entonces, Castro y sus aliados africanos vieron un territorio fértil para expandir la "revolución" comunista en estas guerras por la independencia. A cambio, los soviéticos les dieron armas y asistencia, convirtiendo partes de África en un escenario para las batallas de la Guerra Fría.

Las tropas cubanas no fueron solo mercenarios para ellos. Castro intervino contra el apartheid, en gran parte, por sus propias convicciones, y no por órdenes de Moscú, apuntan los historiadores.

En 1988, por ejemplo, un despliegue de 36 mil tropas cubanas jugaron un rol decisivo para derrotar a las fuerzas sudafricanas apoyadas por Estados Unidos en la era del apartheid asentadas en Angola. Al menos 4.300 cubanos murieron solo en ese campo bélico.

Esas batallas precipitaron la independencia de Namibia de Sudáfrica y fortalecieron a los luchadores anti-apartheid en su casa. Estados Unidos, especialmente durante los años de Reagan, apoyó el gobierno del apartheid como bastión en la lucha contra la expansión del comunismo.

Las tropas cubanas, al igual que técnicos, profesores y doctores, se quedaron en Angola por años para defender la posibilidad de otra incursión y para construir los comienzos del estado de Angola post colonial. Luego de la muerte de Castro, la secretaria general del Movimiento Popular de Liberación de Angola, que peleó junto a los cubanos y ha estado en el poder desde su independencia, dijo que Castro era el Mandela de su país.

Más allá de Angola
En los años 60 y los 70, las tropas cubanas –o los combatientes entrenados por ellos–también prevalecieron contra los portugueses en las colonias de Guinea-Bisáu y Cabo Verde. Pelearon contra Mobutu Sese Seko, quien dirigió el Congo después del asesinato del primer ministro del país, Patrice Lumumba, quien era percibido por Occidente como alguien que se acercaba a los soviéticos.

En 1977, además, Castro envió 17 mil tropas para ayudar al líder comunista de Etiopía, Mengistu Haile Mariam, por el control de la controvertida región de Ogaden de Somalia. Luego, el líder cubano reclamó que casi 400 mil cubanos sirvieron a África "codo a codo con sus hermanos africanos por la independencia nacional o contra agresiones extranjeras".

Piero Gliejses, autor de Visiones de libertad: La Habana, Washington, Pretoria y la lucha por el sur de África, 1976-1991, dijo que tras escuchar que las tropas cubanas habían arribado en Angola en 1975, Mandela le escribió desde la prisión afirmando que "era la primera vez que un país de otro continente había llegado no para llevarse nada sino para ayudar a los africanos a alcanzar su libertad". Y sobre su victoria en Angola contra el régimen que lo había encarcelado en 1988, Mandela dijo que "había destruido el mito de la invencibilidad de los opresores blancos y que había inspirado la lucha en masa en Sudáfrica".

A pesar de que no se mantiene en el campo de batalla, la influencia hacia afuera de Cuba continúa. Hoy el país envía médicos de su sistema de salud estatal a África, como lo hace en partes del Caribe y de América Latina. Al comienzo del brote de Ébola en África Occidental hace dos años, Cuba envió el mayor contingente de médicos de la región. Al igual que en ese momento, más de 50 mil doctores cubanos trabajan alrededor del mundo, incluidos 32 países africanos.

Hoy, los fracasos de la revolución de Castro en su casa dejaron a su país en una situación parecida a algunos países africanos en los que intervino. Como en Cuba, la regla de un solo partido es común en muchas de estas autodenominadas "democracias" y en los ideales revolucionarios que Cuba ayudó a construir décadas atrás a menudo han sido consumidos por la codicia y la incompetencia.

No es sorprendente ver, entonces, a presidentes como Paul Kagame de Ruanda y Pierre Nkurunziza de Burundi ofrecer tributos solemnes a Castro. Ellos también han heredado su afición por sofocar brutalmente la disidencia y mantenerse en el poder a toda costa.

El líder cubano va seguir siendo en África un ícono de la libertad y de la lucha. En 1998, cuatro años después de que Mandela se convirtiera en el primer presidente negro de Sudáfrica, Castro voló a la ciudad de Durban, en la costa este de ese país, y fue recibido como un héroe en las calles. Luego, pronunció un discurso en una reunión repleta del Congreso Nacional Africano, el partido de Mandela.
Una vez que subió al estrado, pasaron varios minutos antes de que Castro pudiera comenzar su discurso. Los legisladores no paraban de exclamar "Cuba, Cuba", y "Fidel, Fidel".

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