Por Ina Godoy / Producción Agustina Amorós
La intervención del estudio Talice Tosar Arquitectos se basó en rescatar los valores de la casa original, combinándolos con un lenguaje moderno que contrasta y los destaca.
Se restauraron las aberturas de madera, los pisos de pinotea y en la sala de video se conservaron las vigas del techo, también de madera. Estos elementos de la casa original, construida en 1940, conviven armónicamente con las superficies blancas, neutras y despojadas del reciente reciclaje.
Los arquitectos trabajaron con dos vectores que definieron el nuevo carácter de la vivienda. Por un lado, se establecieron dos grandes sectores conectados pero totalmente independientes. Uno de uso social, donde los amplios ambientes de la sala de video, el living, el comedor y la cocina comparten un área común de gran espaciosidad. El otro es un sector de uso más privado que se destinó a los cuartos y baños. Esta disposición combina cercanía, independencia y privacidad entre las áreas sociales y privadas.
La escalera, dispuesta en el corazón de esta propiedad de 240 metros cuadrados, cumple un rol fundamental en la conexión y el uso de los tres niveles en los que se desarrolla, antes totalmente disociados: altillo, planta principal y sótano.
La fachada se mantuvo totalmente original, fue hidrolavada, conserva el retiro ajardinado, los antiguos baldosones de granito y algunos detalles de azulejo portugués.
En el sector de los dormitorios se creó una circulación interna para lograr la privacidad de la que esas habitaciones carecían. El cuarto principal tiene baño en suite, la carpintería original de pisos y aberturas restaurados contrasta con el blanco de las paredes y el mobiliario contemporáneo.
El baño principal de la casa aprovecha un antiguo ventanal que da al jardín del frente y permite la entrada de luz natural en el ambiente. El revestimiento de porcelanato, enmarca el duchero y también una gran tina moderna, con mampara fija de vidrio.
El piso del gran ambiente que comparten el living, el comedor y la cocina es de porcelanato e imita la apariencia de tablones de madera blanca decapada. El equipamiento de la cocina es en mdf blanco, vidrio esmerilado, mesadas y revestimiento de silestone gris.
El comedor se ubicó frente a la gran puerta ventana que da al jardín. Se combinó una mesa con base de madera reciclada con hierro y superficie de vidrio, dos sitiales del mismo material y cuatro sillas Louis de acrílico transparente, diseño de Philippe Starck.
El sótano albergaba la caldera a gasoil que abastecía la calefacción, se accedía por una escalera secundaria muy empinada y estaba inundado de humedad. Eran dos habitaciones separadas que no tenían la altura suficiente para ser habitadas (1.80 m de alto). Se hizo un trabajo de recimentación para poder excavar y ampliar la altura sin afectar los cimientos originales. A su vez, se integraron los dos ambientes interviniendo en los muros estructurales de piedra, de 60 cm de ancho, cuya presencia fue notablemente potenciada. El resultado es un gran espacio lúdico y de reunión, integrado pero con una saludable independencia del resto de la casa.
En la ventana de la cocina que da al jardín se colocó una barra con banquetas de hierro y madera, y una reja plegable, que generan un nuevo espacio de dispersión donde el interior y el exterior interactúan con fluidez.
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