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Jaime Roos: Y es así

El nuevo capítulo de la reedición de la obra íntegra del músico, que presenta tres álbumes de estudio y uno en vivo, permite comprobar la vigencia de discos que siguen manteniéndose frescos y novedosos
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10 de julio de 2016 a las 05:00

En un momento en que el formato físico para la música parece tener muy poca importancia comercial y en un mercado que por pequeñez y dejadez no suele mirar hacia atrás, la noticia de volver a tener en muy buenas condiciones la obra completa de uno de los músicos uruguayos más trascendentes es un hito cultural.

La anunciada reedición en CD de la obra completa de Jaime Roos hecha por el sello Bizarro comenzó a fines del año pasado, con sus primeros cinco álbumes: Candombe del 31 (1977), Para espantar el sueño (1978), Aquello (1981), Siempre son las cuatro (1982) y Mediocampo (1984). Son discos que muestran cómo se van construyendo los cimientos de una obra excelente y cómo el artista llegó a grandes culminaciones creativas, a la vez que se iba volviendo de a poco un músico extremadamente popular.

Esos trabajos –especialmente los últimos tres– son, quizás, su cumbre creativa.

La nueva entrega de su obra, que va de 1985 a 1989, con tres álbumes de estudio y uno en vivo, permite apreciar a un Roos convertido en un referente fundamental y uno de los artistas más populares en la historia de la música uruguaya.

Hoy hay toda una vertiente de la música popular que se basa en utilizar los recursos de la murga en un formato de canción pop. A inicios de la década del 80 ese formato no existía. Jaime Roos lo había insinuado en Cometa de la farola en su álbum debut de 1977 y siguió modelándolo en canciones como Retirada (1978) y ya más explícitamente en Los Olímpicos (1981) y Adiós Juventud (1982). No fue el único que buscó juntar murga y canción, también lo intentaron contemporáneamente Jorge Galemire y Jorge Lazaroff; pero fue el más explícitamente murguero y el que más conectó con la gente, tocando una sensibilidad que hasta ese momento no se sabía que existía.

Ese estilo de canción murguera llegaría al cénit con Brindis por Pierrot, editada en 1985 en una antología con solo dos temas previamente inéditos. La canción, cantada por Washington "Canario" Luna, traspasó todos los estratos sociales y culturales convirtiéndose en un éxito inédito en la historia del país.

Los cuatro discos que se lanzan ahora son contemporáneos a ese éxito. Es notable apreciar como en esos álbumes Roos no se durmió en los laureles de su popularidad. Sus discos de estudio del resto de la década el 80 desafían al oyente con nuevos sonidos y propuestas.

Sintetizadores y cajas de ritmo


Es interesante que Jaime Roos incluya –justificadamente- el disco Mujer de sal junto a un hombre vuelto carbón, hecho a dúo con Estela Magnone, como parte de esta revisión de su discografía solista. Siendo pareja, los dos músicos hicieron este álbum editado en 1985 ocupándose de todas las voces e instrumentos.

No fue un disco ni muy difundido ni muy escuchado en su momento, salvo por la canción Carbón y sal, tal vez por lo distinta que era con respecto a las canciones que habían convertido a Roos en un fenómeno popular. El álbum fue reeditado en el año 2000 como parte de la discografía de Estela Magnone en un CD doble que también incluía el álbum de la artista Vals prismático.

Carbon y sal Jaime Roos

Todas las músicas del álbum son de Estela Magnone. Hay letras compartidas, otras de Roos y temas enteramente compuestos por Magnone. Aunque podría pensarse por eso que el disco es más de ella que de Jaime, la presencia de Roos es muy notoria y no solo cuando se ocupa de la voz principal. Es claramente un disco a dúo donde el resultado no es igual a la suma de las partes. El minimalismo instrumental, el aire de entrecasa de la grabación (aunque el álbum haya sido grabado en un estudio profesional), la economía de recursos y el uso del silencio como un recurso musical pueden parecer ajenos a Jaime Roos. Pero basta escuchar atentamente sus tres primeros discos para ver que no es así. Con muy pocas cosas –una mínima percusión con monedas, un fragmento de melodía silbada, un apoyo vocal en una frase, un golpe de tambor– Roos, arreglador y productor el disco, da los toques justos que necesita cada canción.

Fiel a su condición de disco de pareja, casi todas las canciones tratan de relaciones sentimentales desde muy diversos ángulos y no siempre positivos. Andenes, por ejemplo, debe ser una de las mejores canciones de ruptura sentimental que se haya hecho en la música uruguaya; Casi tu cara muestra el lado oscuro al que puede llegar casi toda historia de amor; Prendiendo su vestido relata una relación abusiva de la que cuesta despegarse. Hay varias otras joyas en este disco, además de los temas ya nombrados como Garabatos, Veces, Es como, Tras tus ojos, que dan cuenta del talento de ambos artistas como compositores de canciones. El sonido del disco, dominado por registros de sintetizador Juno combinados con guitarras acústicas y percusiones minimalistas, acompañados de la etérea voz de Magnone, le da al álbum (dedicado a Robert Wyatt) un sonido muy contemporáneo que remite a la relectura del dream pop que se dio a inicios de los años 2000.

Un año después, Jaime Roos editó 7 y 3. En ese entonces ya era el artista más popular de la música uruguaya. La apuesta que hizo en ese disco siguiente al éxito de Brindis por Pierrot fue tan arriesgada como inesperada. Dejando de lado el sonido que lo había convertido en ícono masivo, presentó un disco sin una sola murga, con tono tecno-punk con rastros de Talking Heads, y Public Image. La presencia de una batería digital programada en todo el disco marca sin duda el sonido del álbum, pero también hacen lo suyo Jorge Nasser en el bajo y Pablo Faragó en la guitarra (con un toque mucho más rítmico, limpio y funky que el que desarrollaría en Níquel), lo mismo que los tres tecladistas: Hugo Fattoruso, Estela Magnone y Alberto Magnone.

El único hit del álbum fue el hoy clásico La hermana de la coneja, una milonga pop con influencia de Dino y una letra (de Raúl Castro) que desarrolla una historia de vida en tono lunfardo y políticamente incorrecto.

La particularidad de la mayoría de los temas (son solo seis) es un desarrollo instrumental muy extendido, muy basado en las repeticiones mántricas que estaban muy presentes en su segundo disco Para espantar el sueño. Aquí el 'coloque', salvo en La Hermana de la coneja, está mucho más dado por lo rítmico y bailable. Esta noche, por ejemplo, que se extiende por más de siete minutos, parece más una versión remix que un tema original.


7 y 3 no tiene el consenso de otros álbumes de Roos, como Siempre son las cuatro o Mediocampo en cuanto a su excelencia. Es verdad que la extensión de algunas canciones no está del todo justificada, pero sin embargo la apuesta por un sonido inédito y vanguardista le da un carácter muy particular y atractivo al álbum que además tiene tres temas muy poco escuchados que están entre lo mejor del artista: el candombe punk El tambor y las hermosas Mío y Te hizo vivir, esta última con participación de Eduardo Mateo.

Clásico

Luego de una seguidilla de obras vanguardistas y distintas (entre si y a todo lo hecho hasta ese momento en la música uruguaya) la edición de Sur (1987), el séptimo disco de estudio de Jaime Roos pareció en su momento un trabajo más conservador.

Entre otras cosas, porque el álbum retoma en nuevas versiones tres canciones de su primer álbum (Tu vestido blanco, Y es así y Carta a poste restante) y una de su segundo trabajo (Sí, sí si). Por otro lado no presenta un sonido nuevo como si había pasado con todos los otros discos del artista. Se podría decir que, en Sur, Roos sigue sin parecerse a nadie, aunque sí se parece a sí mismo.

Pero, sin embargo, el álbum tiene algunas gemas. Una de ellas es el enigmático tema que abre el álbum Lluvia con sol, una milonga pop etérea, que no hubiera desentonado en su álbum Aquello o en el disco con Estela Magnone. Candombe de reyes sigue la línea de candombe experimental de otros temas de Roos como Pirucho, con los tambores como protagonistas junto al sintetizador de Hugo Fattoruso y una excelente participación vocal de Ruben Rada. Las luces del estadio es una de los pocos tangos explícitos de Roos y uno de sus mejores temas. Y está también Amándote, uno de sus grandes hits y su canción más conocida internacionalmente. Y hay que decir que las participaciones del trío Opa en Si, si si y de Los Olimareños en Y es así, son muy buenas relecturas de dos grandes canciones.

Esta nueva camada de reediciones se cierra con Esta noche, el primer disco en vivo de Jaime Roos editado originalmente en 1989. Es la primera vez que este trabajo se edita en CD.

Jaime Roos
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Cuando el músico retornó definitivamente a Uruguay en 1984 ideó una banda para tocar en los "candombailes" entonces de moda. El grupo Repique servía de grupo de clásicos candomberos y de banda de apoyo de Roos para sus presentaciones solistas, que se daban también en clubes, facultades y boliches. Roos siempre se diferenció de la mayor parte de sus colegas por no tocar en teatros y no hacer presentaciones de discos en vivo. A fines de los 80, Roos desarmó Repique y formó un nuevo supergrupo que bautizó La Escuelita.

El grupo estaba formado por Hugo Fattoruso y Diego Ebbeler en teclados, Popo Romano en bajo, Gustavo Etchenique en batería y un coro integrado por Benjamín Medina, Pablo "Pinocho" Routin y Rolando Fleitas.

Aunque Repique también estaba integrado por músicos muy virtuosos (algunos, como Etchenique se repetían en esta formación) la Escuelita estaba más basada en el virtuosismo instrumental de sus integrantes algo que hasta ese entonces no era lo usual en la música de Roos. Otra de las particularidades del grupo fue la presencia por primera vez de un coro definitivamente murguero en la banda, toda una innovación en ese momento.

El disco está grabado en vivo en el boliche la Barraca y es una fiel muestra de lo bien que sonaba ese grupo en escena, además de demostrar el enorme talento de Luis Restuccia, en este caso junto a Luis Mazzoni, para lograr capturar con los recursos existentes en el Uruguay de 1989, el sonido de un grupo muy numerosos tocando en un pequeño boliche.

Jaime Roos

Más allá del registro documental, el disco tiene el atractivo de incluir dos de las mejores canciones "raras" de Roos, Victoria Abaracón y La sirena, hasta ese entonces nunca tocadas en vivo. También está Piropo, un tema que Roos había compuesto para el disco Esa tristeza de Laura Canoura y una excelente versión del gran tema de Jorge Lazaroff Pelota al medio. Los temas donde los músicos hacen gala de su virtuosismo instrumental como Cometa de la farola y Esta noche son quizás los menos interesantes y los que peor soportan el paso del tiempo. Sin embargo, ese virtuosismo está muy bien empleado en la muy buena versión de Las luces del estadio. Por otra parte hay grandes temas murgueros como Que el letrista no se olvide (incluido originalmente en el álbum solista de Canario Luna, Todo a Momo) y Murga de la pica (el único tema previamente inédito de Brindis por Pierrot, además del que le daba nombre al disco), donde se luce el gran trío de cantantes de la banda.

Con estos cuatro discos se completa una serie de nueve donde se puede encontrar lo mejor de un artista único. El status de clásico que tiene hoy Roos a veces hace olvidar lo nueva, influyente y vanguardista que era y sigue siendo su música. Estos discos lo hacen recordar, o descubrir.

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