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La ceguera del Frente Amplio

El socialismo nostálgico y el estatismo encorsetando la economía chocan contra la globalización
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08 de agosto de 2017 a las 05:00

Un gobierno como el del Frente Amplio en el siglo XXI es de por sí una gran contradicción. El socialismo nostálgico y el estatismo encorsetando la economía chocan de frente contra las duras realidades de la globalización, que avanza aun con la feroz oposición de todos los proteccionismos y lobbies del mundo, Trump incluido.

En ese escenario, la educación de calidad es la única llave de oro que abre dos puertas estratégicas: una, la creación de oportunidades para los sectores con menores posibilidades, desempleados, marginales y mendigos del Estado. Otra, la posibilidad de agregar valor a las exportaciones pastoriles, que no alcanzan para mantener a toda la población sin la arrebatiña del Estado.

Esa llave está secuestrada por el marxismo y derivados, como lo está a su vez el propio Frente. El secuestrador no solo tiene como objetivo primario el aumento de salarios sin ninguna relación con la formación ni con los resultados, sino que, en un delirio que es también un contrasentido, controla los currículos, descalifica las pruebas evaluativas y pretende desde la política e ideología partidaria determinar como si supiera cuál debe ser la formación que recibirán los niños y jóvenes.

En todo sistema de planificación central, cuando las cosas no salen como los iluminados neomarxistas desean, estos tienden a corregirlas forzando a la sociedad a hacer lo que ellos esperaban que ocurriese. En una etapa más moderna, esa prepotencia se suele reemplazar por la posverdad en alguna de todas sus variantes. Una especie de violencia intelectual machacante.

Enfrentado a los hechos, a las consecuencias de sus acciones y al mercado mundial, el Frente, con su tumultuosa y esotérica metodología, profundiza esa inconsistencia de base entre sus principios declarados, sus objetivos soñados, los imposibles con que choca en la realidad, el efecto de sus propios errores y la desesperación porque se desinfló la burbuja de los precios internacionales, que les hizo creer que sabían de economía.

El efecto de esos contrasentidos es por momentos ridículo y a veces vergonzante. La negación de las atrocidades de la dictadura venezolana, por caso, que hace aparecer a Uruguay defendiendo a un tirano delirante y lo enoja con sus socios vitales del Mercosur es gravísima. La vacilación y la tibieza a las que está obligado el gobierno por su ideología obsoleta y el apriete de sus auditores internos trotskistas dañan a la sociedad, como lo ha expresado editorialmente este diario. Pero la obstinación persiste, con una vocación por el papelón que conmueve.

El incumplimiento de las cláusulas de la OIT sobre toma de fábricas es otra muestra de terquedad y posverdad, donde el PIT-CNT, con la ayuda del partido-gobierno-Estado se burla de la organización cuyas pautas usó discrecionalmente para enfrentar y subordinar a la industria, y ahora se burla de esa industria en nombre del prestigio del país. Otra dicotomía que muestra que su principismo es una declamación de acto escolar.

Los esfuerzos del Suntma por restarle competitividad al puerto de Montevideo y correr el riesgo de transformarlo en puerto sucio, cuando justamente debería buscar un camino totalmente opuesto para bien de la economía, son incomprensibles para cualquier observador. En línea con la insensatez de AFE cuando saboteó irresponsablemente la visita de ejecutivos de UPM. Se dirá que esos gremios no son el Frente, pero sí son del Frente.

El mismo gobierno que fue más gafista que el GAFI en los controles antidepositantes, se desayuna con los bancos cerrando cuentas de farmacias por vender la marihuana liberada en aras de quién sabe qué experimento internacional. Las consecuencias de manosear la diplomacia y los principios con voluntarismo y al voleo, creando nuevos dilemas.

En otro síntoma peligroso, una jerarca del gobierno-partido-Estado que supuestamente defiende la libertad y derechos del individuo y el garantismo querella al periodista Gabriel Pereyra con una excusa fútil, para silenciarlo en un tema en el que ella debería ser la querellada. Discordancia más riesgosa que las económicas.

Mientras, en un rapto de soberbia, omnipotencia e irresponsabilidad, se marcha hacia la ley que permitirá al Estado no pagar los juicios perdidos. Inconstitucional y en contra de los trabajadores y ciudadanos que ganen un reclamo contra el Estado y exponiendo a Uruguay a recibir una dura sanción en el Ciadi o el FMI que fulminará de inmediato el investment grade y destruirá la imagen de seriedad institucional en el instante en que se promulgue. De paso, tapa el costo de las medidas apresuradas que se tomaron contra dos de las empresas extranjeras querellantes. ¿Marcha el Frente Amplio hacia un aislamiento del país cuando más necesita alianzas internacionales? Ciertamente, como adivina la opinión pública, un mecanismo de patear la pelota para el próximo gobierno, casi una admisión.

Y la mayor contradicción, con una terquedad que raya en la ceguera, es la que protagoniza puertas adentro el Frente Amplio con la defensa obsesiva del vicepresidente Sendic, donde ahora se llega a cuestionar la probidad de su propio Tribunal de Conducta Política en un fallo que en teoría no se conoce y a correr el arco diciendo que este fallo no tiene efecto alguno y que debe expedirse la Justicia. Los principios de probidad sagrados –internos y ante el pueblo– ofrendados a la supervivencia partidista, cuando aún no se ha empezado a revisar en serio el manejo creativo de ANCAP. Un remedo de Dédalo desesperado ayudando a su hijo Ícaro a huir del laberinto que ellos mismos crearan. Sin alusiones al final del mito.

El supuesto Frente del pueblo y para el pueblo cae en todo tipo de dilemas y dédalos al tratar de escamotear burdamente la fuerza de los hechos, con la tozudez de toda posverdad. No alcanza a ver que en este accionar que suena a retirada desesperada no engaña a nadie. Es solo una sucesión de hipocresías e inconsistencias, tratando de ganar tiempo o de diluir los temas molestos, como un chiquilín que cierra los ojos para no ver las sombras que lo asustan.

Semeja la imagen de un cíclope ciego tirando palazos a su alrededor sin ton ni son, tratando de acertarle a algo o alguien. La Rendición de Cuentas ha potenciado y concitado esos dilemas y contrasentidos y muestra al gobierno en esta suerte de tragicomedia que produce algún temor sobre la capacidad de gestionar en estas condiciones.

Pero la madre de todas las contradicciones del frenteamplismo, la gran paradoja, es la que existe entre la necesidad de defender sus intereses partidistas e ideológicos y a sus jerarcas, y la necesidad de mantener y convencer a sus votantes. Los dioses ciegan con dilemas a quienes quieren destruir, decían los griegos.

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