Estilo de vida > Maternidad

La difícil tarea de tener dos trabajos

Cómo equilibrar la maternidad con la vida laboral para criar a los hijos y disfrutar de tiempos y logros personales sin culpa
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01 de mayo de 2015 a las 19:35

Después de la licencia maternal, donde el tiempo de las madres trabajadoras se vuelca por completo a sus hijos, ellas deben regresar a su rutina laboral. Esa vuelta las suele atormentar con interrogantes acerca de la crianza de los pequeños en su ausencia y por el futuro de un vínculo de cercanía que se ve interrumpido por el empleo. Es entonces cuando la culpa emerge.

Es normal sentirse así. No obstante, es posible compaginar el trabajo con la familia y con otros tiempos de disfrute exclusivamente personal. Y no solo es posible, sino que es aconsejable.

“Manejar todos los roles (madre, esposa, mujer y trabajadora) es complicado para la mujer de la actualidad”, dijo a El Observador el psicólogo Roberto Balaguer, autor de varias investigaciones publicadas en el campo educativo y de comportamiento social en Uruguay.

Para Balaguer se trata de roles que reiteradamente aparecen como antagónicos a los ojos de muchas mujeres, incluso cuando no lo sean en esencia. Aun así, cada uno de esos papeles es demandante y puede por sí solo acaparar toda la atención y la energía femenina.

“El rol de madre es muy demandante sobre todo en las primeras etapas de la maternidad. Es por ello que muchas mujeres difieren la maternidad para avanzar en sus carreras, siendo conscientes de las limitaciones que la maternidad impone a sus otros roles”, agrega Balaguer.

Para la psicóloga Cecilia Cabrera González, de la organización Sujetos en Red, en la práctica las madres consiguen lo que se proponen a pesar del desafío: “Hoy día las mujeres tenemos el gran desafío de combinar nuestro mundo laboral profesional con nuestra vida de madres. Muchas veces sentimos que es imposible, pero la realidad es que al final terminamos encontrando la forma de resolverlo”.

En este sentido, es fundamental hacer sentir a los hijos que son amados, cuidados y, lo más importante, en vez de gastar todas las energías en preocuparse o sentirse culpable, deben demostrar que son un ejemplo de vida. Su rol debe ser el que ellos quieran imitar cuando sean padres.

Muchas madres se obligan a quedarse en sus casas para acompañar la crianza de sus hijos, pero desearían realizar otras actividades. Así, transmiten esta depresión o frustración a los pequeños en vez de ser un apoyo y referentes diarios.

Sacrificio y organización

La psiquiatra de niños y psicoterapeuta Natalia Trenchi explica en su reciente libro Tus hijos en el día a día(editorial Aguilar), que hay que aceptar que, a la hora de tener hijos,hay que renunciar a muchas cosas, pero que también se deben acomodar los tiempos. “En esta reorganización del uso del tiempo es necesario que hagamos lugar para todos; para los niños, para la pareja y para uno mismo”, escribe.

En este sentido, Cabrera explica que la responsabilidad de la maternidad debe ser meditada con antelación, pues implica cambios vitales profundos.

“La decisión de ser madre debería ser una decisión tomada de forma consciente, responsablemente y cuando realmente hay un deseo que nos ayude a entender que, al momento de convertirnos en mamás, renunciaremos a muchas cosas. Renunciar a determinados aspectos, sin embargo, no podría nunca implicar renunciar por completo a actividades que sabemos son vitales para mantener nuestro equilibro, estar sanas y emocionalmente fuertes”, opina.

Por ejemplo, Trenchi menciona salir a correr o caminar, ir a un coro, ver una película, leer una novela o simplemente tomarse una ducha caliente sin pensar en deberes hogareños.

Ser la mejor

Mia Redrick es una experta en consejos para madres que se encuentran en este tipo de crisis. Su libro Time for Mum-Me: 5 Essential Strategies for A Mother’s Self-Care fue bestseller en 2012 y hoy tiene una blog y grupos de ayuda donde da consejos sobre cómo vivir la maternidad a pleno sin morir en el intento.

“Todas las madres, por más geniales que sean y más presentes que estén, sienten que no son lo suficientemente buenas en su rol”, explica Redrick en su blog. Para ella, la clave está en que las mujeres no se juzguen: mientras den lo mejor de cada una, ya es suficiente. Además, dice que “sentirse culpable es algo natural y tiene un significado positivo: querer ser mejores madres”.

La socióloga de la Universidad de Toronto Melissa Milkie realizó una investigación para averiguar cuándo, desde 1985 hasta ahora, las madres pasaban más tiempo con sus hijos.

La gráfica muestra un descenso que quiebra en el año 2000 para convertirse en una curva ascendente que continúa en la actualidad. Lo más interesante es que el estudio muestra la calidad y no la cantidad de tiempo.

Según el estudio, hoy en día las madres que trabajan pasan más tiempo con los hijos que aquellas que estaban todo el día en sus casas en la década de 1970. En su investigación, después de evaluar el desarrollo de niños con y sin madres trabajadoras, Milkie concluye que “no importa la cantidad de tiempo que ellas pasen con sus hijos. Lo que importa es la calidad de esos momentos únicos”.

En este sentido, muchos estudios indican que lo mejor es trabajar y no quedarse en el hogar para criar mejor a los hijos. Sentirse bien consigo mismas es lo que las va a hacer mejores madres y un mejor ejemplo para los niños. Eso sí: pasan a tener dos trabajos.

A veces, una ayuda en las actividades maternas puede resultar el refugio para encontrar el tiempo necesario. “Una de las cosas que me parecen más relevantes es que las madres puedan encontrar espacios personales cuando sus hijos están a cargo de cuidadores de nuestra confianza, o sea personas que sabemos que pueden atender las necesidades de nuestros niños como si nosotras estuviéramos ahí”, dice Cabrera a El Observador.

Y agrega: “Otra posibilidad es que busquemos realizar actividades importantes para nosotras cuando nuestros hijos están disfrutando de actividades igualmente reconfortantes y enriquecedoras para ellos, como ser clases de deporte o actividades recreativas”, afirma Cabrera.

Balaguer también analiza las consecuencias sociales cuando una mujer debe optar por alguno de los roles que ocupa. “En algunas mujeres, contrariamente a la culpa que genera en otras, puede darse una suerte de pasaje de mujer a madre como una manera de abandono socialmente justificado del rol mujer o del rol laboral, que termina aliviándolas del rol múltiple y quedan ancladas en el rol madres de ahí en más, de algún modo, empobreciendo su vida en los restantes aspectos. Socialmente también es mejor aceptado el abandono del rol mujer y del rol laboral que de aquel de madre”, dice Balaguer.

En la familia, la interrelación es tan cercana que la decisión de un miembro afecta al conjunto.

Cabrera explica: “La salud y bienestar de nuestros hijos depende en gran parte de nuestro bienestar y salud. Por eso, de forma responsable y consciente deberíamos encontrar espacios para desarrollar esas actividades que sabemos que nos ayudan a recomponer nuestro equilibrio. Al cuidar de nosotras mismas estamos cuidando de otros que dependen de nosotros y es por esto que no deberíamos sentir culpa al invertir tiempo en nuestro bienestar”.

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